Un excelente artículo de nuestro hermano Abelardo M.:
Al leer la sección de “Opinión” del Diario de Juárez este último Domingo 12 de julio, me sorprendió sobremanera el hecho de que los autores de tres diferentes artículos coinciden, de manera notable, en su análisis de las deplorables condiciones de violencia e inseguridad en las que vivimos, y en su señalamiento de uno de los factores que más contribuyen a propiciar esta terrible ola de criminalidad que nos agobia.
En referencia al homicidio de los dos miembros de la comunidad mormona de Galeana, ocurridos la semana pasada, el primer artículo expresa lo siguiente: “El artero asesinato del activista mormón Benjamín LeBarón es indicativo …. De los tentáculos tan largos con que se mueve el crimen organizado y, sobre todo, de la impunidad retadora con que desarrolla sus actividades, comete sus atrocidades y se burla de los cuerpos de seguridad en sus propios ojos.” Este artículo concluye afirmando que Benjamín LeBarón se ha convertido en un mártir de la impunidad, y preguntando “¿Cuántos Benjamines más será necesario que caigan para que nuestros gobiernos se movilicen, se organicen,… y le planten oposición real a la delincuencia organizada?”
Un segundo artículo señala que “A Benjamín lo mataron los mismos que han cobrado la vida de otros tres mil chihuahuenses en tan sólo los dos últimos años. Es la impunidad el cáncer que consume nuestras libertades, y parece que no hay voluntad de cortar el mal.” Luego el autor nos exhorta a mantener la lucha de la dignidad contra el descaro de los delincuentes y contra la apatía de las autoridades. “Nada nos repone las vidas que se han perdido –agrega el autor—pero esa certeza no tiene por qué sofocar la exigencia. No podemos acostumbrarnos a esta violencia, ni cometer el error de ver estas cosas como una normalidad.” El artículo termina llamándonos a exigir a nuestras autoridades el esclarecimiento de los crímenes grandes, pero también de “la infinidad de pequeños eventos que ocurren todos los días y van conformando la avalancha de impunidad que nos sepulta.”
El autor del tercer artículo, haciendo alusión a la arrolladora ola de terror a la que nos encontramos sometidos, dice haber buscado y rebuscado en el pasado de nuestra nación algún precedente similar, y afirma que “ni aún las tradicionales gavillas de bandoleros que asolaron los caminos nacionales hasta los años noventa del siglo XIX, alcanzaron el poderío, la audacia y el grado de impunidad con los que se desempeñan las bandas criminales de nuestros días.” Luego procede a refutar las afirmaciones del líder de la Cámara de Diputados y del propio Presidente de la República en el sentido de que aun no existe en México una situación de ingobernabilidad, con preguntas como estas: ¿Cómo se le llama al hecho de que veinte asesinos puedan tomar venganza contra dos ciudadanos indefensos que habían alzado la voz contra las extorsiones y los secuestros, en las mismas narices de soldados y policías? ¿Cómo se le llama a la comisión de homicidios a granel cada semana, en pueblos y ciudades? ¿Y a la impunidad generalizada? ¿Y a la diaria asechanza de los asaltantes que pueden aparecer en cada casa, en cada esquina, en cada cajero automático? Etc. etc.
Es por demás obvio que para los autores de estos tres artículos, y para muchos otros analistas y comentaristas de la problemática nacional, la gravedad de la crisis delictiva actual es tan severa que no tiene precedente histórico, y que en varias poblaciones tanto de nuestro estado como de otras entidades, ya presenta evidencias irrefutables de lo que en esencia constituye una situación de ingobernabilidad. Independientemente de que estemos o no de acuerdo en usar esta palabra para describir las condiciones presentes, considero que la primera pregunta que nos debemos hacer los cristianos es esta: ¿Estamos igual de concientes que los analistas y escritores seculares, en cuanto al nivel de gravedad de la crisis delictiva que nos rodea? Todos ellos advierten, y creo que con bastante precisión, que lo que estamos viviendo es un cáncer de impunidad que continúa extendiéndose lenta e inexorablemente sobre el territorio nacional. Y lo que inevitablemente le ocurre a todo organismo infectado de cáncer y no atendido, indudablemente le está ocurriendo a nuestra nación, debilidad, descomposición y finalmente muerte o destrucción. Que Dios nos conceda la capacidad necesaria para percibir la verdadera magnitud del mal que padecemos, pues sería realmente trágico que personas que no profesan una conversión genuina al cristianismo, tuvieran una mayor capacidad para discernir las señales de los tiempos que vivimos, que los creyentes.
La segunda pregunta obligada para los que creemos en el Único, Soberano y Todopoderoso Dios, y bajo el supuesto de que sí estamos concientes de estar sufriendo la peor crisis delictiva de la historia de nuestro país, es: ¿Qué efecto ha tenido en nosotros, y que estamos haciendo al respecto? Para todo verdadero creyente sería no sólo lamentable, sino inaceptable, o más aún, hasta reprobable, que se percatara de la tragedia social que nos abruma, y no fuera profundamente impactado, conmovido e impulsado a hacer algo al respecto. Quizá sea algo pequeño pero importante, como el practicar y promover una cultura de legalidad a título personal, cambiando hábitos que no son otra cosa más que impunidad en pequeña escala, tales como cruzar los semáforos en rojo, estacionarnos en lugares prohibidos, comprar artículos piratas, etc. Sólo así podremos combatir y dejar de fomentar ese infame cáncer de la impunidad en mayor escala.
Y la tercera pregunta, también bajo el supuesto de que la crisis actual no solo nos afecta y nos desconcierta, sino que además nos duele y nos impulsa a actuar, es: ¿Sabemos cuál debe ser, de acuerdo a lo que nos enseña la Palabra de Dios, nuestra más alta prioridad o nuestra ocupación primordial o nuestra tarea principal, para contribuir a que ocurra un cambio auténtico, profundo y permanente en todo México? Basta con abrir las Escrituras para comprobar que la respuesta categórica a esta pregunta es clamar. Aun los autores seculares nos dan el ejemplo, pues eso es precisamente lo que están haciendo por medio de sus artículos; están clamando y hasta reclamando a las autoridades y a la sociedad en general, con el fin de lograr que alguien escuche su clamor y haga algo al respecto, o al menos se sume a las voces que se atreven a levantar dicho clamor. Y lo hacen con denuedo, fervor y perseverancia, porque saben que la razón está de su lado, aun cuando están concientes de que claman ante instituciones y/o personas finitas, falibles y fluctuantes.
¿Estamos nosotros clamando con el mismo denuedo, fervor y perseverancia, motivados por la gloriosa realidad de que nosotros elevamos nuestro clamor ante un Ser infinito, infalible e inmutable, y que además posee todo el poder, toda la sabiduría y nos ama con amor eterno? ¿Estamos clamando por México más que antes de que surgiera esta crisis? ¿Estamos clamando más de lo que perdemos el tiempo en vanidades y trivialidades? ¿Estamos clamando más porque hemos decidido obedecer el mandato y creer la promesa que Dios nos da en el Salmo 50:15 donde nos dice, “E invócame (clama) en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás.”? ¿Qué esperamos para hacerlo?
Que Dios nos perdone por toda nuestra indolencia, negligencia o indiferencia ante la desgracia que nos aqueja, y que nos mueva a todos a clamar conforme a Su voluntad. Y creo que por simple lógica, la voluntad de Dios es muy clara, pues si estamos viviendo bajo condiciones de crimen y violencia que nunca antes habíamos vivido como nación, indudablemente debemos clamar a Dios como nunca antes lo habíamos hecho. Clamar en la Biblia significa levantar la voz ante Dios, y suplicar por su ayuda o intervención en situaciones de verdadera emergencia. Esto es exactamente lo que estamos viviendo, y por lo tanto debemos clamar ante nuestro Dios Todopoderoso, tanto a nivel individual como colectivo, en obediencia a 2Crónicas 7:14: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren (clamaren), y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
¿Qué estamos esperando? Empecemos ¡hoy mismo!
"En nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios!" - 2Cor 5:20
Nuestro Propósito
Este es un espacio para publicar artículos desde una perspectiva Cristiana que motiven a los habitantes de nuestra Ciudad a reflexionar sobre su respueta a la crisis de violencia y crimen que azota a nuestra ciudad.
Es un llamado a buscar de Dios en humildad y arrepentimiento a responder conforme a su Palabra en estos tiempos.
Es un llamado a que no desfallezcamos, sino que respondamos a todo este mal con fe, esperanza y amor.
Joel 2:13 ...volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal. 14 ¿Quién sabe si volverá y se apiadará, y dejará tras sí bendición...
Es un llamado a buscar de Dios en humildad y arrepentimiento a responder conforme a su Palabra en estos tiempos.
Es un llamado a que no desfallezcamos, sino que respondamos a todo este mal con fe, esperanza y amor.
Joel 2:13 ...volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal. 14 ¿Quién sabe si volverá y se apiadará, y dejará tras sí bendición...
jueves, 23 de julio de 2009
miércoles, 17 de junio de 2009
Los Cristianos y el Voto
Creo que todos debemos tomar estas elecciones muy en serio. Nuestro País requiere de cambios legislativos significativos y solo con un congreso activo y capaz podremos aspirar a que se aprueben las reformas necesarias a nuestras leyes. En ciertos aspectos, es más importante una elección de diputados que de un funcionario público porque los legisladores pueden promover cambios legislativos que cambien la dirección del País entero y que lo impacten por muchos años. Es entonces de suma importancia que vayamos a votar.
Ahora, viene el problema, ¿Y por quién votamos? Con el fin de contribuir a esa pregunta, me permito recomendarles algunos puntos a considerar:
- Es necesario antes que cualquier cosa tomar muy en serio delante de Dios lo que vamos a hacer. Dios nos ha concedido la forma de gobierno que tenemos y debemos por lo tanto hacer lo posible por contribuir a esa forma de gobierno de manera responsable. Por lo tanto, antes de decidir por quién votar debemos orar y pedirle a Dios que nos guíe conforme a su voluntad. Para un Cristiano esto no es un ejercicio partidista, sino un acto de sumisión a la soberanía divina que nos manda que reconozcamos a los gobernantes como ministros suyos. Entonces, debemos cumplir con nuestra responsabilidad ciudadana pero con los ojos puestos en aquel que tiene el futuro de las naciones en sus manos.
- Cómo creyentes debemos tomar muy en cuenta el valor moral de la persona que nos va a representar. La Biblia nos manda que oremos por nuestros gobernantes para que sean personas justas, honestas y temerosas de Dios. Además, nos enseña que debemos identificar a los líderes por los frutos de su carácter mas que por sus dones. Entonces, debemos buscar candidatos que cumplan en lo posible con esos requisitos de carácter. Además, creo que la calidad moral del candidato debe ser evidente en su vida familiar. ¿Por qué?, porque la Biblia dice que si un hombre no puede gobernar bien su casa, ¿cómo podrá gobernar, en este caso, un distrito o un estado? Lo ideal debe ser votar por un hombre de Dios que en humildad busque de él la sabiduría para llevar a cabo su ministerio de gobierno.
- Segundo, creo que debemos ver cuidadosamente la capacidad del candidato. La Biblia también nos dice que tener gobernantes inexpertos o insensatos es una maldición pues indudablemente llevarán a la nación a la ruina. Dentro de este punto mencionaría que un candidato de representación debe tener un verdadero arraigo en la comunidad que va a representar. Esa sería parte de su capacidad. Puede que sea capaz, pero si desconoce por completo la comunidad que va a representar, ¿cómo podrá hacer un buen trabajo?
- Tercero, es necesario analizar la propuesta del candidato. Debe ser evidente que sus propuestas han resultado de un verdadero estudio de las necesidades de la población y no son solo slogans electoreros que carecen de fundamento. Pero dentro de su propuesta debemos considerar que estas sean justas y morales. Por ejemplo, si creemos que la vida empieza en la concepción según enseña la Biblia, entonces no debemos votar por un candidato que apoye el aborto indiscriminado.
- Los tres puntos anteriores implican que se debe votar por el individuo que mejor represente tus valores e ideales cristianos, no necesariamente por el partido con el que mas te identificas, pues habrá ocasiones en que no concuerden el mejor candidato con el partido preferido. Pero recuerda que al final de cuentas, Dios es el que levanta los gobernantes, nosotros aspiramos a ser instrumentos suyos en ese proceso. Por eso, después de haber hecho la mejor decisión posible debemos votar y dejar el resultado en las manos de Dios.
Ahora, hablando de estas elecciones particulares en las que se elegirán diputados federales para nuestro estado, yo agregaría los siguientes puntos a considerar:
- Muchos están invitando a la población a “Votar en Blanco” como una forma de manifestar el descontento de la población ante la falta de verdaderas propuestas de los partidos políticos. El “Voto en Blanco” no significa abstenerse de votar, sino mas bien cancelar la boleta, o votar por un individuo que quisiéramos que fuera nuestro representante escribiendo su nombre en el espacio provisto. Aunque es entendible que este movimiento quiera usar la votación para mandar un mensaje de protesta a los dirigentes de los partidos no debemos ser prontos a abrazar esta postura y desperdiciar la oportunidad que se nos da de votar. Este es un derecho y obligación que tenemos como ciudadanos y que aunque imperfecto ha tomado muchos años establecer en nuestro País. Nuestras objeciones al gobierno deben someterse de la manera mas positiva y concreta posible de tal forma que damos oportunidad a los gobernantes a responder.
- Además, como creyentes, hemos estado pidiéndole a Dios que nos bendiga y nos conceda gobernantes justos y capaces. Si deseamos ser congruentes con nuestra fe, necesitamos votar creyendo que al final de cuentas Dios levantará los gobernantes que necesitamos. No podemos pedir a Dios que nos conceda buenos gobernantes y luego negarnos a votar por alguno de ellos.
- Una mejor propuesta es la que está haciendo la organización "México SOS" (Sistema de Observación por La Seguridad Ciudadana) que ha lanzado una convocatoria a los candidatos para que presenten sus propuestas en base a un reto que ellos han lanzado. Este reto consiste en la consigna de que los ciudadanos se comprometen a votar por aquellos candidatos que se comprometan ante notario de que cumplirán con sus propuestas o renunciarán a sus cargos. Este tipo de compromisos buscan mandar un mensaje positivo a los candidatos y partidos de que la ciudadanía los apoyará en su deseo de servir a la comunidad, pero también les exigirá que cumplan con sus propuestas. Creo que un voto por un candidato comprometido ante notario de esta forma si puede tener un efecto reformador en el congreso y el gobierno. Puedes ver la convocatoria de México SOS en: http://www.mexicosos.org/pacto/
Le damos gracias a Dios que vivimos en un País que aunque tiene muchas deficiencias tenemos el derecho de adorar a Dios con plena libertad y ese privilegio es algo que valoramos de gran manera. Y tenemos la esperanza que Dios use nuestras acciones ciudadanas para transformar nuestro País en un lugar donde gobierne la justicia y la legalidad.
¡Que Dios bendiga a México!
sábado, 6 de junio de 2009
¿Estamos peor que antes?
Recientemente, con la muerte violenta de varias personas reconocidas de la ciudad así como de varios agentes de policía, la ciudadanía se ha preocupado de que las cosas sigan muy mal y que en base a las estadísticas de muertes en realidad estemos peor que antes. Según los números publicadas en un diario local hay un aumento del 67% en la cantidad de ejecuciones en comparación con el año anterior. Y lo que causa el desánimo es que estas muertes están sucediendo a pesar de que se encuentran en la ciudad miles de soldados y policías federales. Los datos y las circunstancias parecen indicar que estamos peor que antes. ¿Pero serán estos datos todo lo que debemos tomar en cuenta para llegar a esa conclusión?
Hay factores subjetivos que no se pueden medir fácilmente con estadísticas que tal vez debiéramos también tomar en cuenta. Por ejemplo, como resultado de la crisis de violencia, ahora hay en los juarenses un nuevo sentido de solidaridad por la ciudad. Hace un par de días escuchaba al Secretario del Ayuntamiento comparar la actitud de la población hacia la Presidencia Municipal. El año pasado por todos lados se escuchaban los reclamos irritados hacia el Presidente Municipal. Sin embargo, como resultado de la perseverante y valiente disposición de nuestras autoridades por hacer lo que se tenía que hacer, la percepción de la población hacia las autoridades es bastante diferente. Hay una alentadora y sorprendente solidaridad ciudadana hacia nuestras autoridades. Esto se confirmó recientemente por medio de una encuesta en que se calificó mejor al Gobernador y al Presidente Municipal que al mismo Presidente de la República. No creo que esto se deba a una percepción de que el Presidente Calderón no esté haciendo lo que debe hacer, sino creo que se debe a un sentido de cercanía y disposición que la gente ha podido percibir de sus autoridades locales y al correspondiente respeto que dichas autoridades se han sabido ganar al permanecer firmes al frente de la administración. Esto para mí es un gran avance.
Además, pudiéramos agregar otros factores. Por ejemplo ya se han arrestado a muchos delincuentes, esto quiere decir que la ciudadanía si respondió al llamado a la Denuncia Anónima, prueba de ello también es que los delincuentes quieren disuadirnos por medio del terror a que desistamos de hacerlo. También es alentador que se estén desarrollando bastantes nuevos policías, alentador porque quiere decir que aún hay gente valiente que está dispuesta a arriesgar su vida por defender la ciudad, algo que parecía imposible el año anterior. Y estos nuevos policías están siendo entrenados mejor y de manera más efectiva, o sea, no se está tratando de resolver el problema a la ligera como se hacía antes, sino más bien de fondo. Además, no solo hemos aprendido a cuidarnos mejor, hemos aprendido a subsistir en medio de este clima peligroso, o sea, la crisis nos ha hecho más fuertes, no más débiles. Y creo que si le rascamos podemos encontrar múltiples razones adicionales por las que pudiéramos decir que no estamos peor que antes. Cosas importantes como una nueva valoración de lo que realmente es importante en esta vida - nuestras familias, nuestra salud, y nuestra fe en Dios. ¿Cuánto vale esto? ¿Cuánto vale que la gente deje de considerar el dinero y el poder como los valores supremos y en su lugar humildemente empiece a buscar de Dios junto con sus familias?
Finalmente, creo que estamos mejor que antes porque creo firmemente que Dios está escuchado nuestras oraciones por esta ciudad. Dios no nos ha abandonado. Tal vez aún no veamos que la guerra se haya ganado, pero hay bastante evidencia de que Dios está obrando y se han empezado a ganar algunas batallas que hasta hace poco parecían imposibles de ganar. Ahora, más que nunca, necesitamos perseverar con valor y sin retroceder. Hoy es cuando hay que echarle más ganas a todo lo que hagamos, hoy es cuando debemos creer con mayor fe que Dios ha de transformar Cd. Juárez en un verdadero milagro.
¡Que Dios bendiga nuestra querida ciudad!
Hay factores subjetivos que no se pueden medir fácilmente con estadísticas que tal vez debiéramos también tomar en cuenta. Por ejemplo, como resultado de la crisis de violencia, ahora hay en los juarenses un nuevo sentido de solidaridad por la ciudad. Hace un par de días escuchaba al Secretario del Ayuntamiento comparar la actitud de la población hacia la Presidencia Municipal. El año pasado por todos lados se escuchaban los reclamos irritados hacia el Presidente Municipal. Sin embargo, como resultado de la perseverante y valiente disposición de nuestras autoridades por hacer lo que se tenía que hacer, la percepción de la población hacia las autoridades es bastante diferente. Hay una alentadora y sorprendente solidaridad ciudadana hacia nuestras autoridades. Esto se confirmó recientemente por medio de una encuesta en que se calificó mejor al Gobernador y al Presidente Municipal que al mismo Presidente de la República. No creo que esto se deba a una percepción de que el Presidente Calderón no esté haciendo lo que debe hacer, sino creo que se debe a un sentido de cercanía y disposición que la gente ha podido percibir de sus autoridades locales y al correspondiente respeto que dichas autoridades se han sabido ganar al permanecer firmes al frente de la administración. Esto para mí es un gran avance.
Además, pudiéramos agregar otros factores. Por ejemplo ya se han arrestado a muchos delincuentes, esto quiere decir que la ciudadanía si respondió al llamado a la Denuncia Anónima, prueba de ello también es que los delincuentes quieren disuadirnos por medio del terror a que desistamos de hacerlo. También es alentador que se estén desarrollando bastantes nuevos policías, alentador porque quiere decir que aún hay gente valiente que está dispuesta a arriesgar su vida por defender la ciudad, algo que parecía imposible el año anterior. Y estos nuevos policías están siendo entrenados mejor y de manera más efectiva, o sea, no se está tratando de resolver el problema a la ligera como se hacía antes, sino más bien de fondo. Además, no solo hemos aprendido a cuidarnos mejor, hemos aprendido a subsistir en medio de este clima peligroso, o sea, la crisis nos ha hecho más fuertes, no más débiles. Y creo que si le rascamos podemos encontrar múltiples razones adicionales por las que pudiéramos decir que no estamos peor que antes. Cosas importantes como una nueva valoración de lo que realmente es importante en esta vida - nuestras familias, nuestra salud, y nuestra fe en Dios. ¿Cuánto vale esto? ¿Cuánto vale que la gente deje de considerar el dinero y el poder como los valores supremos y en su lugar humildemente empiece a buscar de Dios junto con sus familias?
Finalmente, creo que estamos mejor que antes porque creo firmemente que Dios está escuchado nuestras oraciones por esta ciudad. Dios no nos ha abandonado. Tal vez aún no veamos que la guerra se haya ganado, pero hay bastante evidencia de que Dios está obrando y se han empezado a ganar algunas batallas que hasta hace poco parecían imposibles de ganar. Ahora, más que nunca, necesitamos perseverar con valor y sin retroceder. Hoy es cuando hay que echarle más ganas a todo lo que hagamos, hoy es cuando debemos creer con mayor fe que Dios ha de transformar Cd. Juárez en un verdadero milagro.
¡Que Dios bendiga nuestra querida ciudad!
viernes, 29 de mayo de 2009
La Muerte de otro Juarense
Desgraciadamente nadie podía anticipar que hoy también se celebrarían los servicios fúnebres de otro Juarense asesinado injustamente. Nunca me imagine asistir a una funeraria en la que se velaba el cuerpo de un amigo víctima de la insensatez criminal y enseguida en otra capilla se estaría velando el cuerpo de otro conocido juarense victimado de manera similar. Curiosamente, ambos hombres de edad similar e hijos de dos muy buenos amigos de mi padre. Todo me parecía un poco irreal y muchos pensaban lo que un conocido comentó “¿Quiénes seguimos?”.
Como respuesta al escrito anterior que les mandé, un buen amigo me mandó el siguiente poema de Hector Manuel Aldrete, lo escribió en 1994 a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Pareciera que fue escrito ayer. A ver qué piensan…
¿Cómo han caído los valientes?
(En memoria al candidato a la Presidencia de la República Mexicana que fue asesinado en 1994: Lic. Luis Donaldo Colosio. El mensaje es tan relevante hoy día como en aquel entonces.)
¿Cómo han caído los valientes?
peleando, en medio de la batalla,
aunque heridos cobardemente
por hombres sin valor, viles canallas.
Hoy mi nación está consternada
por un hecho pusilánime y cruel,
es tiempo de gemir, ¡oh patria amada!
e invocar al poderoso Emmanuel.
Es tiempo de dejar nuestras vanidades
el egoísmo, la maldad, la falta de amor;
humillarnos ante el Rey de las edades
para que sane y restaure nuestra nación.
Amado México, Dios te está llamando
por favor no endurezcas tu corazón,
mucha sangre en tu historia se ha derramado
es hora de rendirse al Salvador.
La solución no se halla en la política,
ni en una nueva y mejor economía;
la situación seguirá siendo crítica
si tu gente continúa en rebeldía.
Si, en rebeldía a Aquel que es la Vida
y que como todo un valiente se entregó,
para que tu pudieras ver un nuevo día
donde brille El Sol de Justicia con Su Amor.
Sólo Su Amor tan hermoso puede cambiarte
al transformar individualmente cada corazón,
entonces, México amado, el podrá librarte
del odio fratricida, de la miseria y la traición.
Amado compatriota mexicano
escucha la amorosa voz del Salvador,
arrepiéntete de tu rebeldía y pecado
haz a Jesucristo de tu vida, Rey, Señor.
¿Cuántos más valientes tendrán que caer
en Chiapas, en Tijuana, en toda la nación?
para que todos logremos comprender
que sólo tú, oh Dios, eres nuestra Salvación.
Padre Santo te pedimos: ¡ten misericordia!
de nuestro atribulado y herido país,
despierta con poder a tu cuerpo, a tu novia;
para que proclame a Jesús, linaje de David.
Levanta Señor a Tus hijos valientes
a Tu glorioso evangelio vivir y proclamar,
para que México y todas sus gentes
sepan de Tu Salvación, Amor, Paz y Libertad.
Marzo 24 de 1994
Autor: © Héctor Aldrete
Como respuesta al escrito anterior que les mandé, un buen amigo me mandó el siguiente poema de Hector Manuel Aldrete, lo escribió en 1994 a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Pareciera que fue escrito ayer. A ver qué piensan…
¿Cómo han caído los valientes?
(En memoria al candidato a la Presidencia de la República Mexicana que fue asesinado en 1994: Lic. Luis Donaldo Colosio. El mensaje es tan relevante hoy día como en aquel entonces.)
¿Cómo han caído los valientes?
peleando, en medio de la batalla,
aunque heridos cobardemente
por hombres sin valor, viles canallas.
Hoy mi nación está consternada
por un hecho pusilánime y cruel,
es tiempo de gemir, ¡oh patria amada!
e invocar al poderoso Emmanuel.
Es tiempo de dejar nuestras vanidades
el egoísmo, la maldad, la falta de amor;
humillarnos ante el Rey de las edades
para que sane y restaure nuestra nación.
Amado México, Dios te está llamando
por favor no endurezcas tu corazón,
mucha sangre en tu historia se ha derramado
es hora de rendirse al Salvador.
La solución no se halla en la política,
ni en una nueva y mejor economía;
la situación seguirá siendo crítica
si tu gente continúa en rebeldía.
Si, en rebeldía a Aquel que es la Vida
y que como todo un valiente se entregó,
para que tu pudieras ver un nuevo día
donde brille El Sol de Justicia con Su Amor.
Sólo Su Amor tan hermoso puede cambiarte
al transformar individualmente cada corazón,
entonces, México amado, el podrá librarte
del odio fratricida, de la miseria y la traición.
Amado compatriota mexicano
escucha la amorosa voz del Salvador,
arrepiéntete de tu rebeldía y pecado
haz a Jesucristo de tu vida, Rey, Señor.
¿Cuántos más valientes tendrán que caer
en Chiapas, en Tijuana, en toda la nación?
para que todos logremos comprender
que sólo tú, oh Dios, eres nuestra Salvación.
Padre Santo te pedimos: ¡ten misericordia!
de nuestro atribulado y herido país,
despierta con poder a tu cuerpo, a tu novia;
para que proclame a Jesús, linaje de David.
Levanta Señor a Tus hijos valientes
a Tu glorioso evangelio vivir y proclamar,
para que México y todas sus gentes
sepan de Tu Salvación, Amor, Paz y Libertad.
Marzo 24 de 1994
Autor: © Héctor Aldrete
jueves, 28 de mayo de 2009
Sobre la Muerte de un Amigo
Salmo 9:12 Porque el que pide cuentas de la sangre derramada, se acuerda de ellos; no olvida el clamor de los afligidos.
Ayer subí a este blog el artículo anterior sin saber que unas horas más tarde iba a ser vilmente asesinado un amigo y compañero de escuela: Oscar Urías Cantú. Primero que nada quiero expresar nuestro más sentido pésame a toda su familia en especial a su esposa e hijos, le pedimos al Señor Jesucristo que los ayude y consuele como sólo él puede hacer.
Oscar era hijo de familias Juarenses muy conocidas, gente de trabajo, gente de bien. Se casó con una joven Juarense que creo conoció en la Secundaria del Parque, hermana de uno de nuestros compañeros del salón. Su historia debería haber sido diferente, debería haber vivido para contar a sus nietos las aventuras que vivimos cuando éramos adolescentes, contarles de nuestros buenos maestros y sobre todo de lo que había vivido y aprendido de su padres, de sus abuelos, de sus tíos y de sus hermanos. Contarles a sus nietos lo que era crecer en esta maravillosa ciudad que hace 40 años llegaba hasta la Plutarco Elías Calles y la Posada Pompa. Debería haber tenido la oportunidad de vivir su vida en paz y sin temor.
Pero no fue así, fue otra trágica víctima del mal que nos agobia. Víctima de personas que están dispuestas a matar a una persona porque no les dio lo que le pedían o simplemente porque querían demostrar que lo podían matar. No sabemos porque lo hicieron, lo único que sabemos es que cometieron una gran injusticia como la han cometido contra muchos de las más de 600 personas que han sido asesinadas en lo que va del año. Oscar es solamente un caso de los más recientes cuyo nombre reconocemos, pero es uno más entre los cientos que han muerto desde el año pasado de manera tan absurda y brutal.
Me duele muchísimo la muerte de este hombre, fue mi compañero en la Secundaria del Parque y en la Prepa del Chamizal, somos de la misma edad, llegamos a jugar basket juntos, pero mientras yo espero el nacimiento de mi nieto, él será sepultado por su querida familia. Eso me duele porque no soy mejor que él y no soy más merecedor de nada de lo que he recibido. Al preguntarme ¿por qué él? tengo que concluir que pudo haber sido cualquiera y eso lo hace aún más triste. Mañana puede ser otro compañero, otro vecino, otro juarense, otro mexicano.
¿Qué podemos hacer? ¿Cuánto tiempo nos tomará que esta ciudad cambie? ¿Cómo se puede cambiar una ciudad y un país que está inmerso en tanto mal? Ya lo he dicho antes, creo que el cambio empieza cambiando yo. Y yo cambio cuando en una actitud humilde reconozco y me arrepiento de todo aquello en mí que se rebela ante la Ley de Dios. El mal que está en nuestra ciudad también está en mi corazón, se llama pecado. No puedo pedirle a Dios que cambie a Juárez si no estoy dispuesto a que primero me cambie en lo personal dejando atrás ese pecado que lo ofende y agravia. El cambio empieza en mi corazón, en mi moralidad, en mi amor por la justicia y la rectitud. La buena noticia es que Jesús vino precisamente para cambiar pecadores injustos y hacerlos nuevas personas amantes de sus mandatos. El cambio empieza cuando cada uno de nosotros se acerca a Dios para buscar ese cambio personal.
Además, el cambio empieza en mi casa, en la instrucción y corrección de mis hijos; el cambio empieza en mi celosa participación ciudadana; el cambio empieza en el cumplimiento responsable de mis obligaciones; el cambio empieza en mi respeto absoluto a la legalidad; el cambio empieza en la oposición tenaz a mi propia indolencia. El cambio empieza en tomarme el tiempo de escribir estas cosas, que aunque pareciera que no contribuyen a cambiar en nada las cosas, pueden ayudar a que no se nos olvide lo que está pasando para que cada día seamos más los que estemos comprometidos a buscar un cambio para nuestra querida ciudad.
Unámonos en oración y clamor a Dios por nuestra ciudad y unámonos en la disposición de que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para contribuir a que poco a poco este terrible mal sea eliminado de nuestro País. Pero unámonos en la firme determinación que el cambio empieza en nuestro propio corazón.
Que Dios te bendiga,
Ayer subí a este blog el artículo anterior sin saber que unas horas más tarde iba a ser vilmente asesinado un amigo y compañero de escuela: Oscar Urías Cantú. Primero que nada quiero expresar nuestro más sentido pésame a toda su familia en especial a su esposa e hijos, le pedimos al Señor Jesucristo que los ayude y consuele como sólo él puede hacer.
Oscar era hijo de familias Juarenses muy conocidas, gente de trabajo, gente de bien. Se casó con una joven Juarense que creo conoció en la Secundaria del Parque, hermana de uno de nuestros compañeros del salón. Su historia debería haber sido diferente, debería haber vivido para contar a sus nietos las aventuras que vivimos cuando éramos adolescentes, contarles de nuestros buenos maestros y sobre todo de lo que había vivido y aprendido de su padres, de sus abuelos, de sus tíos y de sus hermanos. Contarles a sus nietos lo que era crecer en esta maravillosa ciudad que hace 40 años llegaba hasta la Plutarco Elías Calles y la Posada Pompa. Debería haber tenido la oportunidad de vivir su vida en paz y sin temor.
Pero no fue así, fue otra trágica víctima del mal que nos agobia. Víctima de personas que están dispuestas a matar a una persona porque no les dio lo que le pedían o simplemente porque querían demostrar que lo podían matar. No sabemos porque lo hicieron, lo único que sabemos es que cometieron una gran injusticia como la han cometido contra muchos de las más de 600 personas que han sido asesinadas en lo que va del año. Oscar es solamente un caso de los más recientes cuyo nombre reconocemos, pero es uno más entre los cientos que han muerto desde el año pasado de manera tan absurda y brutal.
Me duele muchísimo la muerte de este hombre, fue mi compañero en la Secundaria del Parque y en la Prepa del Chamizal, somos de la misma edad, llegamos a jugar basket juntos, pero mientras yo espero el nacimiento de mi nieto, él será sepultado por su querida familia. Eso me duele porque no soy mejor que él y no soy más merecedor de nada de lo que he recibido. Al preguntarme ¿por qué él? tengo que concluir que pudo haber sido cualquiera y eso lo hace aún más triste. Mañana puede ser otro compañero, otro vecino, otro juarense, otro mexicano.
¿Qué podemos hacer? ¿Cuánto tiempo nos tomará que esta ciudad cambie? ¿Cómo se puede cambiar una ciudad y un país que está inmerso en tanto mal? Ya lo he dicho antes, creo que el cambio empieza cambiando yo. Y yo cambio cuando en una actitud humilde reconozco y me arrepiento de todo aquello en mí que se rebela ante la Ley de Dios. El mal que está en nuestra ciudad también está en mi corazón, se llama pecado. No puedo pedirle a Dios que cambie a Juárez si no estoy dispuesto a que primero me cambie en lo personal dejando atrás ese pecado que lo ofende y agravia. El cambio empieza en mi corazón, en mi moralidad, en mi amor por la justicia y la rectitud. La buena noticia es que Jesús vino precisamente para cambiar pecadores injustos y hacerlos nuevas personas amantes de sus mandatos. El cambio empieza cuando cada uno de nosotros se acerca a Dios para buscar ese cambio personal.
Además, el cambio empieza en mi casa, en la instrucción y corrección de mis hijos; el cambio empieza en mi celosa participación ciudadana; el cambio empieza en el cumplimiento responsable de mis obligaciones; el cambio empieza en mi respeto absoluto a la legalidad; el cambio empieza en la oposición tenaz a mi propia indolencia. El cambio empieza en tomarme el tiempo de escribir estas cosas, que aunque pareciera que no contribuyen a cambiar en nada las cosas, pueden ayudar a que no se nos olvide lo que está pasando para que cada día seamos más los que estemos comprometidos a buscar un cambio para nuestra querida ciudad.
Unámonos en oración y clamor a Dios por nuestra ciudad y unámonos en la disposición de que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para contribuir a que poco a poco este terrible mal sea eliminado de nuestro País. Pero unámonos en la firme determinación que el cambio empieza en nuestro propio corazón.
Que Dios te bendiga,
miércoles, 27 de mayo de 2009
Juárez aún no ha cambiado
Hebreos 10:39 Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida (Nueva Versión Internacional)
Amigos, Juárez aún no ha cambiado.
Aún no se elimina el crimen, la violencia, el narco, la impunidad, la ilegalidad, la indiferencia, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, el pandillaje, los antros, los picaderos, el abuso, la voracidad, etc.
Además, todavía no tenemos una policía capaz y honesta, autoridades competentes, leyes justas, vigilancia ciudadana, iniciativa privada responsable, valores morales en la sociedad, espacios públicos dignos, etc.
¿Por qué creo que es necesario mencionar lo obvio y recordarles esto? Porque he visto en mi propia vida y en la de otros, que por el respiro temporal que estamos viviendo desde que el ejército entró a la ciudad, hemos bajado un poco la guardia en el despertar ciudadano que empezábamos a experimentar. Cuando la situación de la ciudad se veía más oscura, muchos levantamos la voz e hicimos un llamado a luchar por nuestra ciudad. Además múltiples nuevas organizaciones e iniciativas fueron lanzadas, muchas de ellas muy buenas y muy necesarias. Sin embargo, cuando el gobierno federal intervino para traer una semblanza de paz a la ciudad, pareciera que todo se calmó y me temo que algunos hasta caímos en la complacencia o hasta la indiferencia de nuevo.
Sin embargo, la lucha apenas empezaba y aún queda lo más difícil por delante, pues la meta es ver a nuestro país y sociedad cambiados, a construir un país en donde impere la ley y la justicia. No podemos ni debemos abandonar el frente de batalla hasta que veamos cambios reales y permanentes. No podemos ni debemos dejarles a nuestros hijos y nietos un país y una ciudad en el estado en el que se encuentra hoy. La batalla apenas empieza.
Escuche de un amigo ayer este comentario: “… la gente no ha cambiado, pareciera que las cosas vuelven a su curso normal.” Su comentario tenía que ver con las múltiples instancias en las que se había dado cuenta que los que se dedicaban al mal seguían buscando ese camino sin una aparente convicción de que ese camino no les traería ningún bien. Inclusive, existe la sospecha en algunos de que el cartel de Juárez ha vuelto a afirmarse en la plaza y que sus sicarios simplemente se escondieron o salieron de la ciudad pero no se encuentran muy lejos de Cd. Juárez. Además, siguen habiendo demasiadas ejecuciones, secuestros y asaltos. ¿Habremos realmente avanzado? Probablemente, pero solo un poco y aún falta muchísimo por avanzar.
Si los promotores del mal han aprovechado este tiempo para reorganizarse, reabastecerse y fortalecerse. ¿Qué es lo que hemos hecho los que queríamos promover el bien? ¿Nos habremos organizado, fortalecido y preparado? ¿Estaremos aprovechando bien este tiempo para avanzar nuestras iniciativas? ¡Espero que si! De lo que si debemos estar seguros es que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, ni tampoco van a cambiar con un mínimo esfuerzo, ni tampoco van a cambiar sin que nos cueste nada. Si queremos ver un cambio es necesario perseverar hasta el final.
Amigos, Juárez aún no ha cambiado.
Aún no se elimina el crimen, la violencia, el narco, la impunidad, la ilegalidad, la indiferencia, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, el pandillaje, los antros, los picaderos, el abuso, la voracidad, etc.
Además, todavía no tenemos una policía capaz y honesta, autoridades competentes, leyes justas, vigilancia ciudadana, iniciativa privada responsable, valores morales en la sociedad, espacios públicos dignos, etc.
¿Por qué creo que es necesario mencionar lo obvio y recordarles esto? Porque he visto en mi propia vida y en la de otros, que por el respiro temporal que estamos viviendo desde que el ejército entró a la ciudad, hemos bajado un poco la guardia en el despertar ciudadano que empezábamos a experimentar. Cuando la situación de la ciudad se veía más oscura, muchos levantamos la voz e hicimos un llamado a luchar por nuestra ciudad. Además múltiples nuevas organizaciones e iniciativas fueron lanzadas, muchas de ellas muy buenas y muy necesarias. Sin embargo, cuando el gobierno federal intervino para traer una semblanza de paz a la ciudad, pareciera que todo se calmó y me temo que algunos hasta caímos en la complacencia o hasta la indiferencia de nuevo.
Sin embargo, la lucha apenas empezaba y aún queda lo más difícil por delante, pues la meta es ver a nuestro país y sociedad cambiados, a construir un país en donde impere la ley y la justicia. No podemos ni debemos abandonar el frente de batalla hasta que veamos cambios reales y permanentes. No podemos ni debemos dejarles a nuestros hijos y nietos un país y una ciudad en el estado en el que se encuentra hoy. La batalla apenas empieza.
Escuche de un amigo ayer este comentario: “… la gente no ha cambiado, pareciera que las cosas vuelven a su curso normal.” Su comentario tenía que ver con las múltiples instancias en las que se había dado cuenta que los que se dedicaban al mal seguían buscando ese camino sin una aparente convicción de que ese camino no les traería ningún bien. Inclusive, existe la sospecha en algunos de que el cartel de Juárez ha vuelto a afirmarse en la plaza y que sus sicarios simplemente se escondieron o salieron de la ciudad pero no se encuentran muy lejos de Cd. Juárez. Además, siguen habiendo demasiadas ejecuciones, secuestros y asaltos. ¿Habremos realmente avanzado? Probablemente, pero solo un poco y aún falta muchísimo por avanzar.
Si los promotores del mal han aprovechado este tiempo para reorganizarse, reabastecerse y fortalecerse. ¿Qué es lo que hemos hecho los que queríamos promover el bien? ¿Nos habremos organizado, fortalecido y preparado? ¿Estaremos aprovechando bien este tiempo para avanzar nuestras iniciativas? ¡Espero que si! De lo que si debemos estar seguros es que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, ni tampoco van a cambiar con un mínimo esfuerzo, ni tampoco van a cambiar sin que nos cueste nada. Si queremos ver un cambio es necesario perseverar hasta el final.
martes, 26 de mayo de 2009
Un Triste Espectáculo
Qué triste fue atestiguar el verdadero carácter de la mayoría de los juarenses que asistieron ayer (jueves 21 de mayo) al juego de los Indios. Solo había asistido a un partido una vez anterior cuando peleaban por ascender, pero quería ser parte de lo que creía iba a ser una fiesta histórica para Juárez. Pero desgraciadamente salí decepcionado. No por el desempeño del equipo, nuestros Indios jugaron bien y creo que hicieron un muy digno papel. Pero sentí vergüenza al haber sido testigo del comportamiento de la afición en las tribunas.
Aquello se convirtió en una gran cantina. Se vendieron cerca de 24,000 litros de cerveza. O sea el equivalente a 3 cervezas por cada persona asistente. Yo mismo me sorprendía ver a las jovencitas “fresa” que con su camiseta nueva de los Indios no dejaban su cigarrillo y se tomaban 5 o 6 litros. El partido parecía haber sido solo una excusa para emborracharse y por consecuencia actuar como salvajes disolutos. Me enteré que el distintivo de la afición en Juárez era precisamente celebrar el desempeño de su partido arrojando miles de vasos de cerveza a sus vecinos en las tribunas. Esa es nuestra distinción, así se nos conoce en el País.
Ir a un juego no es para nada un espectáculo familiar ni deportivo. Es ir a cuidarse de los borrachos. Lo triste de esto es que Juárez estaba siendo reconocido por todo el País por la esperanza que habían traído los Indios a su ciudad. Hasta parecía que el turismo podría volver a Juárez al querer ser parte del milagro de los Indios. Pero mucho de la afición mostró la verdadera cara de Juárez: violencia, abuso y disolución. Tristemente TV Azteca se encargó de mostrarle a todos lo bajo y corriente que podemos ser al transmitir en cadena nacional el actuar de la afición: guerra de vasos entre todos, mujeres gritando obscenidades y peleando, pleitos, golpes y empujones entre puros fanáticos de Juárez y hasta un tipo que idiotizado por el alcohol se atrevió a darle un puñetazo a una mujer. No vi para nada un espíritu de “Unidos por Juárez” o de “Amor por Juárez”. Ese es nuestro mal, no amamos nuestra tierra, no respetamos el derecho ajeno y nos vale la justicia y la legalidad.
Según las encuestas nacionales, la mayoría de los mexicanos deseaban que los Indios ganaran la liguilla. Eran la “cenicienta” del torneo y todos aman a la cenicienta. Pero me pregunto ¿qué pensará el País acerca de Cd. Juárez después de haber visto la forma en que nos comportamos ayer en el estadio? Probablemente piensen que Juárez no merece tener un equipo campeón. O tal vez concluyan que ese comportamiento deplorable sea parte de la razón de la crisis que estamos viviendo. Muchos estábamos animados de que la imagen de Juárez estaba siendo cambiada por nuestro equipo de futbol. Ahora me siento avergonzado por el triste espectáculo que dimos.
Creo que le debemos una disculpa a los Indios, al Profe Eugui, a la familia Ibarra y a los verdaderos y fieles aficionados de los Indios por el pobre espectáculo que se dio ayer en las tribunas. ¡Qué Lástima! Cuando más necesitaban nuestras porras, los jugadores veían a los “aficionados” peleándose entre ellos. Y lo que han logrado como equipo en el País, fue manchado por muchos de esos “aficionados”.
Ahora para los Indios solo queda un posible milagro en Pachuca. Tengo sentimientos encontrados porque quiero a mi ciudad y quiero que tenga muchas cosas de que alegrarse, pero también quiero que la gente recapacite, que la gente cambie y crezca, porque si no lo hace seguiremos de mal en peor. Aunque digan que es imposible, quiero que ganen los Indios y que comprueben que aún hay milagros. Y para mi ciudad muchos dirán que es imposible que cambie la gente, pero sigo pidiéndole a Dios el milagro de que Juárez sea una ciudad de paz y justicia verdadera.
Que Dios bendiga y perdone con gran misericordia a nuestra ciudad…
Aquello se convirtió en una gran cantina. Se vendieron cerca de 24,000 litros de cerveza. O sea el equivalente a 3 cervezas por cada persona asistente. Yo mismo me sorprendía ver a las jovencitas “fresa” que con su camiseta nueva de los Indios no dejaban su cigarrillo y se tomaban 5 o 6 litros. El partido parecía haber sido solo una excusa para emborracharse y por consecuencia actuar como salvajes disolutos. Me enteré que el distintivo de la afición en Juárez era precisamente celebrar el desempeño de su partido arrojando miles de vasos de cerveza a sus vecinos en las tribunas. Esa es nuestra distinción, así se nos conoce en el País.
Ir a un juego no es para nada un espectáculo familiar ni deportivo. Es ir a cuidarse de los borrachos. Lo triste de esto es que Juárez estaba siendo reconocido por todo el País por la esperanza que habían traído los Indios a su ciudad. Hasta parecía que el turismo podría volver a Juárez al querer ser parte del milagro de los Indios. Pero mucho de la afición mostró la verdadera cara de Juárez: violencia, abuso y disolución. Tristemente TV Azteca se encargó de mostrarle a todos lo bajo y corriente que podemos ser al transmitir en cadena nacional el actuar de la afición: guerra de vasos entre todos, mujeres gritando obscenidades y peleando, pleitos, golpes y empujones entre puros fanáticos de Juárez y hasta un tipo que idiotizado por el alcohol se atrevió a darle un puñetazo a una mujer. No vi para nada un espíritu de “Unidos por Juárez” o de “Amor por Juárez”. Ese es nuestro mal, no amamos nuestra tierra, no respetamos el derecho ajeno y nos vale la justicia y la legalidad.
Según las encuestas nacionales, la mayoría de los mexicanos deseaban que los Indios ganaran la liguilla. Eran la “cenicienta” del torneo y todos aman a la cenicienta. Pero me pregunto ¿qué pensará el País acerca de Cd. Juárez después de haber visto la forma en que nos comportamos ayer en el estadio? Probablemente piensen que Juárez no merece tener un equipo campeón. O tal vez concluyan que ese comportamiento deplorable sea parte de la razón de la crisis que estamos viviendo. Muchos estábamos animados de que la imagen de Juárez estaba siendo cambiada por nuestro equipo de futbol. Ahora me siento avergonzado por el triste espectáculo que dimos.
Creo que le debemos una disculpa a los Indios, al Profe Eugui, a la familia Ibarra y a los verdaderos y fieles aficionados de los Indios por el pobre espectáculo que se dio ayer en las tribunas. ¡Qué Lástima! Cuando más necesitaban nuestras porras, los jugadores veían a los “aficionados” peleándose entre ellos. Y lo que han logrado como equipo en el País, fue manchado por muchos de esos “aficionados”.
Ahora para los Indios solo queda un posible milagro en Pachuca. Tengo sentimientos encontrados porque quiero a mi ciudad y quiero que tenga muchas cosas de que alegrarse, pero también quiero que la gente recapacite, que la gente cambie y crezca, porque si no lo hace seguiremos de mal en peor. Aunque digan que es imposible, quiero que ganen los Indios y que comprueben que aún hay milagros. Y para mi ciudad muchos dirán que es imposible que cambie la gente, pero sigo pidiéndole a Dios el milagro de que Juárez sea una ciudad de paz y justicia verdadera.
Que Dios bendiga y perdone con gran misericordia a nuestra ciudad…
lunes, 16 de febrero de 2009
¡CUANDO ÉL QUIERA!
“El Señor dará fuerza a su pueblo;
el Señor bendecirá a su pueblo con paz.”
Salmo 29:11
Hace un par de semanas, un jueves por la tarde, con un clima excelente para ser febrero, conducía yo por la Casas Grandes rumbo a Jilotepec. Al llegar al cruce con Montes Urales, esperando la luz verde para poder dar vuelta a la izquierda, se acercaron dos muchachas de una iglesia cristiana pidiendo apoyo para un viaje misionero. Sentí gusto y mientras buscaba algunas monedas que darles, les pregunté: “¿Cuándo viene Cristo?”
La Palabra nos informa que debemos estar atentos a su regreso. ¡Velad! es una de las instrucciones; velemos, no sea que estemos dormidos o distraídos aquél día prometido en el que le veremos tal como Él es.
Días mas tarde, en sentido contrario, rumbo al centro de la ciudad, en esa misma cuadra, un hombre yacía en el asfalto, cercado por llantas para desviar el tráfico. Pensé que había sido atropellado. Sentí dolor. Cuando leí las noticias resultó que el hombre, que viajaba con su mujer encinta, era perseguido y al ser alcanzado, para protegerlos, salió y se alejó del auto y fue asesinado por una cuadrilla de bellacos. ¿Cuándo viene Cristo?
La misma pregunta formulada en dos episodios lejanos; uno de vida y entusiasmo, y otro, con la amargura de la violencia; ambos a unos metros de distancia y yo asomado a la misma ventana y por gracia, acompañado por el mismo Dios.
Cuando le hice la pregunta a las muchachas, respondí mentalmente: “Cristo viene pronto” como si me quisiera adelantar a la respuesta y esto lo anhelé porque es nuestra mayor aspiración.
Pero una de las dos muchachas, vivaz y sonriente, respondió sin apenas pensarlo y con toda certeza: “¡Cuando Él quiera!” Me encantó la respuesta. Vi en esas tres palabras todo el alcance de Su poder antes de dar la vuelta gozoso rumbo a la espera.
Antonio CANCHOLA CASTRO
el Señor bendecirá a su pueblo con paz.”
Salmo 29:11
Hace un par de semanas, un jueves por la tarde, con un clima excelente para ser febrero, conducía yo por la Casas Grandes rumbo a Jilotepec. Al llegar al cruce con Montes Urales, esperando la luz verde para poder dar vuelta a la izquierda, se acercaron dos muchachas de una iglesia cristiana pidiendo apoyo para un viaje misionero. Sentí gusto y mientras buscaba algunas monedas que darles, les pregunté: “¿Cuándo viene Cristo?”
La Palabra nos informa que debemos estar atentos a su regreso. ¡Velad! es una de las instrucciones; velemos, no sea que estemos dormidos o distraídos aquél día prometido en el que le veremos tal como Él es.
Días mas tarde, en sentido contrario, rumbo al centro de la ciudad, en esa misma cuadra, un hombre yacía en el asfalto, cercado por llantas para desviar el tráfico. Pensé que había sido atropellado. Sentí dolor. Cuando leí las noticias resultó que el hombre, que viajaba con su mujer encinta, era perseguido y al ser alcanzado, para protegerlos, salió y se alejó del auto y fue asesinado por una cuadrilla de bellacos. ¿Cuándo viene Cristo?
La misma pregunta formulada en dos episodios lejanos; uno de vida y entusiasmo, y otro, con la amargura de la violencia; ambos a unos metros de distancia y yo asomado a la misma ventana y por gracia, acompañado por el mismo Dios.
Cuando le hice la pregunta a las muchachas, respondí mentalmente: “Cristo viene pronto” como si me quisiera adelantar a la respuesta y esto lo anhelé porque es nuestra mayor aspiración.
Pero una de las dos muchachas, vivaz y sonriente, respondió sin apenas pensarlo y con toda certeza: “¡Cuando Él quiera!” Me encantó la respuesta. Vi en esas tres palabras todo el alcance de Su poder antes de dar la vuelta gozoso rumbo a la espera.
Antonio CANCHOLA CASTRO
miércoles, 11 de febrero de 2009
¿Felices por la muerte de Sicarios?
El día de ayer los miembros del Ejército Mexicano mataron a 14 presuntos sicarios en los campos entre Samalayuca y Villa Ahumada. Estamos muy de acuerdo que como ciudadanos debemos respaldar las acciones del Ejército y agradecerles que arriesguen sus vidas por el País. A la vez, debemos honrar al soldado que aparentemente murió. No tengo la menor duda de que actuaron de la manera que era necesario aunque esto haya resultado en la muerte de estas 14 personas que justo acababan de asesinar a otros 6 hombres. Sin embargo, la noticia provocó una respuesta de alegría y hasta fiesta entre los lectores del Diario de Juárez. El comentario general era en el sentido de que era muy bueno que se acabara con esa “lacra” (esta fue la palabra predilecta de los que comentaron).
Aunque este suceso es una victoria para el Ejército Mexicano y una derrota para las fuerzas del mal, debemos reconocer que la muerte nunca debe ser motivo de fiesta o alegría. Es lamentable que esta gente vinculada al narcotráfico ande haciendo lo que anda haciendo. Ejecutando personas todos los días, haciendo un espectáculo público de su prepotencia e impunidad. Matando inocentes porque se atravesaron en su camino y en general jactándose de hacer todo tipo de mal. Todo mundo sabe que iban a terminar como terminaron; sin rendirse, implacables y arrogantes cayeron bajo las balas de los soldados que en este caso demostraron no solo ser mejores sino, tal como lo establece la Biblia, agentes de la justicia divina. Pero aún así, todo esto debería llevarnos a una sobriedad muy profunda y a un lamento por el derramamiento de más sangre, aunque haya sido de probables sicarios. Estos hombres debían ser traídos a justicia, pero Cristo dice que no desea la muerte de ningún hombre, sino su arrepentimiento.
Démonos cuenta de lo que está sucediendo en nuestro País. Esto no debería estar pasando. ¡México no debería ser un País en donde 14 hombres armados llegan a un poblado y levantan a 9 personas para ejecutarlas! Que luego llegue el Ejército y los sorprenda y los sicarios recojan las consecuencias de sus crímenes no elimina la pena de darnos cuenta la condición de nuestro País. ¿Se hizo justicia? Tal vez, solo Dios lo sabe. Pero cómo hubiera querido que este incidente ni siquiera nos lo hubiéramos imaginado posible. Para mí no es motivo de alegría, sino de pena. Pena por México, pena por mi País, mi estado y mi ciudad que ya cuenta los días en base a la cantidad de muertos.
Le sigo pidiendo a mi Señor que establezca su justicia firmemente en nuestro País, pero junto con ello le pido que en su ira, se acuerde de tener misericordia. ¡Oremos por un México de legalidad y justicia en donde reine el temor de Dios!
Aunque este suceso es una victoria para el Ejército Mexicano y una derrota para las fuerzas del mal, debemos reconocer que la muerte nunca debe ser motivo de fiesta o alegría. Es lamentable que esta gente vinculada al narcotráfico ande haciendo lo que anda haciendo. Ejecutando personas todos los días, haciendo un espectáculo público de su prepotencia e impunidad. Matando inocentes porque se atravesaron en su camino y en general jactándose de hacer todo tipo de mal. Todo mundo sabe que iban a terminar como terminaron; sin rendirse, implacables y arrogantes cayeron bajo las balas de los soldados que en este caso demostraron no solo ser mejores sino, tal como lo establece la Biblia, agentes de la justicia divina. Pero aún así, todo esto debería llevarnos a una sobriedad muy profunda y a un lamento por el derramamiento de más sangre, aunque haya sido de probables sicarios. Estos hombres debían ser traídos a justicia, pero Cristo dice que no desea la muerte de ningún hombre, sino su arrepentimiento.
Démonos cuenta de lo que está sucediendo en nuestro País. Esto no debería estar pasando. ¡México no debería ser un País en donde 14 hombres armados llegan a un poblado y levantan a 9 personas para ejecutarlas! Que luego llegue el Ejército y los sorprenda y los sicarios recojan las consecuencias de sus crímenes no elimina la pena de darnos cuenta la condición de nuestro País. ¿Se hizo justicia? Tal vez, solo Dios lo sabe. Pero cómo hubiera querido que este incidente ni siquiera nos lo hubiéramos imaginado posible. Para mí no es motivo de alegría, sino de pena. Pena por México, pena por mi País, mi estado y mi ciudad que ya cuenta los días en base a la cantidad de muertos.
Le sigo pidiendo a mi Señor que establezca su justicia firmemente en nuestro País, pero junto con ello le pido que en su ira, se acuerde de tener misericordia. ¡Oremos por un México de legalidad y justicia en donde reine el temor de Dios!
martes, 20 de enero de 2009
ARREPENTIMIENTO Y VIDA
“Pues yo no me complazco en la muerte de nadie-declara el Señor Dios-.Arrepentíos y vivid.” Ezequiel 18:32
Hace días el Diario de Juárez publicó la noticia de la creación de un comando ciudadano de Juárez. La noticia se refería a la decisión de un sector juarense hastiado con la criminalidad que respaldaba la creación de un cuerpo que eliminaría a un “maleante” cada 24 horas. Esta noticia despertó en mí diversos sentimientos y reacciones. Unas de curiosidad, otras de preocupación y finalmente estas reflexiones que confío no serán tardías.
Primero, una vez que hube leído tal noticia estuve atento a los comentarios que dicho medio publicaría. En poco tiempo podían leerse toda clase de vítores y expresiones de apoyo y simpatía. Algunos de los comentaristas se firmaron como “villistas” y una dama se ofreció como “adelita”. Otros más señalaron a candidatos a recibir el castigo del “verdugo ciudadano”. No faltaban expresiones soeces y desconsideradas hacia la autoridad. Durante el lapso que ha durado esta etapa de violencia he podido seguir tanto las noticias en el Diario como los comentarios que publica.
Los encargados de seleccionar los comentarios no han sido muy responsables ni selectivos. Seguramente se le puede atribuir a la garantía constitucional de libertad de expresión que ondea alto o bien a la manifestación del nivel y ánimo promedio de los lectores de este medio.
Los comentaristas cuyas contribuciones fueron publicadas:
El arrepentimiento no es solo un sentimiento de culpabilidad o el ruborizarse o sentirse frustrado o acaso tristes. Arrepentirse significa un dolor en el alma seguido de un cambio en nuestro camino para no ofender más a Dios. ¿Puede haber un arrepentimiento social? Estoy seguro que sí. Requiere, es cierto, que la sociedad sea madura y capaz de revisarse sin miedo.
Si emprendemos una revisión de nuestra sociedad podemos actuar de una manera madura o de una manera machista. De manera madura revisaremos con cuidado todas nuestras circunstancias y reconoceremos dónde está nuestra responsabilidad en las fallas para corregirlas. De la manera machista vociferaremos y pediremos un rifle para unirnos a la “bola”.
Nuestra sociedad tiene grandes fallas que deben dolerle. Donde se lea nuestra sociedad, sugiero que se lea nosotros. Donde se lea nosotros debe pues leerse yo. Nuestra sociedad necesita cambiar, puede hacerlo y debe querer hacerlo, arrepentirse. Acercarse a Dios no es un rito o una pausa en la vida sino la vida misma. La convulsión que ahora vivimos refleja el mal funcionamiento de familias, instituciones educativas, cuerpos de seguridad pública, tribunales, congresos, partidos políticos, cámaras de comercio e industria, organismos empresariales, gremios, asociaciones, iglesias, clubes de servicio, gobierno federal, estatal y municipal. Los comentarios a la noticia, con toda su rudeza, son gritos de personas que exigen participar pero no existen canales para ello o no los encuentran para hacerlo. No hay claridad en las acciones o no hay siquiera acciones.
El liderazgo, tal como lo modela Jesús, es servir y no servirse. Nuestra sociedad carece ahora de liderazgo. Donde se lea nuestra sociedad debemos leer nosotros; donde nosotros, con arrepentimiento, debe leerse yo. Donde leas yo, lector, acércate a Dios para clamar por dirección. Señor mío, estoy arrepentido de mi antigua forma de vivir, ¿cómo puedo servir a mi ciudad? ¿Cómo puedo ayudar para cambiar esto? En mi familia y trabajo, ¿qué debo hacer para evitar la violencia? ¡Ayúdame a saber cómo actuar! Y una vez que hayas preguntado, escucha. Dios siempre responde. Él es fiel.
El excelente texto que publicó este blog titulado Vive, vive, vive, (http://juarezbuscaadios.blogspot.com/2009/01/vive-vive-vive.html) nos convoca a conocer los esfuerzos de México Unido contra la Delincuencia u otras experiencias en el mundo en contra de la criminalidad. Los medios de comunicación junto con las instituciones educativas y las cámaras empresariales pueden impulsar un esfuerzo colectivo para crear secciones especiales destinadas a divulgar enseñanza para prevenir el delito, para difundir la cultura de la legalidad, para elevar las miras considerando que no toda la población lee, sino que escucha la radio, mira televisión o tiene acceso a computadora. Estas secciones lucirán, estoy seguro, las gallardas cananas cruzadas de la inteligencia y del compromiso. Nuestra ciudad ha dado grandes líderes lo mismo formales que informales. No faltarán ahora. Somos nosotros. ¡Preguntemos a Dios dónde servir y hagámoslo!
Antonio CANCHOLA CASTRO
Hace días el Diario de Juárez publicó la noticia de la creación de un comando ciudadano de Juárez. La noticia se refería a la decisión de un sector juarense hastiado con la criminalidad que respaldaba la creación de un cuerpo que eliminaría a un “maleante” cada 24 horas. Esta noticia despertó en mí diversos sentimientos y reacciones. Unas de curiosidad, otras de preocupación y finalmente estas reflexiones que confío no serán tardías.
Primero, una vez que hube leído tal noticia estuve atento a los comentarios que dicho medio publicaría. En poco tiempo podían leerse toda clase de vítores y expresiones de apoyo y simpatía. Algunos de los comentaristas se firmaron como “villistas” y una dama se ofreció como “adelita”. Otros más señalaron a candidatos a recibir el castigo del “verdugo ciudadano”. No faltaban expresiones soeces y desconsideradas hacia la autoridad. Durante el lapso que ha durado esta etapa de violencia he podido seguir tanto las noticias en el Diario como los comentarios que publica.
Los encargados de seleccionar los comentarios no han sido muy responsables ni selectivos. Seguramente se le puede atribuir a la garantía constitucional de libertad de expresión que ondea alto o bien a la manifestación del nivel y ánimo promedio de los lectores de este medio.
Los comentaristas cuyas contribuciones fueron publicadas:
- Quieren unirse y contribuir al esfuerzo punitivo
- Señalan candidatos a la ejecución
- Expresan, en el caso de uno de ellos, que Dios debe quedar a un lado, y dar paso a la acción.
El arrepentimiento no es solo un sentimiento de culpabilidad o el ruborizarse o sentirse frustrado o acaso tristes. Arrepentirse significa un dolor en el alma seguido de un cambio en nuestro camino para no ofender más a Dios. ¿Puede haber un arrepentimiento social? Estoy seguro que sí. Requiere, es cierto, que la sociedad sea madura y capaz de revisarse sin miedo.
Si emprendemos una revisión de nuestra sociedad podemos actuar de una manera madura o de una manera machista. De manera madura revisaremos con cuidado todas nuestras circunstancias y reconoceremos dónde está nuestra responsabilidad en las fallas para corregirlas. De la manera machista vociferaremos y pediremos un rifle para unirnos a la “bola”.
Nuestra sociedad tiene grandes fallas que deben dolerle. Donde se lea nuestra sociedad, sugiero que se lea nosotros. Donde se lea nosotros debe pues leerse yo. Nuestra sociedad necesita cambiar, puede hacerlo y debe querer hacerlo, arrepentirse. Acercarse a Dios no es un rito o una pausa en la vida sino la vida misma. La convulsión que ahora vivimos refleja el mal funcionamiento de familias, instituciones educativas, cuerpos de seguridad pública, tribunales, congresos, partidos políticos, cámaras de comercio e industria, organismos empresariales, gremios, asociaciones, iglesias, clubes de servicio, gobierno federal, estatal y municipal. Los comentarios a la noticia, con toda su rudeza, son gritos de personas que exigen participar pero no existen canales para ello o no los encuentran para hacerlo. No hay claridad en las acciones o no hay siquiera acciones.
El liderazgo, tal como lo modela Jesús, es servir y no servirse. Nuestra sociedad carece ahora de liderazgo. Donde se lea nuestra sociedad debemos leer nosotros; donde nosotros, con arrepentimiento, debe leerse yo. Donde leas yo, lector, acércate a Dios para clamar por dirección. Señor mío, estoy arrepentido de mi antigua forma de vivir, ¿cómo puedo servir a mi ciudad? ¿Cómo puedo ayudar para cambiar esto? En mi familia y trabajo, ¿qué debo hacer para evitar la violencia? ¡Ayúdame a saber cómo actuar! Y una vez que hayas preguntado, escucha. Dios siempre responde. Él es fiel.
El excelente texto que publicó este blog titulado Vive, vive, vive, (http://juarezbuscaadios.blogspot.com/2009/01/vive-vive-vive.html) nos convoca a conocer los esfuerzos de México Unido contra la Delincuencia u otras experiencias en el mundo en contra de la criminalidad. Los medios de comunicación junto con las instituciones educativas y las cámaras empresariales pueden impulsar un esfuerzo colectivo para crear secciones especiales destinadas a divulgar enseñanza para prevenir el delito, para difundir la cultura de la legalidad, para elevar las miras considerando que no toda la población lee, sino que escucha la radio, mira televisión o tiene acceso a computadora. Estas secciones lucirán, estoy seguro, las gallardas cananas cruzadas de la inteligencia y del compromiso. Nuestra ciudad ha dado grandes líderes lo mismo formales que informales. No faltarán ahora. Somos nosotros. ¡Preguntemos a Dios dónde servir y hagámoslo!
Antonio CANCHOLA CASTRO
viernes, 16 de enero de 2009
“No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal” - Romanos 10:21
Hace tiempo que he querido publicar este artículo. En días recientes me ha sido muy notorio que algo nos está pasando como resultado de la crisis de violencia y crimen en nuestra ciudad. Lo identifico en mi vida y lo veo suceder en otros. He visto que el temor a que me pase algo malo me ha llevado a NO HACER cosas que deberíamos seguir haciendo - como ayudar a personas en la calle que se les ha descompuesto su carro, bajar el vidrio para escuchar a alguien que me quiere pedir alguna ayuda en un crucero, sospechar de todo el que me llama por teléfono y no lo conozco, etc. En otras palabras, la presencia y actos de algunos criminales me ha llevado a sospechar de todos y a buscar protegerme de la posibilidad de que alguien me haga un daño.
En esta Navidad un amigo me contó que su hermano fue atacado en un transitado crucero de nuestra ciudad. Fue sacado de su automóvil amenazado con un cuchillo con la intención de robarle su carro. Al oponer resistencia fue brutalmente golpeado por 4 individuos inclusive recibiendo un golpe en la cara con una “L” y múltiples patadas en el piso. Este hombre se pudo percatar que los demás automovilistas que se encontraban en el crucero, no querían ni siquiera voltear a verlo y nadie se ofreció a ayudarlo, ni cuando lo estaban golpeando ni después que habían huido los maleantes. ¿A esto hemos llegado los Juarenses? ¿En dónde quedó la solidaridad? ¿Desapareció ya el heroísmo y la disposición de ayudar al caído? ¿Estamos dispuestos a presenciar un crimen pero sin movernos a impedirlo? ¿Qué si lo hubieran matado a golpes? Podemos suponer que si 2 o 3 hombres se hubieran bajado de sus automóviles los maleantes hubieran huido. Tal vez, el hombre hubiera recibido menos golpes, pero lo que si es seguro es que no se hubiera sentido abandonado por sus conciudadanos.
En otro incidente navideño, una jovencita fue sacada del pequeño negocio familiar y secuestrada por varias horas por unos mozalbetes armados solo con un cuchillo. A unos metros de distancia varios empleados de otro negocio, entre los que había varios hombres, presenciaron todo el suceso y solo atinaron cerrar las puertas del negocio con llave para impedir que a ellos les fuera a pasar algo. Ante la mirada de varios hombres se llevaron a una jovencita que pudiera haber perdido la vida en manos de unos desalmados. ¿Qué les diría el padre de la joven a esos hombres? Me duele reconocer y confesar que no sé lo que yo hubiera hecho si yo hubiera sido uno de los que presenciaron estos crímenes. ¿Qué hubieras hecho tu?
Algunos me pueden decir que en este clima de inseguridad el ayudar a alguien significa arriesgar la vida. Pero Cristo dijo que no hay mayor amor que este, que alguien de su vida por sus amigos. El heroísmo es precisamente eso, arriesgar tu vida para salvar a otro. Si acepto este argumento y justifico el no haber hecho nada, entonces estoy diciendo que por la inseguridad debemos renunciar a ese amor y que cada quien debe entonces solo cuidar su propia integridad. No puedo aceptar eso. Una sociedad no se puede sostener si no hay valores superiores. Creo que uno de esos valores es que debemos estar dispuestos a luchar y hasta arriesgar la vida por el bien general. Eso es lo que hacen los soldados en el ejército, los bomberos y los policías. Pero creo que también lo deben hacer los hombres de valor y de bien. Estoy seguro que todos estos malhechores saben que nadie se atreverá a intervenir y por eso se han vuelto tan atrevidos y descarados en sus crímenes.
¿Recuerdan la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:30-37)? Este “cierto hombre” cayó en manos de malhechores, fue asaltado y golpeado y dejado por muerto. Pasaron dos “hombres de bien”, un sacerdote y un levita, pero estos pasaron de largo, inclusive dice que pasaron por el otro lado del camino, y no ayudaron al victimado. Pero un Samaritano extranjero pasó y le tendió la mano, lo levantó, lo curó y lo cuidó. Solo él extendió misericordia y Cristo dijo que nosotros deberíamos hacer lo mismo. El sacerdote y el levita tal vez obraron sin compasión debido a su gran egoísmo o indolencia, pero nosotros podríamos hacer lo mismo – esto es, pasar de largo - debido a nuestro temor. Aunque sea por temor, no estaríamos haciendo lo que debemos hacer – esto es, extender misericordia.
El mayor peligro para Juárez sigue siendo que la gente de bien decida no hacer el bien por temor a que le pase algo malo. ¿Cuánto bien se habrá dejado de hacer porque salimos de nuestra casa pensando: “Algo malo me puede suceder hoy”? Los animo a que salgan de sus casas con la disposición de ayudar al necesitado y la firme intención de buscar la oportunidad de hacer un bien a alguien. Hay gente que está saliendo de sus casas con la firme intención de hacerle un mal a alguien más. Pero, ¡somos más los que podemos salir con la intención contraria! Si muchos de nosotros estamos dispuestos a arriesgarnos por defender a alguien, estoy seguro que prevaleceremos. Si muchos de nosotros nos convertimos en “Buenos Samaritanos” contaremos con la bendición de Dios para nuestra ciudad.
Hace tiempo que he querido publicar este artículo. En días recientes me ha sido muy notorio que algo nos está pasando como resultado de la crisis de violencia y crimen en nuestra ciudad. Lo identifico en mi vida y lo veo suceder en otros. He visto que el temor a que me pase algo malo me ha llevado a NO HACER cosas que deberíamos seguir haciendo - como ayudar a personas en la calle que se les ha descompuesto su carro, bajar el vidrio para escuchar a alguien que me quiere pedir alguna ayuda en un crucero, sospechar de todo el que me llama por teléfono y no lo conozco, etc. En otras palabras, la presencia y actos de algunos criminales me ha llevado a sospechar de todos y a buscar protegerme de la posibilidad de que alguien me haga un daño.
En esta Navidad un amigo me contó que su hermano fue atacado en un transitado crucero de nuestra ciudad. Fue sacado de su automóvil amenazado con un cuchillo con la intención de robarle su carro. Al oponer resistencia fue brutalmente golpeado por 4 individuos inclusive recibiendo un golpe en la cara con una “L” y múltiples patadas en el piso. Este hombre se pudo percatar que los demás automovilistas que se encontraban en el crucero, no querían ni siquiera voltear a verlo y nadie se ofreció a ayudarlo, ni cuando lo estaban golpeando ni después que habían huido los maleantes. ¿A esto hemos llegado los Juarenses? ¿En dónde quedó la solidaridad? ¿Desapareció ya el heroísmo y la disposición de ayudar al caído? ¿Estamos dispuestos a presenciar un crimen pero sin movernos a impedirlo? ¿Qué si lo hubieran matado a golpes? Podemos suponer que si 2 o 3 hombres se hubieran bajado de sus automóviles los maleantes hubieran huido. Tal vez, el hombre hubiera recibido menos golpes, pero lo que si es seguro es que no se hubiera sentido abandonado por sus conciudadanos.
En otro incidente navideño, una jovencita fue sacada del pequeño negocio familiar y secuestrada por varias horas por unos mozalbetes armados solo con un cuchillo. A unos metros de distancia varios empleados de otro negocio, entre los que había varios hombres, presenciaron todo el suceso y solo atinaron cerrar las puertas del negocio con llave para impedir que a ellos les fuera a pasar algo. Ante la mirada de varios hombres se llevaron a una jovencita que pudiera haber perdido la vida en manos de unos desalmados. ¿Qué les diría el padre de la joven a esos hombres? Me duele reconocer y confesar que no sé lo que yo hubiera hecho si yo hubiera sido uno de los que presenciaron estos crímenes. ¿Qué hubieras hecho tu?
Algunos me pueden decir que en este clima de inseguridad el ayudar a alguien significa arriesgar la vida. Pero Cristo dijo que no hay mayor amor que este, que alguien de su vida por sus amigos. El heroísmo es precisamente eso, arriesgar tu vida para salvar a otro. Si acepto este argumento y justifico el no haber hecho nada, entonces estoy diciendo que por la inseguridad debemos renunciar a ese amor y que cada quien debe entonces solo cuidar su propia integridad. No puedo aceptar eso. Una sociedad no se puede sostener si no hay valores superiores. Creo que uno de esos valores es que debemos estar dispuestos a luchar y hasta arriesgar la vida por el bien general. Eso es lo que hacen los soldados en el ejército, los bomberos y los policías. Pero creo que también lo deben hacer los hombres de valor y de bien. Estoy seguro que todos estos malhechores saben que nadie se atreverá a intervenir y por eso se han vuelto tan atrevidos y descarados en sus crímenes.
¿Recuerdan la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:30-37)? Este “cierto hombre” cayó en manos de malhechores, fue asaltado y golpeado y dejado por muerto. Pasaron dos “hombres de bien”, un sacerdote y un levita, pero estos pasaron de largo, inclusive dice que pasaron por el otro lado del camino, y no ayudaron al victimado. Pero un Samaritano extranjero pasó y le tendió la mano, lo levantó, lo curó y lo cuidó. Solo él extendió misericordia y Cristo dijo que nosotros deberíamos hacer lo mismo. El sacerdote y el levita tal vez obraron sin compasión debido a su gran egoísmo o indolencia, pero nosotros podríamos hacer lo mismo – esto es, pasar de largo - debido a nuestro temor. Aunque sea por temor, no estaríamos haciendo lo que debemos hacer – esto es, extender misericordia.
El mayor peligro para Juárez sigue siendo que la gente de bien decida no hacer el bien por temor a que le pase algo malo. ¿Cuánto bien se habrá dejado de hacer porque salimos de nuestra casa pensando: “Algo malo me puede suceder hoy”? Los animo a que salgan de sus casas con la disposición de ayudar al necesitado y la firme intención de buscar la oportunidad de hacer un bien a alguien. Hay gente que está saliendo de sus casas con la firme intención de hacerle un mal a alguien más. Pero, ¡somos más los que podemos salir con la intención contraria! Si muchos de nosotros estamos dispuestos a arriesgarnos por defender a alguien, estoy seguro que prevaleceremos. Si muchos de nosotros nos convertimos en “Buenos Samaritanos” contaremos con la bendición de Dios para nuestra ciudad.
Luchando contra el Mal con el Mal
Esta semana hemos sido sorprendidos con la noticia de que aparentemente hay un “Comando Ciudadano por Juárez” que se ha propuesto luchar contra la criminalidad matando un maleante cada 24 horas. Esto se ha difundido por los medios sin que haya provocado aún la respuesta de nuestras autoridades (http://www.diario.com.mx/nota.php?notaid=ea97927ba959b790c60fb2d3066aa1a). No sabemos si en realidad exista este comando o sea solo una estrategia de algunas personas para inspirar terror en los criminales y esperanza en los ciudadanos. Sin embargo, parece haber indicios que si ha habido ejecuciones recientes que pudieran acreditarse a grupos de esta naturaleza. Si ya existe o se pretende que exista, todos debemos preguntarnos si esto es lo que nuestra ciudad necesita o si en lugar de ser una solución al problema viene más bien a agravarlo.
La tentación de todos nosotros es a querer que esto se acabe de cualquier forma posible. Sospecho que la mayoría de nosotros estaríamos secretamente de acuerdo a que se ejecute a los malhechores. En ese profundo sentido de inseguridad que todos compartimos anida el deseo de que alguien venga y haga justicia por cualquier medio necesario. Esta es la premisa de muchas de las películas de acción que se producen en estos tiempos. Hay un mal terrible, oculto, corrupto, poderoso, luego viene algún héroe, rebelde, implacable, incorruptible, que sin sujetarse a las normas de la ley hace lo que nadie se atreve a hacer, y ajusticia a los malvados por su propia mano. Al final todos lo consideran como un héroe y los que se oponen a él y a sus métodos aparecen como unos insensatos cerrados, pues tienen más consideración de las leyes en lugar de apreciar los resultados que produce un no-conformista. Estamos condicionados por esas historias y por nuestro temor y deseo de seguridad a aceptar como un mal necesario ese comando ciudadano. Pero, ¿debemos aceptarlo?
La respuesta es un rotundo no. No se puede luchar contra el mal con más mal. Primero que nada, no es bíblico, o sea, no está permitido por Dios. Dios le ha dado la autoridad de la espada al gobierno de las naciones. Esto nos indica que solo algunos deben tener la autoridad de ejercer la fuerza pública. Y que a esas personas se les ha delegado una autoridad sujeta a leyes públicamente reconocidas. Si ese gobierno no es capaz de implementar justicia y paz, eso no quiere decir que entonces tenemos la libertad de implementar nuestra propia justicia. ¿Quién dirige a esos empresarios que patrocinan ese comando? ¿A qué ley se están sujetando? ¿Qué lineamientos o procesos están siguiendo para determinar a quién deben ejecutar? ¿Quién les pedirá cuentas de sus decisiones o actos? ¿Quién los va a limitar o pondrá un tope a su poder? ¿Qué o quién podrá impedir que usen ese comando para sus propios intereses?
La verdad es que la historia está llena de instancias en que individuos o grupos de poder toman la decisión de cambiar las cosas por la fuerza de su propia mano. Es por eso que ha habido asesinatos de figuras públicas, derrocamientos de gobiernos, guerrillas, grupos de choque, escuadrones de la muerte, etc. Y detrás de todos esos casos se podrán encontrar personas o grupos que toman la decisión de usar su poder de manera ilícita para cambiar las cosas a su favor. En nuestro caso, hay personas que están viendo sus intereses afectados por la criminalidad y están dispuestos a pagar a un comando de asesinos a que cace malhechores y los ejecute. No podemos aceptar ni aplaudir algo como esto. La violencia siempre engendra mas violencia. El mal siempre produce mas mal. Derramar sangre injustamente, aunque parezca una medida necesaria, siempre ofenderá a Dios. Queremos paz y seguridad, pero no al precio de ejecuciones clandestinas por encima de la ley. Queremos justicia, pero también queremos un estado de derecho, en donde impere la ley y la autoridad establecida.
Yo hago un llamado a nuestras autoridades a que no acepten implícitamente con su silencio e inacción la ayuda de estos comandos. Ellos también tendrán que ser combatidos y detenidos si el objetivo es que se establezca un nuevo estado de derecho en nuestro país. De la misma forma que no podemos aceptar que el gobierno trance con los carteles para que se restablezca un “orden” aparente, tampoco podemos aceptar que se trance con este grupo para que les ayuden a limpiar nuestra ciudad.
La tentación de todos nosotros es a querer que esto se acabe de cualquier forma posible. Sospecho que la mayoría de nosotros estaríamos secretamente de acuerdo a que se ejecute a los malhechores. En ese profundo sentido de inseguridad que todos compartimos anida el deseo de que alguien venga y haga justicia por cualquier medio necesario. Esta es la premisa de muchas de las películas de acción que se producen en estos tiempos. Hay un mal terrible, oculto, corrupto, poderoso, luego viene algún héroe, rebelde, implacable, incorruptible, que sin sujetarse a las normas de la ley hace lo que nadie se atreve a hacer, y ajusticia a los malvados por su propia mano. Al final todos lo consideran como un héroe y los que se oponen a él y a sus métodos aparecen como unos insensatos cerrados, pues tienen más consideración de las leyes en lugar de apreciar los resultados que produce un no-conformista. Estamos condicionados por esas historias y por nuestro temor y deseo de seguridad a aceptar como un mal necesario ese comando ciudadano. Pero, ¿debemos aceptarlo?
La respuesta es un rotundo no. No se puede luchar contra el mal con más mal. Primero que nada, no es bíblico, o sea, no está permitido por Dios. Dios le ha dado la autoridad de la espada al gobierno de las naciones. Esto nos indica que solo algunos deben tener la autoridad de ejercer la fuerza pública. Y que a esas personas se les ha delegado una autoridad sujeta a leyes públicamente reconocidas. Si ese gobierno no es capaz de implementar justicia y paz, eso no quiere decir que entonces tenemos la libertad de implementar nuestra propia justicia. ¿Quién dirige a esos empresarios que patrocinan ese comando? ¿A qué ley se están sujetando? ¿Qué lineamientos o procesos están siguiendo para determinar a quién deben ejecutar? ¿Quién les pedirá cuentas de sus decisiones o actos? ¿Quién los va a limitar o pondrá un tope a su poder? ¿Qué o quién podrá impedir que usen ese comando para sus propios intereses?
La verdad es que la historia está llena de instancias en que individuos o grupos de poder toman la decisión de cambiar las cosas por la fuerza de su propia mano. Es por eso que ha habido asesinatos de figuras públicas, derrocamientos de gobiernos, guerrillas, grupos de choque, escuadrones de la muerte, etc. Y detrás de todos esos casos se podrán encontrar personas o grupos que toman la decisión de usar su poder de manera ilícita para cambiar las cosas a su favor. En nuestro caso, hay personas que están viendo sus intereses afectados por la criminalidad y están dispuestos a pagar a un comando de asesinos a que cace malhechores y los ejecute. No podemos aceptar ni aplaudir algo como esto. La violencia siempre engendra mas violencia. El mal siempre produce mas mal. Derramar sangre injustamente, aunque parezca una medida necesaria, siempre ofenderá a Dios. Queremos paz y seguridad, pero no al precio de ejecuciones clandestinas por encima de la ley. Queremos justicia, pero también queremos un estado de derecho, en donde impere la ley y la autoridad establecida.
Yo hago un llamado a nuestras autoridades a que no acepten implícitamente con su silencio e inacción la ayuda de estos comandos. Ellos también tendrán que ser combatidos y detenidos si el objetivo es que se establezca un nuevo estado de derecho en nuestro país. De la misma forma que no podemos aceptar que el gobierno trance con los carteles para que se restablezca un “orden” aparente, tampoco podemos aceptar que se trance con este grupo para que les ayuden a limpiar nuestra ciudad.
lunes, 5 de enero de 2009
¡Vive, Vive, Vive!
Recibí este escrito hace un par de semanas, está excelente y se los quiero recomendar. Fue escrito por un licenciado que conocemos y respetamos y refleja una postura inteligente y sensata ante la crisis que estamos viviendo. Creo que nos puede ayudar a asumir la postura ciudadana que nuestra ciudad necesita de todos nosotros. está un poco largo pero vale la pena leerlo completo:
Ciudad Juárez, Chihuahua, a 10 de diciembre de 2008
Hoy secuestraron a mi amigo Alberto. Un "secuestro express". Mientras escribo esto me entero que después de más de 10 horas de incertidumbre su hijo pagó su rescate y de que lo liberaron en un lugar remoto de Juárez tras haberle robado también su carro, su cartera y su teléfono. Corrió con suerte, pero hoy, durante las eternas horas de su captura, la muerte no habló despacio y lentamente al oído de Alberto y de su familia. Les gritó.
Lo triste es que ésta es sólo una de las ya muchas historias de violencia que cada uno de nosotros puede contar. La muerte anda gritando por todo Juárez desde hace meses y sus gritos nos han amedrentado hasta la parálisis. Y yo me pregunto: ¿En dónde está el Juárez pensante? ¿A dónde se fue el Juárez valiente? ¿En dónde se escondió el Juárez trabajador?
Fernando Savater abre su libro de filosofía "Las Preguntas de la Vida", con un capítulo sobre la muerte, afirmando que él empezó a pensar cuando se percató de que algún día inevitablemente moriría. En este capítulo insiste que aunque no siempre estemos conscientes de ello, la muerte no sólo es cierta, es además perpetuamente inminente. Asevera también que aunque la muerte parezca en ocasiones improbable, siempre es posible.
Que trágicas nos suenan hoy esas palabras. En el año 2008, la muerte en Ciudad Juárez es perpetuamente inminente y altamente probable. Y después de más de 1,500 homicidios, ya es hora de que TODOS los juarenses nos pongamos a pensar.
Yo entiendo el reclamo generalizado de que es indispensable que las autoridades hagan su trabajo. Es indispensable e inaplazable. Pero eso no exime al resto de la sociedad de su obligación de hacer lo que a ella le corresponde.
Atrapada entre las garras de la crisis económica mundial y de los problemas nacionales, el crimen local hace que Ciudad Juárez sufra hoy el embate de una "tormenta perfecta". Un puñado de bandidos nos ataca justo cuando más vulnerables estamos y la ciudad se nos desmorona entre las manos por su culpa. Y entre gritos de muerte, muchos de nuestros sueños se mueren también.
La violencia nos llegó repentina, abruptamente y nos avasalló. Fue un knock-out del que aún no nos levantamos. Vivimos aterrorizados en nuestras casas en un encierro autoimpuesto. Como en ghettos, como ovejas. No vamos a los restaurantes, ni a los cines, y tenemos miedo de los semáforos y hasta de las escuelas.
Y no son pocos quienes ya han abandonado la ciudad, como quien salta la borda de un buque torpedeado, en busca de la fácil seguridad que nos ofrece residir en El Paso.
Yo vivo en una colonia linda, con magníficos vecinos con quienes me encanta vivir. Pero el éxodo ya empezó. Ya se fueron Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Unos a El Paso y otros a sus ciudades natales. Tal vez quienes lleguen a ocupar sus casas sean personas buenas, tal vez no. Pero sea quienes fueren no van a ser Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Y a mí me gustan Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Y mi colonia y mi ciudad son menos buenas porque ellos ya no viven aquí.
Entiendo perfectamente los motivos que inspiran a mis vecinos a mudarse. Pero ellos se van y la ciudad se va al carajo. Es el asunto de los micro-motivos y de los macro-comportamientos. Mis vecinos se mudan porque les conviene a ellos, y la ciudad tiene una fuga masiva de talentos y de voluntades. No se quedan a pelear.
La ciudad de El Paso es nuestra bendición y nuestra maldición. El Paso es la razón por la cual no fue sino hasta hace unos cuantos años que en Juárez tuvimos un buen teatro, o un gran hospital, o un mall decoroso, o mejores escuelas. ¡Por qué esforzarnos en construirlos aquí si ya los teníamos en El Paso!
Yo respeto su decisión de partir pues están velando por la seguridad de sus seres más queridos, pero sería falso decir que su retiro es inconsecuente para el bienestar futuro de esta ciudad. Viktor Frankl, el siquiatra Austriaco que con su familia fue internado en el campo de concentración Nazi de Theresienstadt cuenta que en esas prisiones por lo general solo se mantenían vivos quienes habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la existencia, los que estaban dispuestos a recurrir a cualquier medio, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse. Con profunda tristeza afirma: "los que hemos vuelto de ahí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros - como cada cual prefiera llamarlos - lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron". Si los hombres y mujeres de buena voluntad de esta ciudad la abandonamos, mudándonos o pecando de omisión con nuestra pasividad, le estaremos entregando las llaves de la ciudad a quienes han perdido todos sus escrúpulos.
Por eso insisto en que es indispensable que nosotros, la sociedad, debemos cumplir con la obligación de hacer la parte que nos corresponde en la lucha contra la delincuencia.
Y esa obligación no se limita a exigirle a los gobernantes que cumplan su cometido. Ni a hacer "toques de queda civiles" en contra de los ya casi extintos restauranteros o huelgas fiscales para "ponerle presión a las autoridades". Dos males no hacen un bien. Yo sé que hay muchísima gente que no está de acuerdo conmigo, pero me parece que Calderón, Reyes Baeza, Reyes Ferriz, el ejército y la policía no requieren más acicate que el que nuestras deplorables circunstancias actuales ya les imponen. No necesitan más detractores, sino más aliados. Pero ¿dónde están esos aliados?
Por eso me sigo preguntando, ¿dónde están los valientes hombres y mujeres de Juárez? ¿Dónde están los inteligentes y trabajadores? ¿Dónde está el Juárez con iniciativa? Son preguntas apremiantes, porque los juarenses no tenemos espíritu de víctima. Nos enorgullecemos de tratar de ser dueños de nuestros destinos. Somos la gente ruda del norte. Quienes llegamos de otros lugares a hacer de éste nuestro hogar, dejamos familias y ciudades natales en busca de un lugar propicio para que nuestros esfuerzos generaran bienestar. Quienes aquí nacieron nos recibieron con los brazos abiertos asumiendo que los inmigrantes seríamos gente de buena voluntad que colaboraría para hacer de ésta una ciudad próspera. Pero parece que se nos olvidó que llegamos y seguimos aquí para construir una ciudad que nos permita vivir felices.
¿Cuántos asesinatos se requieren para mover a una sociedad a actuar? ¿Cuantos secuestros, extorsiones, robos de carros o de negocios?
Deja en este instante lo que planeabas hacer este día y piensa que es lo que TÚ vas a hacer para recuperar el control de tu ciudad. No existe hoy una necesidad más apremiante en nuestras vidas que recobrar el estado de derecho, pues sin legalidad, ninguno de nuestros demás proyectos tendrá frutos.
Ya es tiempo de que abandonemos nuestras diferencias y trabajemos para combatir al enemigo común, en una cruzada contra la delincuencia que incluya a todos los miembros de nuestra comunidad: estudiantes, escuelas, amas de casa, empresarios, iglesias, ONG's, trabajadores, sindicatos, colonos, maquiladoras y, por supuesto, gobierno.
Tenemos ya una infraestructura de organización social sobre la que podemos construir soluciones al problema de la violencia. Como la marina mercante que se transforma en tiempos de guerra para construir una armada. Pero necesitamos que cada uno de nosotros asuma su responsabilidad en este proyecto.
Debemos cobrar conciencia de que los criminales no son fantasmas, ni superhéroes. Son hombres y mujeres biológica y mentalmente tan vulnerables como nosotros. Aunque muchos de los líderes nacionales del crimen sean brillantes, los bandidos locales que hoy nos acosan, son individuos menos inteligentes y menos capaces que tú. Aún así nos traen entre las cuerdas y todo porque no estamos dispuestos ni siquiera a realizar el más elemental acto de defensa: la denuncia.
Empieza por comprar una tarjeta de teléfono público y llama al 288-0657 o al 288-0658 y reporta de manera anónima CUALQUIER actividad sospechosa o crimen del que tengas conocimiento. No puedo enfatizar suficiente sobre la importancia de la denuncia anónima, pues es la más segura y eficaz forma de ayudar a resolver y evitar crímenes. Es asunto de micro-motivos y de macro-comportamientos.
Pero no te detengas ahí. Usa tu talento para encontrar soluciones creativas y sensatas. Averigua qué fue lo que hicieron en Palermo en contra de la mafia. Descubre cómo se organiza un "Neighborhood Watch" para combatir el crimen en tu colonia. Averigua qué se requiere para implementar los programas de "Crime Stoppers”. Consigue traer a Juárez a “Mexico Unido Contra la delincuencia”. Apoya a la Fundación SOS de Alejandro Martí. Infórmate de cuáles son los compromisos que los gobiernos estatales y municipales adquirieron mediante el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad y asegúrate de que se implementen en Juárez. Encuentra tú las soluciones que no se le han ocurrido a nadie más.
No digas que los ciudadanos no podemos incidir en el combate del crimen hasta que no hayas hecho tu parte. Es asunto de micro-motivos y de macro-comportamientos. Yo ya empecé a dejar de ser una víctima pasiva. ¿Y tú?
Recuerda: ¡Vive, vive, vive!
Alguien me habló todos los días de mi vida
al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte. - Jaime Sabines
al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte. - Jaime Sabines
Ciudad Juárez, Chihuahua, a 10 de diciembre de 2008
Hoy secuestraron a mi amigo Alberto. Un "secuestro express". Mientras escribo esto me entero que después de más de 10 horas de incertidumbre su hijo pagó su rescate y de que lo liberaron en un lugar remoto de Juárez tras haberle robado también su carro, su cartera y su teléfono. Corrió con suerte, pero hoy, durante las eternas horas de su captura, la muerte no habló despacio y lentamente al oído de Alberto y de su familia. Les gritó.
Lo triste es que ésta es sólo una de las ya muchas historias de violencia que cada uno de nosotros puede contar. La muerte anda gritando por todo Juárez desde hace meses y sus gritos nos han amedrentado hasta la parálisis. Y yo me pregunto: ¿En dónde está el Juárez pensante? ¿A dónde se fue el Juárez valiente? ¿En dónde se escondió el Juárez trabajador?
Fernando Savater abre su libro de filosofía "Las Preguntas de la Vida", con un capítulo sobre la muerte, afirmando que él empezó a pensar cuando se percató de que algún día inevitablemente moriría. En este capítulo insiste que aunque no siempre estemos conscientes de ello, la muerte no sólo es cierta, es además perpetuamente inminente. Asevera también que aunque la muerte parezca en ocasiones improbable, siempre es posible.
Que trágicas nos suenan hoy esas palabras. En el año 2008, la muerte en Ciudad Juárez es perpetuamente inminente y altamente probable. Y después de más de 1,500 homicidios, ya es hora de que TODOS los juarenses nos pongamos a pensar.
Yo entiendo el reclamo generalizado de que es indispensable que las autoridades hagan su trabajo. Es indispensable e inaplazable. Pero eso no exime al resto de la sociedad de su obligación de hacer lo que a ella le corresponde.
Atrapada entre las garras de la crisis económica mundial y de los problemas nacionales, el crimen local hace que Ciudad Juárez sufra hoy el embate de una "tormenta perfecta". Un puñado de bandidos nos ataca justo cuando más vulnerables estamos y la ciudad se nos desmorona entre las manos por su culpa. Y entre gritos de muerte, muchos de nuestros sueños se mueren también.
La violencia nos llegó repentina, abruptamente y nos avasalló. Fue un knock-out del que aún no nos levantamos. Vivimos aterrorizados en nuestras casas en un encierro autoimpuesto. Como en ghettos, como ovejas. No vamos a los restaurantes, ni a los cines, y tenemos miedo de los semáforos y hasta de las escuelas.
Y no son pocos quienes ya han abandonado la ciudad, como quien salta la borda de un buque torpedeado, en busca de la fácil seguridad que nos ofrece residir en El Paso.
Yo vivo en una colonia linda, con magníficos vecinos con quienes me encanta vivir. Pero el éxodo ya empezó. Ya se fueron Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Unos a El Paso y otros a sus ciudades natales. Tal vez quienes lleguen a ocupar sus casas sean personas buenas, tal vez no. Pero sea quienes fueren no van a ser Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Y a mí me gustan Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Y mi colonia y mi ciudad son menos buenas porque ellos ya no viven aquí.
Entiendo perfectamente los motivos que inspiran a mis vecinos a mudarse. Pero ellos se van y la ciudad se va al carajo. Es el asunto de los micro-motivos y de los macro-comportamientos. Mis vecinos se mudan porque les conviene a ellos, y la ciudad tiene una fuga masiva de talentos y de voluntades. No se quedan a pelear.
La ciudad de El Paso es nuestra bendición y nuestra maldición. El Paso es la razón por la cual no fue sino hasta hace unos cuantos años que en Juárez tuvimos un buen teatro, o un gran hospital, o un mall decoroso, o mejores escuelas. ¡Por qué esforzarnos en construirlos aquí si ya los teníamos en El Paso!
Yo respeto su decisión de partir pues están velando por la seguridad de sus seres más queridos, pero sería falso decir que su retiro es inconsecuente para el bienestar futuro de esta ciudad. Viktor Frankl, el siquiatra Austriaco que con su familia fue internado en el campo de concentración Nazi de Theresienstadt cuenta que en esas prisiones por lo general solo se mantenían vivos quienes habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la existencia, los que estaban dispuestos a recurrir a cualquier medio, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse. Con profunda tristeza afirma: "los que hemos vuelto de ahí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros - como cada cual prefiera llamarlos - lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron". Si los hombres y mujeres de buena voluntad de esta ciudad la abandonamos, mudándonos o pecando de omisión con nuestra pasividad, le estaremos entregando las llaves de la ciudad a quienes han perdido todos sus escrúpulos.
Por eso insisto en que es indispensable que nosotros, la sociedad, debemos cumplir con la obligación de hacer la parte que nos corresponde en la lucha contra la delincuencia.
Y esa obligación no se limita a exigirle a los gobernantes que cumplan su cometido. Ni a hacer "toques de queda civiles" en contra de los ya casi extintos restauranteros o huelgas fiscales para "ponerle presión a las autoridades". Dos males no hacen un bien. Yo sé que hay muchísima gente que no está de acuerdo conmigo, pero me parece que Calderón, Reyes Baeza, Reyes Ferriz, el ejército y la policía no requieren más acicate que el que nuestras deplorables circunstancias actuales ya les imponen. No necesitan más detractores, sino más aliados. Pero ¿dónde están esos aliados?
Por eso me sigo preguntando, ¿dónde están los valientes hombres y mujeres de Juárez? ¿Dónde están los inteligentes y trabajadores? ¿Dónde está el Juárez con iniciativa? Son preguntas apremiantes, porque los juarenses no tenemos espíritu de víctima. Nos enorgullecemos de tratar de ser dueños de nuestros destinos. Somos la gente ruda del norte. Quienes llegamos de otros lugares a hacer de éste nuestro hogar, dejamos familias y ciudades natales en busca de un lugar propicio para que nuestros esfuerzos generaran bienestar. Quienes aquí nacieron nos recibieron con los brazos abiertos asumiendo que los inmigrantes seríamos gente de buena voluntad que colaboraría para hacer de ésta una ciudad próspera. Pero parece que se nos olvidó que llegamos y seguimos aquí para construir una ciudad que nos permita vivir felices.
¿Cuántos asesinatos se requieren para mover a una sociedad a actuar? ¿Cuantos secuestros, extorsiones, robos de carros o de negocios?
Deja en este instante lo que planeabas hacer este día y piensa que es lo que TÚ vas a hacer para recuperar el control de tu ciudad. No existe hoy una necesidad más apremiante en nuestras vidas que recobrar el estado de derecho, pues sin legalidad, ninguno de nuestros demás proyectos tendrá frutos.
Ya es tiempo de que abandonemos nuestras diferencias y trabajemos para combatir al enemigo común, en una cruzada contra la delincuencia que incluya a todos los miembros de nuestra comunidad: estudiantes, escuelas, amas de casa, empresarios, iglesias, ONG's, trabajadores, sindicatos, colonos, maquiladoras y, por supuesto, gobierno.
Tenemos ya una infraestructura de organización social sobre la que podemos construir soluciones al problema de la violencia. Como la marina mercante que se transforma en tiempos de guerra para construir una armada. Pero necesitamos que cada uno de nosotros asuma su responsabilidad en este proyecto.
Debemos cobrar conciencia de que los criminales no son fantasmas, ni superhéroes. Son hombres y mujeres biológica y mentalmente tan vulnerables como nosotros. Aunque muchos de los líderes nacionales del crimen sean brillantes, los bandidos locales que hoy nos acosan, son individuos menos inteligentes y menos capaces que tú. Aún así nos traen entre las cuerdas y todo porque no estamos dispuestos ni siquiera a realizar el más elemental acto de defensa: la denuncia.
Empieza por comprar una tarjeta de teléfono público y llama al 288-0657 o al 288-0658 y reporta de manera anónima CUALQUIER actividad sospechosa o crimen del que tengas conocimiento. No puedo enfatizar suficiente sobre la importancia de la denuncia anónima, pues es la más segura y eficaz forma de ayudar a resolver y evitar crímenes. Es asunto de micro-motivos y de macro-comportamientos.
Pero no te detengas ahí. Usa tu talento para encontrar soluciones creativas y sensatas. Averigua qué fue lo que hicieron en Palermo en contra de la mafia. Descubre cómo se organiza un "Neighborhood Watch" para combatir el crimen en tu colonia. Averigua qué se requiere para implementar los programas de "Crime Stoppers”. Consigue traer a Juárez a “Mexico Unido Contra la delincuencia”. Apoya a la Fundación SOS de Alejandro Martí. Infórmate de cuáles son los compromisos que los gobiernos estatales y municipales adquirieron mediante el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad y asegúrate de que se implementen en Juárez. Encuentra tú las soluciones que no se le han ocurrido a nadie más.
No digas que los ciudadanos no podemos incidir en el combate del crimen hasta que no hayas hecho tu parte. Es asunto de micro-motivos y de macro-comportamientos. Yo ya empecé a dejar de ser una víctima pasiva. ¿Y tú?
Recuerda: ¡Vive, vive, vive!
viernes, 2 de enero de 2009
Una Respuesta Cristiana a No Pagar Impuestos
Este es otro correo que he querido publicar con respecto del llamado a la suspensión de pago de impuestos este año. Este correo está escrito desde una perspectiva Cristiana y creo debe ayudar a todos aquellos que quieran actuar conforme a las Escrituras. Desgraciadamente, hay muchos Cristianos que en ignorancia de las Escrituras están dando su consentimiento a acciones que van en contra de la Palabra de Dios. Espero que les sirva
Querido J.:
Te agradezco que me sigas enviando mensajes relevantes que tienen que ver con la problemática tan grave que estamos viviendo. Sin embargo, en esta ocasión y con todo el respeto que tanto tú como todos los habitantes de nuestra ciudad se merecen, permíteme expresarte mi humilde opinión al respecto.
Creo que dejar de pagar impuestos, o cualquier otro acto ilegal, lejos de contribuir a la solución, nos hundiría aun más en la anarquía e injusticia que estamos padeciendo, por la sencilla razón de que un mal jamás es la solución para corregir otro mal; esto sólo hace que el mal se multiplique, y no que se reduzca. Es como cuando en nuestros hogares hay gritos y conflictos. Aunque muchos esposos piensan que la solución es gritar más fuerte, la verdad es que eso sólo empeora las cosas, y si las calma momentáneamente, es sólo una calma falsa y efímera que eventualmente se desvanecerá ante la realidad de los sentimientos que aún existen en el interior de las personas involucradas. Así también, uno o más actos de ilegalidad de nuestra parte, sólo harán que aumente el caos que ya existe precisamente por causa de múltiples actos de ilegalidad.
Considero que la verdadera solución, tanto en esto como en todas las áreas de la vida, es actuar conforme a los principios que Dios nos ha dejado en Su palabra, aunque nos parezcan difíciles de entender o aun hasta incongruentes. Y lo que Dios nos manda en cuanto a nuestras obligaciones para con nuestro gobierno, está muy claro en el capítulo 13 del libro de Romanos en el Nuevo Testamento, lo cual consiste en pagar fielmente nuestros tributos o impuestos, independientemente de que ese gobierno esté cumpliendo o no con sus obligaciones. Hasta el mismo Señor Jesucristo nos dio un ejemplo de esto, al pagar sus impuestos a uno de los más corruptos y abusivos imperios que han existido, el imperio Romano. Claro que no estoy diciendo que no hagamos nada con respecto a la corrupción e incompetencia de nuestro gobierno; podemos y debemos denunciarla y exigir cambios, pero siempre dentro de un marco de respeto y legalidad.
El problema de fondo, mi estimado J, es que la mayoría de los mexicanos no le creen a Dios ( y si dicen que sí le creen, es sólo con sus labios y sus mentes, pero no con sus acciones), y por eso deciden actuar de acuerdo a su propia opinión, y no de acuerdo a lo que Dios nos manda en Su palabra. Pero si tú realmente le crees, esa fe se puede demostrar sólo de una manera, y esa manera es la obediencia cabal, no sólo parcial o selectiva. Ojalá que cada día más mexicanos le creamos realmente a Dios y lo demostremos por medio de una manera de vivir obediente a sus principios. Proverbios 3:7 dice así: “No seas sabio en tu propia opinión; más bien teme al Señor y apártate del mal.”
Espero que lo anterior te sea de algún provecho amigo, y si en algo más puedo servirte, estoy a tus respetables órdenes.
Saludos en Cristo
A.Muñoz
Querido J.:
Te agradezco que me sigas enviando mensajes relevantes que tienen que ver con la problemática tan grave que estamos viviendo. Sin embargo, en esta ocasión y con todo el respeto que tanto tú como todos los habitantes de nuestra ciudad se merecen, permíteme expresarte mi humilde opinión al respecto.
Creo que dejar de pagar impuestos, o cualquier otro acto ilegal, lejos de contribuir a la solución, nos hundiría aun más en la anarquía e injusticia que estamos padeciendo, por la sencilla razón de que un mal jamás es la solución para corregir otro mal; esto sólo hace que el mal se multiplique, y no que se reduzca. Es como cuando en nuestros hogares hay gritos y conflictos. Aunque muchos esposos piensan que la solución es gritar más fuerte, la verdad es que eso sólo empeora las cosas, y si las calma momentáneamente, es sólo una calma falsa y efímera que eventualmente se desvanecerá ante la realidad de los sentimientos que aún existen en el interior de las personas involucradas. Así también, uno o más actos de ilegalidad de nuestra parte, sólo harán que aumente el caos que ya existe precisamente por causa de múltiples actos de ilegalidad.
Considero que la verdadera solución, tanto en esto como en todas las áreas de la vida, es actuar conforme a los principios que Dios nos ha dejado en Su palabra, aunque nos parezcan difíciles de entender o aun hasta incongruentes. Y lo que Dios nos manda en cuanto a nuestras obligaciones para con nuestro gobierno, está muy claro en el capítulo 13 del libro de Romanos en el Nuevo Testamento, lo cual consiste en pagar fielmente nuestros tributos o impuestos, independientemente de que ese gobierno esté cumpliendo o no con sus obligaciones. Hasta el mismo Señor Jesucristo nos dio un ejemplo de esto, al pagar sus impuestos a uno de los más corruptos y abusivos imperios que han existido, el imperio Romano. Claro que no estoy diciendo que no hagamos nada con respecto a la corrupción e incompetencia de nuestro gobierno; podemos y debemos denunciarla y exigir cambios, pero siempre dentro de un marco de respeto y legalidad.
El problema de fondo, mi estimado J, es que la mayoría de los mexicanos no le creen a Dios ( y si dicen que sí le creen, es sólo con sus labios y sus mentes, pero no con sus acciones), y por eso deciden actuar de acuerdo a su propia opinión, y no de acuerdo a lo que Dios nos manda en Su palabra. Pero si tú realmente le crees, esa fe se puede demostrar sólo de una manera, y esa manera es la obediencia cabal, no sólo parcial o selectiva. Ojalá que cada día más mexicanos le creamos realmente a Dios y lo demostremos por medio de una manera de vivir obediente a sus principios. Proverbios 3:7 dice así: “No seas sabio en tu propia opinión; más bien teme al Señor y apártate del mal.”
Espero que lo anterior te sea de algún provecho amigo, y si en algo más puedo servirte, estoy a tus respetables órdenes.
Saludos en Cristo
A.Muñoz
Una Respuesta a No Pagar Impuestos
Este es un correo que recibí de un amigo en respuesta a los muchos correos que se están enviando motivando a la gente a un boicot contra el pago de impuestos en este comienzo de año. Es importante que en esto tengamos una perspectiva correcta y este mensaje lo expresa muy bien...
Soy un ciudadano. Quiero aclarar que no tengo familiares en el gobierno ni otros intereses, tampoco soy millonario ni vivo en El Paso, Tx., ajeno a todo lo que ocurre en nuestra ciudad, por el contrario soy un padre de familia y educador que está preocupado por la situación que estamos viviendo como sociedad en conjunto.
Comento esto porque veo con preocupación que desde hace semanas se han estado generando y enviando correos invitándonos a no pagar los impuestos como una manera de presionar el gobierno ante la falta de resultados en materia de seguridad publica básicamente. Esto pareciera interesante ante los ojos de muchos y hasta justificable porque es evidente que los índices delictivos y la violencia se han incrementado sin que hasta el momento veamos resultados tangibles en esta y otras áreas de la Administración Publica, sin embargo, como ciudadano, no creo que el caos se deba atacar con mas caos, es decir, los gobiernos usan para su funcionamiento el dinero que se capta por concepto de impuestos, dejar de pagarlos podría significar un suicidio social ya que si con los impuestos que se pagan la situación es difícil, sin esos recursos la situación pudiera convertirse en catastrófica para todos, y lo que es peor, afectar otros ámbitos del gobierno.
Me preocupa como padre de familia que el crimen este dentro de las organizaciones encargadas de administrar y aplicar la justicia, me preocupa que un hombre denuncie un ilícito y al otro día aparezca asesinado, me preocupa que delincuentes sean detenidos y después puestos en libertad porque no se elaboro adecuadamente el expediente o por la falta de ratificación de las denuncias de nosotros los ciudadanos, pero ¿cuánta culpa tenemos todos como ciudadanos de que la situación este así?, ¿cuántos sabemos que nuestros vecinos andan mal y lo toleramos?, ¿cuántos sabemos que ciertos negocios son producto del lavado del dinero y seguimos consumiendo en ellos?, ¿cuántos compramos películas y ropa pirata porque es más barato?, cuantos seguimos dando mordidas en todo tipo de tramites porque no queremos perder nuestro valioso tiempo?, ¿cuántos nos adelantamos en las filas porque ya es tarde?, ¿cuántos no respetamos la luz roja aunque vayamos rumbo a la Iglesia a pagar nuestras culpas y pecados semanales?, ¿cuantos agandallamos el mejor lugar porque pensamos que es nuestro derecho?, ¿cuantos le hacemos la tarea a nuestros hijos porque sentarse con ellos implica tiempo?, ¿cuántos no les corregimos aunque nos falten al respeto?
Nos gusta exigir pero no dar ni hacer nuestra parte para que esta situación cambie, el cambio verdadero está en la medida que nos entendamos como ciudadanos y por ende coparticipes de la responsabilidad, si estoy de acuerdo en exigir a los gobiernos pero por medio de los canales de comunicación adecuado, no pagar impuestos seria darle manga ancha a los delincuentes, decirles que ellos han vencido nuestra voluntad como parte de esta sociedad. Yo no estoy dispuesto a ello, en la medida de mis posibilidades ( ya que también batallo en lo económico), estaré pagando mis impuestos porque eso quiero enseñar a mis hijas, decirles que hay una autoridad y que esa se respeta en las buenas y en las malas, no solo cuando las cosas están bien, que me vean exigir pero por medio de la razón y de las palabras no por acciones que lastimen y afecten a terceros, creo que esa puede ser una de las mejores lecciones de vida que reciban.
Hay que dejar escuchar nuestra voz para que el gobierno reciba el mensaje, necesitamos leer y estar consientes de la situación que nos rodea, entender el contexto y lo que viene, no solo escuchar el chisme y propagarlo sin sustento, leer entre líneas lo que esta impactando a las personas y a nuestra sociedad, hacernos conscientes de nosotros y de los demás, preocuparnos por lo que nuestros hijos, ven, leen y escuchan, cuidar sus amistades, tratar de ser buenos modelos y sobre todo confiar en Dios y que eso sea visto y sentido por los demás. El 2009 no parece, ni va a ser sencillo, pero entre todos lo podemos hacer menos difícil, ¿no creen?
EDUARDO S
Soy un ciudadano. Quiero aclarar que no tengo familiares en el gobierno ni otros intereses, tampoco soy millonario ni vivo en El Paso, Tx., ajeno a todo lo que ocurre en nuestra ciudad, por el contrario soy un padre de familia y educador que está preocupado por la situación que estamos viviendo como sociedad en conjunto.
Comento esto porque veo con preocupación que desde hace semanas se han estado generando y enviando correos invitándonos a no pagar los impuestos como una manera de presionar el gobierno ante la falta de resultados en materia de seguridad publica básicamente. Esto pareciera interesante ante los ojos de muchos y hasta justificable porque es evidente que los índices delictivos y la violencia se han incrementado sin que hasta el momento veamos resultados tangibles en esta y otras áreas de la Administración Publica, sin embargo, como ciudadano, no creo que el caos se deba atacar con mas caos, es decir, los gobiernos usan para su funcionamiento el dinero que se capta por concepto de impuestos, dejar de pagarlos podría significar un suicidio social ya que si con los impuestos que se pagan la situación es difícil, sin esos recursos la situación pudiera convertirse en catastrófica para todos, y lo que es peor, afectar otros ámbitos del gobierno.
Me preocupa como padre de familia que el crimen este dentro de las organizaciones encargadas de administrar y aplicar la justicia, me preocupa que un hombre denuncie un ilícito y al otro día aparezca asesinado, me preocupa que delincuentes sean detenidos y después puestos en libertad porque no se elaboro adecuadamente el expediente o por la falta de ratificación de las denuncias de nosotros los ciudadanos, pero ¿cuánta culpa tenemos todos como ciudadanos de que la situación este así?, ¿cuántos sabemos que nuestros vecinos andan mal y lo toleramos?, ¿cuántos sabemos que ciertos negocios son producto del lavado del dinero y seguimos consumiendo en ellos?, ¿cuántos compramos películas y ropa pirata porque es más barato?, cuantos seguimos dando mordidas en todo tipo de tramites porque no queremos perder nuestro valioso tiempo?, ¿cuántos nos adelantamos en las filas porque ya es tarde?, ¿cuántos no respetamos la luz roja aunque vayamos rumbo a la Iglesia a pagar nuestras culpas y pecados semanales?, ¿cuantos agandallamos el mejor lugar porque pensamos que es nuestro derecho?, ¿cuantos le hacemos la tarea a nuestros hijos porque sentarse con ellos implica tiempo?, ¿cuántos no les corregimos aunque nos falten al respeto?
Nos gusta exigir pero no dar ni hacer nuestra parte para que esta situación cambie, el cambio verdadero está en la medida que nos entendamos como ciudadanos y por ende coparticipes de la responsabilidad, si estoy de acuerdo en exigir a los gobiernos pero por medio de los canales de comunicación adecuado, no pagar impuestos seria darle manga ancha a los delincuentes, decirles que ellos han vencido nuestra voluntad como parte de esta sociedad. Yo no estoy dispuesto a ello, en la medida de mis posibilidades ( ya que también batallo en lo económico), estaré pagando mis impuestos porque eso quiero enseñar a mis hijas, decirles que hay una autoridad y que esa se respeta en las buenas y en las malas, no solo cuando las cosas están bien, que me vean exigir pero por medio de la razón y de las palabras no por acciones que lastimen y afecten a terceros, creo que esa puede ser una de las mejores lecciones de vida que reciban.
Hay que dejar escuchar nuestra voz para que el gobierno reciba el mensaje, necesitamos leer y estar consientes de la situación que nos rodea, entender el contexto y lo que viene, no solo escuchar el chisme y propagarlo sin sustento, leer entre líneas lo que esta impactando a las personas y a nuestra sociedad, hacernos conscientes de nosotros y de los demás, preocuparnos por lo que nuestros hijos, ven, leen y escuchan, cuidar sus amistades, tratar de ser buenos modelos y sobre todo confiar en Dios y que eso sea visto y sentido por los demás. El 2009 no parece, ni va a ser sencillo, pero entre todos lo podemos hacer menos difícil, ¿no creen?
EDUARDO S
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