Qué triste fue atestiguar el verdadero carácter de la mayoría de los juarenses que asistieron ayer (jueves 21 de mayo) al juego de los Indios. Solo había asistido a un partido una vez anterior cuando peleaban por ascender, pero quería ser parte de lo que creía iba a ser una fiesta histórica para Juárez. Pero desgraciadamente salí decepcionado. No por el desempeño del equipo, nuestros Indios jugaron bien y creo que hicieron un muy digno papel. Pero sentí vergüenza al haber sido testigo del comportamiento de la afición en las tribunas.
Aquello se convirtió en una gran cantina. Se vendieron cerca de 24,000 litros de cerveza. O sea el equivalente a 3 cervezas por cada persona asistente. Yo mismo me sorprendía ver a las jovencitas “fresa” que con su camiseta nueva de los Indios no dejaban su cigarrillo y se tomaban 5 o 6 litros. El partido parecía haber sido solo una excusa para emborracharse y por consecuencia actuar como salvajes disolutos. Me enteré que el distintivo de la afición en Juárez era precisamente celebrar el desempeño de su partido arrojando miles de vasos de cerveza a sus vecinos en las tribunas. Esa es nuestra distinción, así se nos conoce en el País.
Ir a un juego no es para nada un espectáculo familiar ni deportivo. Es ir a cuidarse de los borrachos. Lo triste de esto es que Juárez estaba siendo reconocido por todo el País por la esperanza que habían traído los Indios a su ciudad. Hasta parecía que el turismo podría volver a Juárez al querer ser parte del milagro de los Indios. Pero mucho de la afición mostró la verdadera cara de Juárez: violencia, abuso y disolución. Tristemente TV Azteca se encargó de mostrarle a todos lo bajo y corriente que podemos ser al transmitir en cadena nacional el actuar de la afición: guerra de vasos entre todos, mujeres gritando obscenidades y peleando, pleitos, golpes y empujones entre puros fanáticos de Juárez y hasta un tipo que idiotizado por el alcohol se atrevió a darle un puñetazo a una mujer. No vi para nada un espíritu de “Unidos por Juárez” o de “Amor por Juárez”. Ese es nuestro mal, no amamos nuestra tierra, no respetamos el derecho ajeno y nos vale la justicia y la legalidad.
Según las encuestas nacionales, la mayoría de los mexicanos deseaban que los Indios ganaran la liguilla. Eran la “cenicienta” del torneo y todos aman a la cenicienta. Pero me pregunto ¿qué pensará el País acerca de Cd. Juárez después de haber visto la forma en que nos comportamos ayer en el estadio? Probablemente piensen que Juárez no merece tener un equipo campeón. O tal vez concluyan que ese comportamiento deplorable sea parte de la razón de la crisis que estamos viviendo. Muchos estábamos animados de que la imagen de Juárez estaba siendo cambiada por nuestro equipo de futbol. Ahora me siento avergonzado por el triste espectáculo que dimos.
Creo que le debemos una disculpa a los Indios, al Profe Eugui, a la familia Ibarra y a los verdaderos y fieles aficionados de los Indios por el pobre espectáculo que se dio ayer en las tribunas. ¡Qué Lástima! Cuando más necesitaban nuestras porras, los jugadores veían a los “aficionados” peleándose entre ellos. Y lo que han logrado como equipo en el País, fue manchado por muchos de esos “aficionados”.
Ahora para los Indios solo queda un posible milagro en Pachuca. Tengo sentimientos encontrados porque quiero a mi ciudad y quiero que tenga muchas cosas de que alegrarse, pero también quiero que la gente recapacite, que la gente cambie y crezca, porque si no lo hace seguiremos de mal en peor. Aunque digan que es imposible, quiero que ganen los Indios y que comprueben que aún hay milagros. Y para mi ciudad muchos dirán que es imposible que cambie la gente, pero sigo pidiéndole a Dios el milagro de que Juárez sea una ciudad de paz y justicia verdadera.
Que Dios bendiga y perdone con gran misericordia a nuestra ciudad…
Aquello se convirtió en una gran cantina. Se vendieron cerca de 24,000 litros de cerveza. O sea el equivalente a 3 cervezas por cada persona asistente. Yo mismo me sorprendía ver a las jovencitas “fresa” que con su camiseta nueva de los Indios no dejaban su cigarrillo y se tomaban 5 o 6 litros. El partido parecía haber sido solo una excusa para emborracharse y por consecuencia actuar como salvajes disolutos. Me enteré que el distintivo de la afición en Juárez era precisamente celebrar el desempeño de su partido arrojando miles de vasos de cerveza a sus vecinos en las tribunas. Esa es nuestra distinción, así se nos conoce en el País.
Ir a un juego no es para nada un espectáculo familiar ni deportivo. Es ir a cuidarse de los borrachos. Lo triste de esto es que Juárez estaba siendo reconocido por todo el País por la esperanza que habían traído los Indios a su ciudad. Hasta parecía que el turismo podría volver a Juárez al querer ser parte del milagro de los Indios. Pero mucho de la afición mostró la verdadera cara de Juárez: violencia, abuso y disolución. Tristemente TV Azteca se encargó de mostrarle a todos lo bajo y corriente que podemos ser al transmitir en cadena nacional el actuar de la afición: guerra de vasos entre todos, mujeres gritando obscenidades y peleando, pleitos, golpes y empujones entre puros fanáticos de Juárez y hasta un tipo que idiotizado por el alcohol se atrevió a darle un puñetazo a una mujer. No vi para nada un espíritu de “Unidos por Juárez” o de “Amor por Juárez”. Ese es nuestro mal, no amamos nuestra tierra, no respetamos el derecho ajeno y nos vale la justicia y la legalidad.
Según las encuestas nacionales, la mayoría de los mexicanos deseaban que los Indios ganaran la liguilla. Eran la “cenicienta” del torneo y todos aman a la cenicienta. Pero me pregunto ¿qué pensará el País acerca de Cd. Juárez después de haber visto la forma en que nos comportamos ayer en el estadio? Probablemente piensen que Juárez no merece tener un equipo campeón. O tal vez concluyan que ese comportamiento deplorable sea parte de la razón de la crisis que estamos viviendo. Muchos estábamos animados de que la imagen de Juárez estaba siendo cambiada por nuestro equipo de futbol. Ahora me siento avergonzado por el triste espectáculo que dimos.
Creo que le debemos una disculpa a los Indios, al Profe Eugui, a la familia Ibarra y a los verdaderos y fieles aficionados de los Indios por el pobre espectáculo que se dio ayer en las tribunas. ¡Qué Lástima! Cuando más necesitaban nuestras porras, los jugadores veían a los “aficionados” peleándose entre ellos. Y lo que han logrado como equipo en el País, fue manchado por muchos de esos “aficionados”.
Ahora para los Indios solo queda un posible milagro en Pachuca. Tengo sentimientos encontrados porque quiero a mi ciudad y quiero que tenga muchas cosas de que alegrarse, pero también quiero que la gente recapacite, que la gente cambie y crezca, porque si no lo hace seguiremos de mal en peor. Aunque digan que es imposible, quiero que ganen los Indios y que comprueben que aún hay milagros. Y para mi ciudad muchos dirán que es imposible que cambie la gente, pero sigo pidiéndole a Dios el milagro de que Juárez sea una ciudad de paz y justicia verdadera.
Que Dios bendiga y perdone con gran misericordia a nuestra ciudad…
No hay comentarios:
Publicar un comentario