Recibí este escrito hace un par de semanas, está excelente y se los quiero recomendar. Fue escrito por un licenciado que conocemos y respetamos y refleja una postura inteligente y sensata ante la crisis que estamos viviendo. Creo que nos puede ayudar a asumir la postura ciudadana que nuestra ciudad necesita de todos nosotros. está un poco largo pero vale la pena leerlo completo:Alguien me habló todos los días de mi vida
al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte. - Jaime Sabines
Ciudad Juárez, Chihuahua, a 10 de diciembre de 2008
Hoy secuestraron a mi amigo Alberto. Un "secuestro express". Mientras escribo esto me entero que después de más de 10 horas de incertidumbre su hijo pagó su rescate y de que lo liberaron en un lugar remoto de Juárez tras haberle robado también su carro, su cartera y su teléfono. Corrió con suerte, pero hoy, durante las eternas horas de su captura, la muerte no habló despacio y lentamente al oído de Alberto y de su familia. Les gritó.
Lo triste es que ésta es sólo una de las ya muchas historias de violencia que cada uno de nosotros puede contar. La muerte anda gritando por todo Juárez desde hace meses y sus gritos nos han amedrentado hasta la parálisis. Y yo me pregunto: ¿En dónde está el Juárez pensante? ¿A dónde se fue el Juárez valiente? ¿En dónde se escondió el Juárez trabajador?
Fernando Savater abre su libro de filosofía "Las Preguntas de la Vida", con un capítulo sobre la muerte, afirmando que él empezó a pensar cuando se percató de que algún día inevitablemente moriría. En este capítulo insiste que aunque no siempre estemos conscientes de ello, la muerte no sólo es cierta, es además perpetuamente inminente. Asevera también que aunque la muerte parezca en ocasiones improbable, siempre es posible.
Que trágicas nos suenan hoy esas palabras. En el año 2008, la muerte en Ciudad Juárez es perpetuamente inminente y altamente probable. Y después de más de 1,500 homicidios, ya es hora de que TODOS los juarenses nos pongamos a pensar.
Yo entiendo el reclamo generalizado de que es indispensable que las autoridades hagan su trabajo. Es indispensable e inaplazable. Pero eso no exime al resto de la sociedad de su obligación de hacer lo que a ella le corresponde.
Atrapada entre las garras de la crisis económica mundial y de los problemas nacionales, el crimen local hace que Ciudad Juárez sufra hoy el embate de una "tormenta perfecta". Un puñado de bandidos nos ataca justo cuando más vulnerables estamos y la ciudad se nos desmorona entre las manos por su culpa. Y entre gritos de muerte, muchos de nuestros sueños se mueren también.
La violencia nos llegó repentina, abruptamente y nos avasalló. Fue un knock-out del que aún no nos levantamos. Vivimos aterrorizados en nuestras casas en un encierro autoimpuesto. Como en ghettos, como ovejas. No vamos a los restaurantes, ni a los cines, y tenemos miedo de los semáforos y hasta de las escuelas.
Y no son pocos quienes ya han abandonado la ciudad, como quien salta la borda de un buque torpedeado, en busca de la fácil seguridad que nos ofrece residir en El Paso.
Yo vivo en una colonia linda, con magníficos vecinos con quienes me encanta vivir. Pero el éxodo ya empezó. Ya se fueron Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Unos a El Paso y otros a sus ciudades natales. Tal vez quienes lleguen a ocupar sus casas sean personas buenas, tal vez no. Pero sea quienes fueren no van a ser Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Y a mí me gustan Ignacio, Gabriel, Agustín y sus familias. Y mi colonia y mi ciudad son menos buenas porque ellos ya no viven aquí.
Entiendo perfectamente los motivos que inspiran a mis vecinos a mudarse. Pero ellos se van y la ciudad se va al carajo. Es el asunto de los micro-motivos y de los macro-comportamientos. Mis vecinos se mudan porque les conviene a ellos, y la ciudad tiene una fuga masiva de talentos y de voluntades. No se quedan a pelear.
La ciudad de El Paso es nuestra bendición y nuestra maldición. El Paso es la razón por la cual no fue sino hasta hace unos cuantos años que en Juárez tuvimos un buen teatro, o un gran hospital, o un mall decoroso, o mejores escuelas. ¡Por qué esforzarnos en construirlos aquí si ya los teníamos en El Paso!
Yo respeto su decisión de partir pues están velando por la seguridad de sus seres más queridos, pero sería falso decir que su retiro es inconsecuente para el bienestar futuro de esta ciudad. Viktor Frankl, el siquiatra Austriaco que con su familia fue internado en el campo de concentración Nazi de Theresienstadt cuenta que en esas prisiones por lo general solo se mantenían vivos quienes habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la existencia, los que estaban dispuestos a recurrir a cualquier medio, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse. Con profunda tristeza afirma: "los que hemos vuelto de ahí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros - como cada cual prefiera llamarlos - lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron". Si los hombres y mujeres de buena voluntad de esta ciudad la abandonamos, mudándonos o pecando de omisión con nuestra pasividad, le estaremos entregando las llaves de la ciudad a quienes han perdido todos sus escrúpulos.
Por eso insisto en que es indispensable que nosotros, la sociedad, debemos cumplir con la obligación de hacer la parte que nos corresponde en la lucha contra la delincuencia.
Y esa obligación no se limita a exigirle a los gobernantes que cumplan su cometido. Ni a hacer "toques de queda civiles" en contra de los ya casi extintos restauranteros o huelgas fiscales para "ponerle presión a las autoridades". Dos males no hacen un bien. Yo sé que hay muchísima gente que no está de acuerdo conmigo, pero me parece que Calderón, Reyes Baeza, Reyes Ferriz, el ejército y la policía no requieren más acicate que el que nuestras deplorables circunstancias actuales ya les imponen. No necesitan más detractores, sino más aliados. Pero ¿dónde están esos aliados?
Por eso me sigo preguntando, ¿dónde están los valientes hombres y mujeres de Juárez? ¿Dónde están los inteligentes y trabajadores? ¿Dónde está el Juárez con iniciativa? Son preguntas apremiantes, porque los juarenses no tenemos espíritu de víctima. Nos enorgullecemos de tratar de ser dueños de nuestros destinos. Somos la gente ruda del norte. Quienes llegamos de otros lugares a hacer de éste nuestro hogar, dejamos familias y ciudades natales en busca de un lugar propicio para que nuestros esfuerzos generaran bienestar. Quienes aquí nacieron nos recibieron con los brazos abiertos asumiendo que los inmigrantes seríamos gente de buena voluntad que colaboraría para hacer de ésta una ciudad próspera. Pero parece que se nos olvidó que llegamos y seguimos aquí para construir una ciudad que nos permita vivir felices.
¿Cuántos asesinatos se requieren para mover a una sociedad a actuar? ¿Cuantos secuestros, extorsiones, robos de carros o de negocios?
Deja en este instante lo que planeabas hacer este día y piensa que es lo que TÚ vas a hacer para recuperar el control de tu ciudad. No existe hoy una necesidad más apremiante en nuestras vidas que recobrar el estado de derecho, pues sin legalidad, ninguno de nuestros demás proyectos tendrá frutos.
Ya es tiempo de que abandonemos nuestras diferencias y trabajemos para combatir al enemigo común, en una cruzada contra la delincuencia que incluya a todos los miembros de nuestra comunidad: estudiantes, escuelas, amas de casa, empresarios, iglesias, ONG's, trabajadores, sindicatos, colonos, maquiladoras y, por supuesto, gobierno.
Tenemos ya una infraestructura de organización social sobre la que podemos construir soluciones al problema de la violencia. Como la marina mercante que se transforma en tiempos de guerra para construir una armada. Pero necesitamos que cada uno de nosotros asuma su responsabilidad en este proyecto.
Debemos cobrar conciencia de que los criminales no son fantasmas, ni superhéroes. Son hombres y mujeres biológica y mentalmente tan vulnerables como nosotros. Aunque muchos de los líderes nacionales del crimen sean brillantes, los bandidos locales que hoy nos acosan, son individuos menos inteligentes y menos capaces que tú. Aún así nos traen entre las cuerdas y todo porque no estamos dispuestos ni siquiera a realizar el más elemental acto de defensa: la denuncia.
Empieza por comprar una tarjeta de teléfono público y llama al 288-0657 o al 288-0658 y reporta de manera anónima CUALQUIER actividad sospechosa o crimen del que tengas conocimiento. No puedo enfatizar suficiente sobre la importancia de la denuncia anónima, pues es la más segura y eficaz forma de ayudar a resolver y evitar crímenes. Es asunto de micro-motivos y de macro-comportamientos.
Pero no te detengas ahí. Usa tu talento para encontrar soluciones creativas y sensatas. Averigua qué fue lo que hicieron en Palermo en contra de la mafia. Descubre cómo se organiza un "Neighborhood Watch" para combatir el crimen en tu colonia. Averigua qué se requiere para implementar los programas de "Crime Stoppers”. Consigue traer a Juárez a “Mexico Unido Contra la delincuencia”. Apoya a la Fundación SOS de Alejandro Martí. Infórmate de cuáles son los compromisos que los gobiernos estatales y municipales adquirieron mediante el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad y asegúrate de que se implementen en Juárez. Encuentra tú las soluciones que no se le han ocurrido a nadie más.
No digas que los ciudadanos no podemos incidir en el combate del crimen hasta que no hayas hecho tu parte. Es asunto de micro-motivos y de macro-comportamientos. Yo ya empecé a dejar de ser una víctima pasiva. ¿Y tú?
Recuerda: ¡Vive, vive, vive!