Parque Central Cd. Juárez

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Agosto de Muerte


Esta mañana se publicaron las terribles estadísticas: Agosto del 2010 ha roto todos los records en términos de asesinatos: 336. O sea, más de 10 muertes diarias elevando el promedio anual a 8 asesinatos diarios. Pero entre esos números está un amigo querido y el hijo de otra querida persona. También están incluidas personas que fueron secuestradas por dinero, otros que no pagaron la cuota y otros víctimas de venganzas. Entre esa cifra se encuentra la muerte de Ana Karen Santana de 15 años que fue violada y asesinada porque fue testigo de una ejecución. También se encuentran las muertes de policías municipales, estatales y federales y de algunos de sus familiares. Se incluye el también record de 40 mujeres asesinadas, así como de algunos niños y hasta ancianos. La ciudad se sigue tiñendo de sangre y probablemente todos estamos muy aturdidos por tanta violencia.

Desde Febrero de este año no había escrito nada sobre el tema del crimen y la violencia. A la vez, me doy cuenta que antes recibía múltiples correos de amigos y conocidos con comentarios, noticias y artículos pero ahora parece que esas voces de conciencia social se han acallado. Algunos simplemente ya no dicen nada porque ya no están aquí, ya se fueron a vivir a otro lado. Otros ya no saben que decir, y probablemente, la gran mayoría se han cansado y ya han perdido la esperanza que sus comentarios sirvan de algo. Pero no podemos dejar de clamar y luchar por nuestra ciudad. ¡Estas cifras deben afectarnos!

Tenemos que seguir alzando la voz y declarando que no aceptamos todas esas muertes. Que nos duelen cada una de ellas y que no sería aceptable aunque fueran 200 o 100 ni siquiera 20 o 10. Tenemos que seguir repudiando la masacre y el derramamiento de sangre en nuestras calles. No podemos leer cifras como estas e insensiblemente solo tomar nota de ello. Si Dios toma en cuenta la vida de cada ser humano, nosotros debemos valorarla con gran estima también.

Este mes me di cuenta personalmente de este terrible efecto de la violencia. Vi las fotografías de los cuerpos de personas amadas y conocidas tal y como fueron encontrados tirados en la calle. Esas imágenes eran muy similares a las que se ven a diario en los periódicos de nuestra ciudad. Me di cuenta que si no hubiera sabido quienes eran, hubiera menospreciado las noticias del descubrimiento de sus cuerpos pensado que eran simplemente victimas del pleito entre los sicarios. También tuve la penosa necesidad de ir a la oficina de identificación de cuerpos en la Subprocuraduría a buscar el cuerpo de mi amigo. Lo encontramos allí, pero me vi rodeado de mucha gente, de padres, madres, esposas, hijos, hermanos, abuelos y amigos que buscaban a sus amados desaparecidos. Vi sus lágrimas y su dolor cuando los reconocieron por medio de fotografías en una computadora. Hasta entonces me di cuenta que habían dejado de dolerme las muertes violentas de toda esa gente. La violencia extrema me estaba cauterizado el corazón.

Esas cifras representan para alguien un dolor inmenso por la pérdida violenta de un ser querido. Esos números representan personas que fueron creados a la imagen de Dios y que tenían un alma que creemos existirá para siempre. Esas cifras no son estadísticas, son individuos con voces, gustos, talentos, sentimientos y sonrisas. Seres que para otros representaban lo más amado y que serán extrañados por el resto de sus vidas. Esas cifras son personas como tú y yo que perdieron la vida por causa de la injusticia de un crimen. Esas cifras son el número de instancias en que alguien se atrevió a quebrantar no solo la ley sino principalmente el mandamiento divino que dice “No Matarás”.

No puede haber un cambio fundamental en nuestra ciudad sin una valoración absoluta por la sociedad de la dignidad de la vida humana tal y como lo ha establecido Dios nuestro creador. Por lo tanto, ¿qué debemos hacer ante esta interminable ola de asesinatos? Necesitamos seguir sintiéndonos agraviados por tanto crimen y tanta sangre, y que indignándonos todos sigamos clamando por que se haga justicia en nuestra ciudad. Necesitamos buscar que estas cifras desquebrajen la callosidad de nuestro corazón y que con lágrimas le roguemos a Dios que tenga misericordia de nuestra sufrida ciudad.

Salmo 9:12 Porque el que pide cuentas de la sangre derramada, se acuerda de ellos; no olvida el clamor de los afligidos.

martes, 2 de febrero de 2010

¿Qué le decimos a una Ciudad en Duelo?

Con motivo de la terrible masacre del sábado 30 de enero del 2010.

¿Qué podemos decirles a las familias que este pasado fin de semana perdieron a sus seres queridos? ¿Qué les decimos a las madres que recibieron los cuerpos de sus hijos asesinados cobardemente por un grupo de hombres sanguinarios? ¿Qué le decimos a una ciudad estremecida por el nivel de brutalidad y salvajismo demostrado en este suceso tan deplorable y doloroso? Nadie tiene palabras que puedan ayudar o que puedan explicar esta locura. Solo atinamos a decir que esto no debería estar sucediendo. Que nos duele a todos, que nos duele mucho y que deseamos que esto se acabe.

Pero algo debemos decir, pues quedarse callados ante este terrible mal tampoco es aceptable. A las familias de estas jóvenes víctimas y de los cientos que en estos años han experimentado el quebranto de un corazón desecho por la violencia injusta les tenemos que decir que lo sentimos muchísimo y que quisiéramos poder ayudarlos en algo, pero que reconocemos que sólo Dios tiene la capacidad de consolar ese dolor tan extremo que viven. Qué le pedimos a ese Dios, que por amor envió a su único hijo a morir por nosotros en manos de hombres brutales y sanguinarios, que se compadezca de todos los que sufren y que viven lo que él mismo ha de haber sufrido al ver a su hijo crucificado en una cruz. A ese Dios le pedimos que los sostenga, los ayude y los conforte con gracia milagrosa que solo él puede derramar sobre sus criaturas desconsoladas y desconcertadas.

Ahora, ¿qué les decimos a las autoridades que están viendo todo esta tragedia y no atinan a hacer algo sensato para ayudar a la gente? ¿Qué les decimos a los políticos que están más preocupados por su carrera política y el poder de sus partidos que de trabajar y contribuir a que esta ciudad y este País no sean destruidos irremediablemente? ¿Qué les decimos a los gobernantes que siguen afirmando que en Cd. Juárez no pasa nada y que minimizan lo que mundialmente es reconocido como una verdadera tragedia histórica? Les tenemos que decir que Dios les ha delegado autoridad en esta tierra para que sirvan a la gente como ministros de bien y que es ante él principalmente que deberán dar cuentas de su indolencia e ineptitud. Que deberán darle razón por haber maltratado a la gente en lugar de haber procurado con todo su esmero su bienestar, pues ser gobernante es primordialmente una gigantesca responsabilidad no su privilegio. Debemos anunciarles también, que han de cosechar del pueblo que han agraviado y descuidado su repudio y desprecio general. Que no deben asumir que podrán seguir desatendiendo las necesidades genuinas de toda una nación sin que haya consecuencias terribles para todos. Debemos decirles que deben responder y resistir el mal con todas sus fuerzas, procurando que se detengan a los culpables y se establezca de nuevo la justicia en esta ciudad, pues para eso han sido designados como autoridades.

Y, ¿qué les decimos a los asesinos? ¿Qué les decimos a toda esa gente que anda por nuestras calles con sus armas haciendo el mal y, en una arrogancia suprema, creyéndose con el derecho de quitarle la vida a otro ser humano? ¿Qué les decimos a esos jóvenes que han abandonado todo valor moral y que por lealtad a una pandilla están dispuestos a convertirse con total desenfreno en asesinos inhumanos? ¿Qué les decimos a los jefes de las organizaciones criminales que combaten contra otros por la ambición de encumbrarse como dueños de esta ciudad? A ellos les debemos decir que Dios no puede ser engañado, que todo lo que el hombre siembre eso también cosechará. Que hay una ley que dice que el que vive por las armas, por ellas mismas ha de caer. Les decimos que no en vano Dios ha dicho “No Matarás” y que él como nuestro creador ha de reclamar la sangre derramada de aquellos que fueron creados a su imagen y semejanza. Pero también, debemos decirles que deben arrepentirse y abandonar ese camino de muerte, pues ellos también fueron hechos a imagen y semejanza de Dios. Que no son animales y que, aunque esté endurecida por el mal, tienen un alma que es eterna. Que Cristo murió para darles la oportunidad de que en arrepentimiento por sus pecados se vuelvan a Dios. Así que los llamamos y los exhortamos con todo nuestro corazón a que dejen sus armas y caigan de rodillas ante Dios todopoderoso que ha visto todas sus acciones y que ha de juzgarlos por ellas; pero también que mientras tengan vida él está dispuesto a escuchar a aquel que con un corazón quebrantado y arrepentido clame a él por su salvación.

Y por último, ¿qué les decimos, a nuestros hijos que nos preguntan por qué pasa esto en nuestra ciudad? ¿Cómo les explicamos este género de maldad? ¿Cómo les damos algo de esperanza de que esto va a cambiar algún día? A final de cuentas, ¿qué le decimos a todos los Juarenses que pasmados atestiguamos el continuo deterioro de nuestra comunidad? ¿Qué nos decimos a nosotros mismos que no alcanzamos a comprender lo que sucede y que nos sentimos aún sin palabras para nosotros mismos? Debemos decirnos que Dios nos dice que en él siempre hay vida y esperanza (Salmo 130). Que ya es tiempo de que todos volvamos nuestros ojos al que ha transformado no ciudades ni países enteros, sino a la historia de la humanidad con las sencillas buenas nuevas de que Jesús ha venido precisamente para salvar al mundo de toda esta maldad. Que si hemos cosechado un mal terrible por nuestro abandono de sus mandatos, podemos ahora sembrar todo lo contrario y, que si no desistimos, a su tiempo cosecharemos para bien. Debemos decirnos que el gran mal solo se puede enfrentar con el gran bien. Y que él es nuestro gran bien por lo cual es digno de que depositemos en él toda nuestra esperanza. Por lo tanto, necesitamos decirnos que no debemos desistir, ni desfallecer en procurar el bien de nuestras familias, de nuestra ciudad y de nuestro País. Que si renunciamos a nuestra responsabilidad de responder a este mal, estaremos condenando el futuro de nuestros hijos. Este gran mal debe llevarnos ahora más que nunca a decirnos: “no te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien” (Rom 12:21).

viernes, 29 de enero de 2010

La Puerta Trasera

Quisiera compartir con ustedes este excelente editorial de Sergio Madero Villanueva que apareció en la Sección de Opinión del Diario de Juárez el domingo 3 de enero del 2010

En esta época del año mucha gente aprovecha para pasar unos días fuera de casa, aunque este año ha sido particularmente difícil para la economía de prácticamente todas las familias y muchos tienen que buscar la manera de acomodar los planes al presupuesto o hacer un buen plan para pasarla en casa.
Alguien me comentó que había encontrado una manera de satisfacer las expectativas de su familia sin afectar gravemente su cartera. Sus hijos quieren conocer un parque de diversiones cuyo precio ciertamente está fuera del alcance de la inmensa mayoría, un día de visita para una familia de cuatro personas requiere invertir cerca de trescientos dólares tan sólo en boletos de entrada.
Este amigo me dijo que había conocido a una persona que le dio el teléfono de otra quien al parecer trabaja en el parque y la cual por la módica cantidad de cien dólares puede “arreglar” la entrada por la puerta posterior del parque. Haciendo las cosas de esa forma lograba que le cuadraran los números y podría satisfacer el deseo de sus hijos.
Le comenté a mi amigo que no me gustaba el mensaje que le estaría mandando a sus hijos en caso de entrar al parque de esa manera, les estaría demostrando que en nuestra sociedad hay forma de hacer las cosas “por la puerta de atrás”, sacando ventaja sobre los demás. No sólo se trata de burlar a los dueños del parque que no reciben el precio fijado por el ingreso, sino que ya una vez adentro resulta que el que ingresa clandestinamente es “más listo” porque puede disfrutar de las mismas cosas sin haber tenido que cubrir el precio como los demás. Me parece que de esa forma inicia una convivencia con conductas que nos son nocivas.
No soy sociólogo (la verdad quería ser cátcher) pero me parece que los mexicanos somos proclives a ver la vida de esa forma, como que una gran cantidad de nosotros considera “las vías alternas” para satisfacer sus aspiraciones. Es así como se explica la existencia de la industria de la piratería tan activa y redituable en nuestro país. Lo peor es que la inmensa mayoría de quienes compran productos piratas considera que no están haciendo nada malo, simplemente se están dando gusto de poseer un disco, una película o una prenda que de otra forma les sería difícil adquirir.
La cuestión es que nos vamos acostumbrando a vivir con esas actividades ilegítimas, a tolerarlas e incluso a defenderlas. Hay quien justifica la venta de piratería con el argumento de la falta de empleos formales, lo cual es cierto pero un mal no se remedia con otro mal. Además el vendedor del semáforo es tan sólo el “punto de venta” de una red de complicidades que forma una “gran empresa” que le deja a unos cuantos ganancias exorbitantes.
El caso es que si le enseñamos a nuestros hijos que existe una “puerta de atrás” para acceder a cosas mejores sin tener que cubrir los requisitos estamos incrementando y eternizando nuestros problemas de sociedad insegura.
Es esa convivencia con la ilegalidad la que nos ha llevado a la situación que afrontamos. Hace unos días El Diario reprodujo una nota de James C. McKinley Jr. y Marc Lacey en la que se habla de cómo el dinero proveniente de actividades ilícitas inunda nuestra frontera.
Me llamó la atención cuando señala: “En México, el dinero es relativamente fácil de lavar… los cárteles de drogas siguen adquiriendo propiedades, negocios, automóviles, joyería y otros lujos en efectivo sin que se levante ningún reporte de actividad sospechosa para dirigirlo al Gobierno”. Quienes hemos vivido en la frontera conocemos de estas cosas.
Mi papá me dice que en sus tiempos los que se decidían por traficar renunciaban a una vida normal y se tenían que ir “pa’l monte” de donde si acaso bajaban un par de veces al año, siempre por las noches, para ver a su mamá y traerle algo de dinero.
La cosa empezó a cambiar a partir de los ochentas cuando se hizo común que se pasearán como sin nada en sus carros último modelo con vidrios polarizados. Luego llegaron a comprar o construir residencias por las que pagaban mucho más de su valor real, se metieron a comer y tomar en los mejores lugares donde pagaban las cuentas siempre en efectivo, sin revisar y dejaban cuantiosas propinas. Y su dinero fue siempre bien aceptado.
Nos acostumbramos a vivir ese tipo de relaciones. Los joyeros no ponían objeción cuando les llevaban cachas de pistola para que las bañaran de oro y les incrustaran piedras preciosas, simplemente cobraban más por su trabajo porque además sabían que no habría objeción en pagarlo.
McKinley y Lacey refieren: “Los cárteles también lavan dinero mediante empresas aparentemente inocentes, como un car wash en Guadalajara…”, ciertamente tuvimos noticia o sospecha de que muchos de los nuevos negocios, restaurantes y antros eran propiedad de estos nuevos “señores de negocios” pero se permitió su apertura y operación e iniciamos a frecuentarlos. Incluso los grandes señores de los negocios tradicionales hicieron tratos con ellos para surtirles la cerveza y los licores.
Hace tiempo mi amigo Armando me envío un mensaje que narraba lo ocurrido en un pequeño pueblo de Estados Unidos. En una tienda de conveniencia propiedad de unos musulmanes un surtidor de cerveza llegó a dejar su mercancía, mientras le recibían los papeles en la televisión retransmitían las escenas del atentado contra las torres gemelas. El repartidor hizo un comentario sobre lo horrible del hecho a lo que uno de los musulmanes respondió que los americanos se lo habían buscado por su política imperialista. Eso originó una discusión entre el cervecero y los tenderos que terminó cuando el primero decidió retirarse llevándose el producto que debía surtir.
En su camino de salida se encontró con el repartidor de refrescos a quien le comentó lo acontecido y quién también decidió retirarse sin entregar el producto, no sin antes dejar en claro a los tenderos el por qué de su decisión. El repartidor de cerveza llamó a su jefe y le explicó lo ocurrido, el patrón lo apoyó y llamó a los tenderos para avisarles que su cuenta con la empresa cervecera quedaba cerrada. Luego habló con sus amigos de otros negocios que también le vendían a esa tienda.
En pocos días todos los proveedores habían roto relaciones con esos tenderos a quienes no les quedó otro remedio más que cerrar la tienda e irse del pueblo.
No me voy a poner a hablar sobre la política, el racismo o el nacionalismo de los gringos, ni tampoco sobre la forma en que los musulmanes ven la vida porque no entiendo nada de eso. Lo que quiero dejar es cómo la decisión de una sola persona, el repartidor de cerveza, pudo sacar de un pueblo a personas que consideraban no deseables para el mismo.
Como no todos somos repartidores de cerveza tenemos que buscar la forma en la que sí podemos incidir para que nuestra sociedad mejore. Me parece que la inicial es la de inculcar en nuestros hijos los valores correctos y no enseñarles a entrar por la puerta de atrás. Para ello puede serle de utilidad el folleto “Familia Valiosas” que hace tiempo editó la Secretaría de la Función Pública y es una guía para construir un código de conducta al interior de cada familia. Se lo envío en su versión electrónica si es tan amable de mandarme un mensaje a yhablandode@gmail.com, y le pido que al recibirlo lo comparta para extender sus beneficios.
No me resta sino agradecerle por su amabilidad de prestarme atención en este año que inicia y la oportunidad que me da El Diario de seguir en contacto como lo estuvimos en los cincuenta y dos domingos del 2009. Mis sinceros deseos de que el año que inicia sea el mejor de su vida y de que nos reunamos en una próxima ocasión para encontrarnos hablando de…

jueves, 23 de julio de 2009

Clamemos Más por Nuestra Patria

Un excelente artículo de nuestro hermano Abelardo M.:

Al leer la sección de “Opinión” del Diario de Juárez este último Domingo 12 de julio, me sorprendió sobremanera el hecho de que los autores de tres diferentes artículos coinciden, de manera notable, en su análisis de las deplorables condiciones de violencia e inseguridad en las que vivimos, y en su señalamiento de uno de los factores que más contribuyen a propiciar esta terrible ola de criminalidad que nos agobia.

En referencia al homicidio de los dos miembros de la comunidad mormona de Galeana, ocurridos la semana pasada, el primer artículo expresa lo siguiente: “El artero asesinato del activista mormón Benjamín LeBarón es indicativo …. De los tentáculos tan largos con que se mueve el crimen organizado y, sobre todo, de la impunidad retadora con que desarrolla sus actividades, comete sus atrocidades y se burla de los cuerpos de seguridad en sus propios ojos.” Este artículo concluye afirmando que Benjamín LeBarón se ha convertido en un mártir de la impunidad, y preguntando “¿Cuántos Benjamines más será necesario que caigan para que nuestros gobiernos se movilicen, se organicen,… y le planten oposición real a la delincuencia organizada?”

Un segundo artículo señala que “A Benjamín lo mataron los mismos que han cobrado la vida de otros tres mil chihuahuenses en tan sólo los dos últimos años. Es la impunidad el cáncer que consume nuestras libertades, y parece que no hay voluntad de cortar el mal.” Luego el autor nos exhorta a mantener la lucha de la dignidad contra el descaro de los delincuentes y contra la apatía de las autoridades. “Nada nos repone las vidas que se han perdido –agrega el autor—pero esa certeza no tiene por qué sofocar la exigencia. No podemos acostumbrarnos a esta violencia, ni cometer el error de ver estas cosas como una normalidad.” El artículo termina llamándonos a exigir a nuestras autoridades el esclarecimiento de los crímenes grandes, pero también de “la infinidad de pequeños eventos que ocurren todos los días y van conformando la avalancha de impunidad que nos sepulta.”

El autor del tercer artículo, haciendo alusión a la arrolladora ola de terror a la que nos encontramos sometidos, dice haber buscado y rebuscado en el pasado de nuestra nación algún precedente similar, y afirma que “ni aún las tradicionales gavillas de bandoleros que asolaron los caminos nacionales hasta los años noventa del siglo XIX, alcanzaron el poderío, la audacia y el grado de impunidad con los que se desempeñan las bandas criminales de nuestros días.” Luego procede a refutar las afirmaciones del líder de la Cámara de Diputados y del propio Presidente de la República en el sentido de que aun no existe en México una situación de ingobernabilidad, con preguntas como estas: ¿Cómo se le llama al hecho de que veinte asesinos puedan tomar venganza contra dos ciudadanos indefensos que habían alzado la voz contra las extorsiones y los secuestros, en las mismas narices de soldados y policías? ¿Cómo se le llama a la comisión de homicidios a granel cada semana, en pueblos y ciudades? ¿Y a la impunidad generalizada? ¿Y a la diaria asechanza de los asaltantes que pueden aparecer en cada casa, en cada esquina, en cada cajero automático? Etc. etc.


Es por demás obvio que para los autores de estos tres artículos, y para muchos otros analistas y comentaristas de la problemática nacional, la gravedad de la crisis delictiva actual es tan severa que no tiene precedente histórico, y que en varias poblaciones tanto de nuestro estado como de otras entidades, ya presenta evidencias irrefutables de lo que en esencia constituye una situación de ingobernabilidad. Independientemente de que estemos o no de acuerdo en usar esta palabra para describir las condiciones presentes, considero que la primera pregunta que nos debemos hacer los cristianos es esta: ¿Estamos igual de concientes que los analistas y escritores seculares, en cuanto al nivel de gravedad de la crisis delictiva que nos rodea? Todos ellos advierten, y creo que con bastante precisión, que lo que estamos viviendo es un cáncer de impunidad que continúa extendiéndose lenta e inexorablemente sobre el territorio nacional. Y lo que inevitablemente le ocurre a todo organismo infectado de cáncer y no atendido, indudablemente le está ocurriendo a nuestra nación, debilidad, descomposición y finalmente muerte o destrucción. Que Dios nos conceda la capacidad necesaria para percibir la verdadera magnitud del mal que padecemos, pues sería realmente trágico que personas que no profesan una conversión genuina al cristianismo, tuvieran una mayor capacidad para discernir las señales de los tiempos que vivimos, que los creyentes.

La segunda pregunta obligada para los que creemos en el Único, Soberano y Todopoderoso Dios, y bajo el supuesto de que sí estamos concientes de estar sufriendo la peor crisis delictiva de la historia de nuestro país, es: ¿Qué efecto ha tenido en nosotros, y que estamos haciendo al respecto? Para todo verdadero creyente sería no sólo lamentable, sino inaceptable, o más aún, hasta reprobable, que se percatara de la tragedia social que nos abruma, y no fuera profundamente impactado, conmovido e impulsado a hacer algo al respecto. Quizá sea algo pequeño pero importante, como el practicar y promover una cultura de legalidad a título personal, cambiando hábitos que no son otra cosa más que impunidad en pequeña escala, tales como cruzar los semáforos en rojo, estacionarnos en lugares prohibidos, comprar artículos piratas, etc. Sólo así podremos combatir y dejar de fomentar ese infame cáncer de la impunidad en mayor escala.

Y la tercera pregunta, también bajo el supuesto de que la crisis actual no solo nos afecta y nos desconcierta, sino que además nos duele y nos impulsa a actuar, es: ¿Sabemos cuál debe ser, de acuerdo a lo que nos enseña la Palabra de Dios, nuestra más alta prioridad o nuestra ocupación primordial o nuestra tarea principal, para contribuir a que ocurra un cambio auténtico, profundo y permanente en todo México? Basta con abrir las Escrituras para comprobar que la respuesta categórica a esta pregunta es clamar. Aun los autores seculares nos dan el ejemplo, pues eso es precisamente lo que están haciendo por medio de sus artículos; están clamando y hasta reclamando a las autoridades y a la sociedad en general, con el fin de lograr que alguien escuche su clamor y haga algo al respecto, o al menos se sume a las voces que se atreven a levantar dicho clamor. Y lo hacen con denuedo, fervor y perseverancia, porque saben que la razón está de su lado, aun cuando están concientes de que claman ante instituciones y/o personas finitas, falibles y fluctuantes.

¿Estamos nosotros clamando con el mismo denuedo, fervor y perseverancia, motivados por la gloriosa realidad de que nosotros elevamos nuestro clamor ante un Ser infinito, infalible e inmutable, y que además posee todo el poder, toda la sabiduría y nos ama con amor eterno? ¿Estamos clamando por México más que antes de que surgiera esta crisis? ¿Estamos clamando más de lo que perdemos el tiempo en vanidades y trivialidades? ¿Estamos clamando más porque hemos decidido obedecer el mandato y creer la promesa que Dios nos da en el Salmo 50:15 donde nos dice, “E invócame (clama) en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás.”? ¿Qué esperamos para hacerlo?

Que Dios nos perdone por toda nuestra indolencia, negligencia o indiferencia ante la desgracia que nos aqueja, y que nos mueva a todos a clamar conforme a Su voluntad. Y creo que por simple lógica, la voluntad de Dios es muy clara, pues si estamos viviendo bajo condiciones de crimen y violencia que nunca antes habíamos vivido como nación, indudablemente debemos clamar a Dios como nunca antes lo habíamos hecho. Clamar en la Biblia significa levantar la voz ante Dios, y suplicar por su ayuda o intervención en situaciones de verdadera emergencia. Esto es exactamente lo que estamos viviendo, y por lo tanto debemos clamar ante nuestro Dios Todopoderoso, tanto a nivel individual como colectivo, en obediencia a 2Crónicas 7:14: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren (clamaren), y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”

¿Qué estamos esperando? Empecemos ¡hoy mismo!

miércoles, 17 de junio de 2009

Los Cristianos y el Voto


Creo que todos debemos tomar estas elecciones muy en serio. Nuestro País requiere de cambios legislativos significativos y solo con un congreso activo y capaz podremos aspirar a que se aprueben las reformas necesarias a nuestras leyes. En ciertos aspectos, es más importante una elección de diputados que de un funcionario público porque los legisladores pueden promover cambios legislativos que cambien la dirección del País entero y que lo impacten por muchos años. Es entonces de suma importancia que vayamos a votar.


Ahora, viene el problema, ¿Y por quién votamos? Con el fin de contribuir a esa pregunta, me permito recomendarles algunos puntos a considerar:


  • Es necesario antes que cualquier cosa tomar muy en serio delante de Dios lo que vamos a hacer. Dios nos ha concedido la forma de gobierno que tenemos y debemos por lo tanto hacer lo posible por contribuir a esa forma de gobierno de manera responsable. Por lo tanto, antes de decidir por quién votar debemos orar y pedirle a Dios que nos guíe conforme a su voluntad. Para un Cristiano esto no es un ejercicio partidista, sino un acto de sumisión a la soberanía divina que nos manda que reconozcamos a los gobernantes como ministros suyos. Entonces, debemos cumplir con nuestra responsabilidad ciudadana pero con los ojos puestos en aquel que tiene el futuro de las naciones en sus manos.

  • Cómo creyentes debemos tomar muy en cuenta el valor moral de la persona que nos va a representar. La Biblia nos manda que oremos por nuestros gobernantes para que sean personas justas, honestas y temerosas de Dios. Además, nos enseña que debemos identificar a los líderes por los frutos de su carácter mas que por sus dones. Entonces, debemos buscar candidatos que cumplan en lo posible con esos requisitos de carácter. Además, creo que la calidad moral del candidato debe ser evidente en su vida familiar. ¿Por qué?, porque la Biblia dice que si un hombre no puede gobernar bien su casa, ¿cómo podrá gobernar, en este caso, un distrito o un estado? Lo ideal debe ser votar por un hombre de Dios que en humildad busque de él la sabiduría para llevar a cabo su ministerio de gobierno.

  • Segundo, creo que debemos ver cuidadosamente la capacidad del candidato. La Biblia también nos dice que tener gobernantes inexpertos o insensatos es una maldición pues indudablemente llevarán a la nación a la ruina. Dentro de este punto mencionaría que un candidato de representación debe tener un verdadero arraigo en la comunidad que va a representar. Esa sería parte de su capacidad. Puede que sea capaz, pero si desconoce por completo la comunidad que va a representar, ¿cómo podrá hacer un buen trabajo?

  • Tercero, es necesario analizar la propuesta del candidato. Debe ser evidente que sus propuestas han resultado de un verdadero estudio de las necesidades de la población y no son solo slogans electoreros que carecen de fundamento. Pero dentro de su propuesta debemos considerar que estas sean justas y morales. Por ejemplo, si creemos que la vida empieza en la concepción según enseña la Biblia, entonces no debemos votar por un candidato que apoye el aborto indiscriminado.

  • Los tres puntos anteriores implican que se debe votar por el individuo que mejor represente tus valores e ideales cristianos, no necesariamente por el partido con el que mas te identificas, pues habrá ocasiones en que no concuerden el mejor candidato con el partido preferido. Pero recuerda que al final de cuentas, Dios es el que levanta los gobernantes, nosotros aspiramos a ser instrumentos suyos en ese proceso. Por eso, después de haber hecho la mejor decisión posible debemos votar y dejar el resultado en las manos de Dios.

Ahora, hablando de estas elecciones particulares en las que se elegirán diputados federales para nuestro estado, yo agregaría los siguientes puntos a considerar:



  • Muchos están invitando a la población a “Votar en Blanco” como una forma de manifestar el descontento de la población ante la falta de verdaderas propuestas de los partidos políticos. El “Voto en Blanco” no significa abstenerse de votar, sino mas bien cancelar la boleta, o votar por un individuo que quisiéramos que fuera nuestro representante escribiendo su nombre en el espacio provisto. Aunque es entendible que este movimiento quiera usar la votación para mandar un mensaje de protesta a los dirigentes de los partidos no debemos ser prontos a abrazar esta postura y desperdiciar la oportunidad que se nos da de votar. Este es un derecho y obligación que tenemos como ciudadanos y que aunque imperfecto ha tomado muchos años establecer en nuestro País. Nuestras objeciones al gobierno deben someterse de la manera mas positiva y concreta posible de tal forma que damos oportunidad a los gobernantes a responder.

  • Además, como creyentes, hemos estado pidiéndole a Dios que nos bendiga y nos conceda gobernantes justos y capaces. Si deseamos ser congruentes con nuestra fe, necesitamos votar creyendo que al final de cuentas Dios levantará los gobernantes que necesitamos. No podemos pedir a Dios que nos conceda buenos gobernantes y luego negarnos a votar por alguno de ellos.

  • Una mejor propuesta es la que está haciendo la organización "México SOS" (Sistema de Observación por La Seguridad Ciudadana) que ha lanzado una convocatoria a los candidatos para que presenten sus propuestas en base a un reto que ellos han lanzado. Este reto consiste en la consigna de que los ciudadanos se comprometen a votar por aquellos candidatos que se comprometan ante notario de que cumplirán con sus propuestas o renunciarán a sus cargos. Este tipo de compromisos buscan mandar un mensaje positivo a los candidatos y partidos de que la ciudadanía los apoyará en su deseo de servir a la comunidad, pero también les exigirá que cumplan con sus propuestas. Creo que un voto por un candidato comprometido ante notario de esta forma si puede tener un efecto reformador en el congreso y el gobierno. Puedes ver la convocatoria de México SOS en: http://www.mexicosos.org/pacto/

Le damos gracias a Dios que vivimos en un País que aunque tiene muchas deficiencias tenemos el derecho de adorar a Dios con plena libertad y ese privilegio es algo que valoramos de gran manera. Y tenemos la esperanza que Dios use nuestras acciones ciudadanas para transformar nuestro País en un lugar donde gobierne la justicia y la legalidad.
¡Que Dios bendiga a México!

sábado, 6 de junio de 2009

¿Estamos peor que antes?

Recientemente, con la muerte violenta de varias personas reconocidas de la ciudad así como de varios agentes de policía, la ciudadanía se ha preocupado de que las cosas sigan muy mal y que en base a las estadísticas de muertes en realidad estemos peor que antes. Según los números publicadas en un diario local hay un aumento del 67% en la cantidad de ejecuciones en comparación con el año anterior. Y lo que causa el desánimo es que estas muertes están sucediendo a pesar de que se encuentran en la ciudad miles de soldados y policías federales. Los datos y las circunstancias parecen indicar que estamos peor que antes. ¿Pero serán estos datos todo lo que debemos tomar en cuenta para llegar a esa conclusión?

Hay factores subjetivos que no se pueden medir fácilmente con estadísticas que tal vez debiéramos también tomar en cuenta. Por ejemplo, como resultado de la crisis de violencia, ahora hay en los juarenses un nuevo sentido de solidaridad por la ciudad. Hace un par de días escuchaba al Secretario del Ayuntamiento comparar la actitud de la población hacia la Presidencia Municipal. El año pasado por todos lados se escuchaban los reclamos irritados hacia el Presidente Municipal. Sin embargo, como resultado de la perseverante y valiente disposición de nuestras autoridades por hacer lo que se tenía que hacer, la percepción de la población hacia las autoridades es bastante diferente. Hay una alentadora y sorprendente solidaridad ciudadana hacia nuestras autoridades. Esto se confirmó recientemente por medio de una encuesta en que se calificó mejor al Gobernador y al Presidente Municipal que al mismo Presidente de la República. No creo que esto se deba a una percepción de que el Presidente Calderón no esté haciendo lo que debe hacer, sino creo que se debe a un sentido de cercanía y disposición que la gente ha podido percibir de sus autoridades locales y al correspondiente respeto que dichas autoridades se han sabido ganar al permanecer firmes al frente de la administración. Esto para mí es un gran avance.

Además, pudiéramos agregar otros factores. Por ejemplo ya se han arrestado a muchos delincuentes, esto quiere decir que la ciudadanía si respondió al llamado a la Denuncia Anónima, prueba de ello también es que los delincuentes quieren disuadirnos por medio del terror a que desistamos de hacerlo. También es alentador que se estén desarrollando bastantes nuevos policías, alentador porque quiere decir que aún hay gente valiente que está dispuesta a arriesgar su vida por defender la ciudad, algo que parecía imposible el año anterior. Y estos nuevos policías están siendo entrenados mejor y de manera más efectiva, o sea, no se está tratando de resolver el problema a la ligera como se hacía antes, sino más bien de fondo. Además, no solo hemos aprendido a cuidarnos mejor, hemos aprendido a subsistir en medio de este clima peligroso, o sea, la crisis nos ha hecho más fuertes, no más débiles. Y creo que si le rascamos podemos encontrar múltiples razones adicionales por las que pudiéramos decir que no estamos peor que antes. Cosas importantes como una nueva valoración de lo que realmente es importante en esta vida - nuestras familias, nuestra salud, y nuestra fe en Dios. ¿Cuánto vale esto? ¿Cuánto vale que la gente deje de considerar el dinero y el poder como los valores supremos y en su lugar humildemente empiece a buscar de Dios junto con sus familias?

Finalmente, creo que estamos mejor que antes porque creo firmemente que Dios está escuchado nuestras oraciones por esta ciudad. Dios no nos ha abandonado. Tal vez aún no veamos que la guerra se haya ganado, pero hay bastante evidencia de que Dios está obrando y se han empezado a ganar algunas batallas que hasta hace poco parecían imposibles de ganar. Ahora, más que nunca, necesitamos perseverar con valor y sin retroceder. Hoy es cuando hay que echarle más ganas a todo lo que hagamos, hoy es cuando debemos creer con mayor fe que Dios ha de transformar Cd. Juárez en un verdadero milagro.

¡Que Dios bendiga nuestra querida ciudad!

viernes, 29 de mayo de 2009

La Muerte de otro Juarense

Desgraciadamente nadie podía anticipar que hoy también se celebrarían los servicios fúnebres de otro Juarense asesinado injustamente. Nunca me imagine asistir a una funeraria en la que se velaba el cuerpo de un amigo víctima de la insensatez criminal y enseguida en otra capilla se estaría velando el cuerpo de otro conocido juarense victimado de manera similar. Curiosamente, ambos hombres de edad similar e hijos de dos muy buenos amigos de mi padre. Todo me parecía un poco irreal y muchos pensaban lo que un conocido comentó “¿Quiénes seguimos?”.

Como respuesta al escrito anterior que les mandé, un buen amigo me mandó el siguiente poema de Hector Manuel Aldrete, lo escribió en 1994 a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Pareciera que fue escrito ayer. A ver qué piensan…

¿Cómo han caído los valientes?
(En memoria al candidato a la Presidencia de la República Mexicana que fue asesinado en 1994: Lic. Luis Donaldo Colosio. El mensaje es tan relevante hoy día como en aquel entonces.)

¿Cómo han caído los valientes?
peleando, en medio de la batalla,
aunque heridos cobardemente
por hombres sin valor, viles canallas.

Hoy mi nación está consternada
por un hecho pusilánime y cruel,
es tiempo de gemir, ¡oh patria amada!
e invocar al poderoso Emmanuel.

Es tiempo de dejar nuestras vanidades
el egoísmo, la maldad, la falta de amor;
humillarnos ante el Rey de las edades
para que sane y restaure nuestra nación.

Amado México, Dios te está llamando
por favor no endurezcas tu corazón,
mucha sangre en tu historia se ha derramado
es hora de rendirse al Salvador.

La solución no se halla en la política,
ni en una nueva y mejor economía;
la situación seguirá siendo crítica
si tu gente continúa en rebeldía.

Si, en rebeldía a Aquel que es la Vida
y que como todo un valiente se entregó,
para que tu pudieras ver un nuevo día
donde brille El Sol de Justicia con Su Amor.

Sólo Su Amor tan hermoso puede cambiarte
al transformar individualmente cada corazón,
entonces, México amado, el podrá librarte
del odio fratricida, de la miseria y la traición.

Amado compatriota mexicano
escucha la amorosa voz del Salvador,
arrepiéntete de tu rebeldía y pecado
haz a Jesucristo de tu vida, Rey, Señor.

¿Cuántos más valientes tendrán que caer
en Chiapas, en Tijuana, en toda la nación?
para que todos logremos comprender
que sólo tú, oh Dios, eres nuestra Salvación.

Padre Santo te pedimos: ¡ten misericordia!
de nuestro atribulado y herido país,
despierta con poder a tu cuerpo, a tu novia;
para que proclame a Jesús, linaje de David.

Levanta Señor a Tus hijos valientes
a Tu glorioso evangelio vivir y proclamar,
para que México y todas sus gentes
sepan de Tu Salvación, Amor, Paz y Libertad.

Marzo 24 de 1994
Autor: © Héctor Aldrete

jueves, 28 de mayo de 2009

Sobre la Muerte de un Amigo

Salmo 9:12 Porque el que pide cuentas de la sangre derramada, se acuerda de ellos; no olvida el clamor de los afligidos.

Ayer subí a este blog el artículo anterior sin saber que unas horas más tarde iba a ser vilmente asesinado un amigo y compañero de escuela: Oscar Urías Cantú. Primero que nada quiero expresar nuestro más sentido pésame a toda su familia en especial a su esposa e hijos, le pedimos al Señor Jesucristo que los ayude y consuele como sólo él puede hacer.

Oscar era hijo de familias Juarenses muy conocidas, gente de trabajo, gente de bien. Se casó con una joven Juarense que creo conoció en la Secundaria del Parque, hermana de uno de nuestros compañeros del salón. Su historia debería haber sido diferente, debería haber vivido para contar a sus nietos las aventuras que vivimos cuando éramos adolescentes, contarles de nuestros buenos maestros y sobre todo de lo que había vivido y aprendido de su padres, de sus abuelos, de sus tíos y de sus hermanos. Contarles a sus nietos lo que era crecer en esta maravillosa ciudad que hace 40 años llegaba hasta la Plutarco Elías Calles y la Posada Pompa. Debería haber tenido la oportunidad de vivir su vida en paz y sin temor.

Pero no fue así, fue otra trágica víctima del mal que nos agobia. Víctima de personas que están dispuestas a matar a una persona porque no les dio lo que le pedían o simplemente porque querían demostrar que lo podían matar. No sabemos porque lo hicieron, lo único que sabemos es que cometieron una gran injusticia como la han cometido contra muchos de las más de 600 personas que han sido asesinadas en lo que va del año. Oscar es solamente un caso de los más recientes cuyo nombre reconocemos, pero es uno más entre los cientos que han muerto desde el año pasado de manera tan absurda y brutal.

Me duele muchísimo la muerte de este hombre, fue mi compañero en la Secundaria del Parque y en la Prepa del Chamizal, somos de la misma edad, llegamos a jugar basket juntos, pero mientras yo espero el nacimiento de mi nieto, él será sepultado por su querida familia. Eso me duele porque no soy mejor que él y no soy más merecedor de nada de lo que he recibido. Al preguntarme ¿por qué él? tengo que concluir que pudo haber sido cualquiera y eso lo hace aún más triste. Mañana puede ser otro compañero, otro vecino, otro juarense, otro mexicano.

¿Qué podemos hacer? ¿Cuánto tiempo nos tomará que esta ciudad cambie? ¿Cómo se puede cambiar una ciudad y un país que está inmerso en tanto mal? Ya lo he dicho antes, creo que el cambio empieza cambiando yo. Y yo cambio cuando en una actitud humilde reconozco y me arrepiento de todo aquello en mí que se rebela ante la Ley de Dios. El mal que está en nuestra ciudad también está en mi corazón, se llama pecado. No puedo pedirle a Dios que cambie a Juárez si no estoy dispuesto a que primero me cambie en lo personal dejando atrás ese pecado que lo ofende y agravia. El cambio empieza en mi corazón, en mi moralidad, en mi amor por la justicia y la rectitud. La buena noticia es que Jesús vino precisamente para cambiar pecadores injustos y hacerlos nuevas personas amantes de sus mandatos. El cambio empieza cuando cada uno de nosotros se acerca a Dios para buscar ese cambio personal.

Además, el cambio empieza en mi casa, en la instrucción y corrección de mis hijos; el cambio empieza en mi celosa participación ciudadana; el cambio empieza en el cumplimiento responsable de mis obligaciones; el cambio empieza en mi respeto absoluto a la legalidad; el cambio empieza en la oposición tenaz a mi propia indolencia. El cambio empieza en tomarme el tiempo de escribir estas cosas, que aunque pareciera que no contribuyen a cambiar en nada las cosas, pueden ayudar a que no se nos olvide lo que está pasando para que cada día seamos más los que estemos comprometidos a buscar un cambio para nuestra querida ciudad.

Unámonos en oración y clamor a Dios por nuestra ciudad y unámonos en la disposición de que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para contribuir a que poco a poco este terrible mal sea eliminado de nuestro País. Pero unámonos en la firme determinación que el cambio empieza en nuestro propio corazón.
Que Dios te bendiga,

miércoles, 27 de mayo de 2009

Juárez aún no ha cambiado

Hebreos 10:39 Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida (Nueva Versión Internacional)

Amigos, Juárez aún no ha cambiado.

Aún no se elimina el crimen, la violencia, el narco, la impunidad, la ilegalidad, la indiferencia, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, el pandillaje, los antros, los picaderos, el abuso, la voracidad, etc.
Además, todavía no tenemos una policía capaz y honesta, autoridades competentes, leyes justas, vigilancia ciudadana, iniciativa privada responsable, valores morales en la sociedad, espacios públicos dignos, etc.
¿Por qué creo que es necesario mencionar lo obvio y recordarles esto? Porque he visto en mi propia vida y en la de otros, que por el respiro temporal que estamos viviendo desde que el ejército entró a la ciudad, hemos bajado un poco la guardia en el despertar ciudadano que empezábamos a experimentar. Cuando la situación de la ciudad se veía más oscura, muchos levantamos la voz e hicimos un llamado a luchar por nuestra ciudad. Además múltiples nuevas organizaciones e iniciativas fueron lanzadas, muchas de ellas muy buenas y muy necesarias. Sin embargo, cuando el gobierno federal intervino para traer una semblanza de paz a la ciudad, pareciera que todo se calmó y me temo que algunos hasta caímos en la complacencia o hasta la indiferencia de nuevo.
Sin embargo, la lucha apenas empezaba y aún queda lo más difícil por delante, pues la meta es ver a nuestro país y sociedad cambiados, a construir un país en donde impere la ley y la justicia. No podemos ni debemos abandonar el frente de batalla hasta que veamos cambios reales y permanentes. No podemos ni debemos dejarles a nuestros hijos y nietos un país y una ciudad en el estado en el que se encuentra hoy. La batalla apenas empieza.
Escuche de un amigo ayer este comentario: “… la gente no ha cambiado, pareciera que las cosas vuelven a su curso normal.” Su comentario tenía que ver con las múltiples instancias en las que se había dado cuenta que los que se dedicaban al mal seguían buscando ese camino sin una aparente convicción de que ese camino no les traería ningún bien. Inclusive, existe la sospecha en algunos de que el cartel de Juárez ha vuelto a afirmarse en la plaza y que sus sicarios simplemente se escondieron o salieron de la ciudad pero no se encuentran muy lejos de Cd. Juárez. Además, siguen habiendo demasiadas ejecuciones, secuestros y asaltos. ¿Habremos realmente avanzado? Probablemente, pero solo un poco y aún falta muchísimo por avanzar.
Si los promotores del mal han aprovechado este tiempo para reorganizarse, reabastecerse y fortalecerse. ¿Qué es lo que hemos hecho los que queríamos promover el bien? ¿Nos habremos organizado, fortalecido y preparado? ¿Estaremos aprovechando bien este tiempo para avanzar nuestras iniciativas? ¡Espero que si! De lo que si debemos estar seguros es que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, ni tampoco van a cambiar con un mínimo esfuerzo, ni tampoco van a cambiar sin que nos cueste nada. Si queremos ver un cambio es necesario perseverar hasta el final.

martes, 26 de mayo de 2009

Un Triste Espectáculo


Qué triste fue atestiguar el verdadero carácter de la mayoría de los juarenses que asistieron ayer (jueves 21 de mayo) al juego de los Indios. Solo había asistido a un partido una vez anterior cuando peleaban por ascender, pero quería ser parte de lo que creía iba a ser una fiesta histórica para Juárez. Pero desgraciadamente salí decepcionado. No por el desempeño del equipo, nuestros Indios jugaron bien y creo que hicieron un muy digno papel. Pero sentí vergüenza al haber sido testigo del comportamiento de la afición en las tribunas.
Aquello se convirtió en una gran cantina. Se vendieron cerca de 24,000 litros de cerveza. O sea el equivalente a 3 cervezas por cada persona asistente. Yo mismo me sorprendía ver a las jovencitas “fresa” que con su camiseta nueva de los Indios no dejaban su cigarrillo y se tomaban 5 o 6 litros. El partido parecía haber sido solo una excusa para emborracharse y por consecuencia actuar como salvajes disolutos. Me enteré que el distintivo de la afición en Juárez era precisamente celebrar el desempeño de su partido arrojando miles de vasos de cerveza a sus vecinos en las tribunas. Esa es nuestra distinción, así se nos conoce en el País.
Ir a un juego no es para nada un espectáculo familiar ni deportivo. Es ir a cuidarse de los borrachos. Lo triste de esto es que Juárez estaba siendo reconocido por todo el País por la esperanza que habían traído los Indios a su ciudad. Hasta parecía que el turismo podría volver a Juárez al querer ser parte del milagro de los Indios. Pero mucho de la afición mostró la verdadera cara de Juárez: violencia, abuso y disolución. Tristemente TV Azteca se encargó de mostrarle a todos lo bajo y corriente que podemos ser al transmitir en cadena nacional el actuar de la afición: guerra de vasos entre todos, mujeres gritando obscenidades y peleando, pleitos, golpes y empujones entre puros fanáticos de Juárez y hasta un tipo que idiotizado por el alcohol se atrevió a darle un puñetazo a una mujer. No vi para nada un espíritu de “Unidos por Juárez” o de “Amor por Juárez”. Ese es nuestro mal, no amamos nuestra tierra, no respetamos el derecho ajeno y nos vale la justicia y la legalidad.
Según las encuestas nacionales, la mayoría de los mexicanos deseaban que los Indios ganaran la liguilla. Eran la “cenicienta” del torneo y todos aman a la cenicienta. Pero me pregunto ¿qué pensará el País acerca de Cd. Juárez después de haber visto la forma en que nos comportamos ayer en el estadio? Probablemente piensen que Juárez no merece tener un equipo campeón. O tal vez concluyan que ese comportamiento deplorable sea parte de la razón de la crisis que estamos viviendo. Muchos estábamos animados de que la imagen de Juárez estaba siendo cambiada por nuestro equipo de futbol. Ahora me siento avergonzado por el triste espectáculo que dimos.
Creo que le debemos una disculpa a los Indios, al Profe Eugui, a la familia Ibarra y a los verdaderos y fieles aficionados de los Indios por el pobre espectáculo que se dio ayer en las tribunas. ¡Qué Lástima! Cuando más necesitaban nuestras porras, los jugadores veían a los “aficionados” peleándose entre ellos. Y lo que han logrado como equipo en el País, fue manchado por muchos de esos “aficionados”.
Ahora para los Indios solo queda un posible milagro en Pachuca. Tengo sentimientos encontrados porque quiero a mi ciudad y quiero que tenga muchas cosas de que alegrarse, pero también quiero que la gente recapacite, que la gente cambie y crezca, porque si no lo hace seguiremos de mal en peor. Aunque digan que es imposible, quiero que ganen los Indios y que comprueben que aún hay milagros. Y para mi ciudad muchos dirán que es imposible que cambie la gente, pero sigo pidiéndole a Dios el milagro de que Juárez sea una ciudad de paz y justicia verdadera.
Que Dios bendiga y perdone con gran misericordia a nuestra ciudad…