Hace días el Diario de Juárez publicó la noticia de la creación de un comando ciudadano de Juárez. La noticia se refería a la decisión de un sector juarense hastiado con la criminalidad que respaldaba la creación de un cuerpo que eliminaría a un “maleante” cada 24 horas. Esta noticia despertó en mí diversos sentimientos y reacciones. Unas de curiosidad, otras de preocupación y finalmente estas reflexiones que confío no serán tardías.
Primero, una vez que hube leído tal noticia estuve atento a los comentarios que dicho medio publicaría. En poco tiempo podían leerse toda clase de vítores y expresiones de apoyo y simpatía. Algunos de los comentaristas se firmaron como “villistas” y una dama se ofreció como “adelita”. Otros más señalaron a candidatos a recibir el castigo del “verdugo ciudadano”. No faltaban expresiones soeces y desconsideradas hacia la autoridad. Durante el lapso que ha durado esta etapa de violencia he podido seguir tanto las noticias en el Diario como los comentarios que publica.
Los encargados de seleccionar los comentarios no han sido muy responsables ni selectivos. Seguramente se le puede atribuir a la garantía constitucional de libertad de expresión que ondea alto o bien a la manifestación del nivel y ánimo promedio de los lectores de este medio.
Los comentaristas cuyas contribuciones fueron publicadas:
- Quieren unirse y contribuir al esfuerzo punitivo
- Señalan candidatos a la ejecución
- Expresan, en el caso de uno de ellos, que Dios debe quedar a un lado, y dar paso a la acción.
El arrepentimiento no es solo un sentimiento de culpabilidad o el ruborizarse o sentirse frustrado o acaso tristes. Arrepentirse significa un dolor en el alma seguido de un cambio en nuestro camino para no ofender más a Dios. ¿Puede haber un arrepentimiento social? Estoy seguro que sí. Requiere, es cierto, que la sociedad sea madura y capaz de revisarse sin miedo.
Si emprendemos una revisión de nuestra sociedad podemos actuar de una manera madura o de una manera machista. De manera madura revisaremos con cuidado todas nuestras circunstancias y reconoceremos dónde está nuestra responsabilidad en las fallas para corregirlas. De la manera machista vociferaremos y pediremos un rifle para unirnos a la “bola”.
Nuestra sociedad tiene grandes fallas que deben dolerle. Donde se lea nuestra sociedad, sugiero que se lea nosotros. Donde se lea nosotros debe pues leerse yo. Nuestra sociedad necesita cambiar, puede hacerlo y debe querer hacerlo, arrepentirse. Acercarse a Dios no es un rito o una pausa en la vida sino la vida misma. La convulsión que ahora vivimos refleja el mal funcionamiento de familias, instituciones educativas, cuerpos de seguridad pública, tribunales, congresos, partidos políticos, cámaras de comercio e industria, organismos empresariales, gremios, asociaciones, iglesias, clubes de servicio, gobierno federal, estatal y municipal. Los comentarios a la noticia, con toda su rudeza, son gritos de personas que exigen participar pero no existen canales para ello o no los encuentran para hacerlo. No hay claridad en las acciones o no hay siquiera acciones.
El liderazgo, tal como lo modela Jesús, es servir y no servirse. Nuestra sociedad carece ahora de liderazgo. Donde se lea nuestra sociedad debemos leer nosotros; donde nosotros, con arrepentimiento, debe leerse yo. Donde leas yo, lector, acércate a Dios para clamar por dirección. Señor mío, estoy arrepentido de mi antigua forma de vivir, ¿cómo puedo servir a mi ciudad? ¿Cómo puedo ayudar para cambiar esto? En mi familia y trabajo, ¿qué debo hacer para evitar la violencia? ¡Ayúdame a saber cómo actuar! Y una vez que hayas preguntado, escucha. Dios siempre responde. Él es fiel.
El excelente texto que publicó este blog titulado Vive, vive, vive, (http://juarezbuscaadios.blogspot.com/2009/01/vive-vive-vive.html) nos convoca a conocer los esfuerzos de México Unido contra la Delincuencia u otras experiencias en el mundo en contra de la criminalidad. Los medios de comunicación junto con las instituciones educativas y las cámaras empresariales pueden impulsar un esfuerzo colectivo para crear secciones especiales destinadas a divulgar enseñanza para prevenir el delito, para difundir la cultura de la legalidad, para elevar las miras considerando que no toda la población lee, sino que escucha la radio, mira televisión o tiene acceso a computadora. Estas secciones lucirán, estoy seguro, las gallardas cananas cruzadas de la inteligencia y del compromiso. Nuestra ciudad ha dado grandes líderes lo mismo formales que informales. No faltarán ahora. Somos nosotros. ¡Preguntemos a Dios dónde servir y hagámoslo!
Antonio CANCHOLA CASTRO
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