Desgraciadamente nadie podía anticipar que hoy también se celebrarían los servicios fúnebres de otro Juarense asesinado injustamente. Nunca me imagine asistir a una funeraria en la que se velaba el cuerpo de un amigo víctima de la insensatez criminal y enseguida en otra capilla se estaría velando el cuerpo de otro conocido juarense victimado de manera similar. Curiosamente, ambos hombres de edad similar e hijos de dos muy buenos amigos de mi padre. Todo me parecía un poco irreal y muchos pensaban lo que un conocido comentó “¿Quiénes seguimos?”.
Como respuesta al escrito anterior que les mandé, un buen amigo me mandó el siguiente poema de Hector Manuel Aldrete, lo escribió en 1994 a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Pareciera que fue escrito ayer. A ver qué piensan…
¿Cómo han caído los valientes?
(En memoria al candidato a la Presidencia de la República Mexicana que fue asesinado en 1994: Lic. Luis Donaldo Colosio. El mensaje es tan relevante hoy día como en aquel entonces.)
¿Cómo han caído los valientes?
peleando, en medio de la batalla,
aunque heridos cobardemente
por hombres sin valor, viles canallas.
Hoy mi nación está consternada
por un hecho pusilánime y cruel,
es tiempo de gemir, ¡oh patria amada!
e invocar al poderoso Emmanuel.
Es tiempo de dejar nuestras vanidades
el egoísmo, la maldad, la falta de amor;
humillarnos ante el Rey de las edades
para que sane y restaure nuestra nación.
Amado México, Dios te está llamando
por favor no endurezcas tu corazón,
mucha sangre en tu historia se ha derramado
es hora de rendirse al Salvador.
La solución no se halla en la política,
ni en una nueva y mejor economía;
la situación seguirá siendo crítica
si tu gente continúa en rebeldía.
Si, en rebeldía a Aquel que es la Vida
y que como todo un valiente se entregó,
para que tu pudieras ver un nuevo día
donde brille El Sol de Justicia con Su Amor.
Sólo Su Amor tan hermoso puede cambiarte
al transformar individualmente cada corazón,
entonces, México amado, el podrá librarte
del odio fratricida, de la miseria y la traición.
Amado compatriota mexicano
escucha la amorosa voz del Salvador,
arrepiéntete de tu rebeldía y pecado
haz a Jesucristo de tu vida, Rey, Señor.
¿Cuántos más valientes tendrán que caer
en Chiapas, en Tijuana, en toda la nación?
para que todos logremos comprender
que sólo tú, oh Dios, eres nuestra Salvación.
Padre Santo te pedimos: ¡ten misericordia!
de nuestro atribulado y herido país,
despierta con poder a tu cuerpo, a tu novia;
para que proclame a Jesús, linaje de David.
Levanta Señor a Tus hijos valientes
a Tu glorioso evangelio vivir y proclamar,
para que México y todas sus gentes
sepan de Tu Salvación, Amor, Paz y Libertad.
Marzo 24 de 1994
Autor: © Héctor Aldrete
"En nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios!" - 2Cor 5:20
Nuestro Propósito
Este es un espacio para publicar artículos desde una perspectiva Cristiana que motiven a los habitantes de nuestra Ciudad a reflexionar sobre su respueta a la crisis de violencia y crimen que azota a nuestra ciudad.
Es un llamado a buscar de Dios en humildad y arrepentimiento a responder conforme a su Palabra en estos tiempos.
Es un llamado a que no desfallezcamos, sino que respondamos a todo este mal con fe, esperanza y amor.
Joel 2:13 ...volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal. 14 ¿Quién sabe si volverá y se apiadará, y dejará tras sí bendición...
Es un llamado a buscar de Dios en humildad y arrepentimiento a responder conforme a su Palabra en estos tiempos.
Es un llamado a que no desfallezcamos, sino que respondamos a todo este mal con fe, esperanza y amor.
Joel 2:13 ...volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal. 14 ¿Quién sabe si volverá y se apiadará, y dejará tras sí bendición...
viernes, 29 de mayo de 2009
jueves, 28 de mayo de 2009
Sobre la Muerte de un Amigo
Salmo 9:12 Porque el que pide cuentas de la sangre derramada, se acuerda de ellos; no olvida el clamor de los afligidos.
Ayer subí a este blog el artículo anterior sin saber que unas horas más tarde iba a ser vilmente asesinado un amigo y compañero de escuela: Oscar Urías Cantú. Primero que nada quiero expresar nuestro más sentido pésame a toda su familia en especial a su esposa e hijos, le pedimos al Señor Jesucristo que los ayude y consuele como sólo él puede hacer.
Oscar era hijo de familias Juarenses muy conocidas, gente de trabajo, gente de bien. Se casó con una joven Juarense que creo conoció en la Secundaria del Parque, hermana de uno de nuestros compañeros del salón. Su historia debería haber sido diferente, debería haber vivido para contar a sus nietos las aventuras que vivimos cuando éramos adolescentes, contarles de nuestros buenos maestros y sobre todo de lo que había vivido y aprendido de su padres, de sus abuelos, de sus tíos y de sus hermanos. Contarles a sus nietos lo que era crecer en esta maravillosa ciudad que hace 40 años llegaba hasta la Plutarco Elías Calles y la Posada Pompa. Debería haber tenido la oportunidad de vivir su vida en paz y sin temor.
Pero no fue así, fue otra trágica víctima del mal que nos agobia. Víctima de personas que están dispuestas a matar a una persona porque no les dio lo que le pedían o simplemente porque querían demostrar que lo podían matar. No sabemos porque lo hicieron, lo único que sabemos es que cometieron una gran injusticia como la han cometido contra muchos de las más de 600 personas que han sido asesinadas en lo que va del año. Oscar es solamente un caso de los más recientes cuyo nombre reconocemos, pero es uno más entre los cientos que han muerto desde el año pasado de manera tan absurda y brutal.
Me duele muchísimo la muerte de este hombre, fue mi compañero en la Secundaria del Parque y en la Prepa del Chamizal, somos de la misma edad, llegamos a jugar basket juntos, pero mientras yo espero el nacimiento de mi nieto, él será sepultado por su querida familia. Eso me duele porque no soy mejor que él y no soy más merecedor de nada de lo que he recibido. Al preguntarme ¿por qué él? tengo que concluir que pudo haber sido cualquiera y eso lo hace aún más triste. Mañana puede ser otro compañero, otro vecino, otro juarense, otro mexicano.
¿Qué podemos hacer? ¿Cuánto tiempo nos tomará que esta ciudad cambie? ¿Cómo se puede cambiar una ciudad y un país que está inmerso en tanto mal? Ya lo he dicho antes, creo que el cambio empieza cambiando yo. Y yo cambio cuando en una actitud humilde reconozco y me arrepiento de todo aquello en mí que se rebela ante la Ley de Dios. El mal que está en nuestra ciudad también está en mi corazón, se llama pecado. No puedo pedirle a Dios que cambie a Juárez si no estoy dispuesto a que primero me cambie en lo personal dejando atrás ese pecado que lo ofende y agravia. El cambio empieza en mi corazón, en mi moralidad, en mi amor por la justicia y la rectitud. La buena noticia es que Jesús vino precisamente para cambiar pecadores injustos y hacerlos nuevas personas amantes de sus mandatos. El cambio empieza cuando cada uno de nosotros se acerca a Dios para buscar ese cambio personal.
Además, el cambio empieza en mi casa, en la instrucción y corrección de mis hijos; el cambio empieza en mi celosa participación ciudadana; el cambio empieza en el cumplimiento responsable de mis obligaciones; el cambio empieza en mi respeto absoluto a la legalidad; el cambio empieza en la oposición tenaz a mi propia indolencia. El cambio empieza en tomarme el tiempo de escribir estas cosas, que aunque pareciera que no contribuyen a cambiar en nada las cosas, pueden ayudar a que no se nos olvide lo que está pasando para que cada día seamos más los que estemos comprometidos a buscar un cambio para nuestra querida ciudad.
Unámonos en oración y clamor a Dios por nuestra ciudad y unámonos en la disposición de que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para contribuir a que poco a poco este terrible mal sea eliminado de nuestro País. Pero unámonos en la firme determinación que el cambio empieza en nuestro propio corazón.
Que Dios te bendiga,
Ayer subí a este blog el artículo anterior sin saber que unas horas más tarde iba a ser vilmente asesinado un amigo y compañero de escuela: Oscar Urías Cantú. Primero que nada quiero expresar nuestro más sentido pésame a toda su familia en especial a su esposa e hijos, le pedimos al Señor Jesucristo que los ayude y consuele como sólo él puede hacer.
Oscar era hijo de familias Juarenses muy conocidas, gente de trabajo, gente de bien. Se casó con una joven Juarense que creo conoció en la Secundaria del Parque, hermana de uno de nuestros compañeros del salón. Su historia debería haber sido diferente, debería haber vivido para contar a sus nietos las aventuras que vivimos cuando éramos adolescentes, contarles de nuestros buenos maestros y sobre todo de lo que había vivido y aprendido de su padres, de sus abuelos, de sus tíos y de sus hermanos. Contarles a sus nietos lo que era crecer en esta maravillosa ciudad que hace 40 años llegaba hasta la Plutarco Elías Calles y la Posada Pompa. Debería haber tenido la oportunidad de vivir su vida en paz y sin temor.
Pero no fue así, fue otra trágica víctima del mal que nos agobia. Víctima de personas que están dispuestas a matar a una persona porque no les dio lo que le pedían o simplemente porque querían demostrar que lo podían matar. No sabemos porque lo hicieron, lo único que sabemos es que cometieron una gran injusticia como la han cometido contra muchos de las más de 600 personas que han sido asesinadas en lo que va del año. Oscar es solamente un caso de los más recientes cuyo nombre reconocemos, pero es uno más entre los cientos que han muerto desde el año pasado de manera tan absurda y brutal.
Me duele muchísimo la muerte de este hombre, fue mi compañero en la Secundaria del Parque y en la Prepa del Chamizal, somos de la misma edad, llegamos a jugar basket juntos, pero mientras yo espero el nacimiento de mi nieto, él será sepultado por su querida familia. Eso me duele porque no soy mejor que él y no soy más merecedor de nada de lo que he recibido. Al preguntarme ¿por qué él? tengo que concluir que pudo haber sido cualquiera y eso lo hace aún más triste. Mañana puede ser otro compañero, otro vecino, otro juarense, otro mexicano.
¿Qué podemos hacer? ¿Cuánto tiempo nos tomará que esta ciudad cambie? ¿Cómo se puede cambiar una ciudad y un país que está inmerso en tanto mal? Ya lo he dicho antes, creo que el cambio empieza cambiando yo. Y yo cambio cuando en una actitud humilde reconozco y me arrepiento de todo aquello en mí que se rebela ante la Ley de Dios. El mal que está en nuestra ciudad también está en mi corazón, se llama pecado. No puedo pedirle a Dios que cambie a Juárez si no estoy dispuesto a que primero me cambie en lo personal dejando atrás ese pecado que lo ofende y agravia. El cambio empieza en mi corazón, en mi moralidad, en mi amor por la justicia y la rectitud. La buena noticia es que Jesús vino precisamente para cambiar pecadores injustos y hacerlos nuevas personas amantes de sus mandatos. El cambio empieza cuando cada uno de nosotros se acerca a Dios para buscar ese cambio personal.
Además, el cambio empieza en mi casa, en la instrucción y corrección de mis hijos; el cambio empieza en mi celosa participación ciudadana; el cambio empieza en el cumplimiento responsable de mis obligaciones; el cambio empieza en mi respeto absoluto a la legalidad; el cambio empieza en la oposición tenaz a mi propia indolencia. El cambio empieza en tomarme el tiempo de escribir estas cosas, que aunque pareciera que no contribuyen a cambiar en nada las cosas, pueden ayudar a que no se nos olvide lo que está pasando para que cada día seamos más los que estemos comprometidos a buscar un cambio para nuestra querida ciudad.
Unámonos en oración y clamor a Dios por nuestra ciudad y unámonos en la disposición de que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para contribuir a que poco a poco este terrible mal sea eliminado de nuestro País. Pero unámonos en la firme determinación que el cambio empieza en nuestro propio corazón.
Que Dios te bendiga,
miércoles, 27 de mayo de 2009
Juárez aún no ha cambiado
Hebreos 10:39 Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida (Nueva Versión Internacional)
Amigos, Juárez aún no ha cambiado.
Aún no se elimina el crimen, la violencia, el narco, la impunidad, la ilegalidad, la indiferencia, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, el pandillaje, los antros, los picaderos, el abuso, la voracidad, etc.
Además, todavía no tenemos una policía capaz y honesta, autoridades competentes, leyes justas, vigilancia ciudadana, iniciativa privada responsable, valores morales en la sociedad, espacios públicos dignos, etc.
¿Por qué creo que es necesario mencionar lo obvio y recordarles esto? Porque he visto en mi propia vida y en la de otros, que por el respiro temporal que estamos viviendo desde que el ejército entró a la ciudad, hemos bajado un poco la guardia en el despertar ciudadano que empezábamos a experimentar. Cuando la situación de la ciudad se veía más oscura, muchos levantamos la voz e hicimos un llamado a luchar por nuestra ciudad. Además múltiples nuevas organizaciones e iniciativas fueron lanzadas, muchas de ellas muy buenas y muy necesarias. Sin embargo, cuando el gobierno federal intervino para traer una semblanza de paz a la ciudad, pareciera que todo se calmó y me temo que algunos hasta caímos en la complacencia o hasta la indiferencia de nuevo.
Sin embargo, la lucha apenas empezaba y aún queda lo más difícil por delante, pues la meta es ver a nuestro país y sociedad cambiados, a construir un país en donde impere la ley y la justicia. No podemos ni debemos abandonar el frente de batalla hasta que veamos cambios reales y permanentes. No podemos ni debemos dejarles a nuestros hijos y nietos un país y una ciudad en el estado en el que se encuentra hoy. La batalla apenas empieza.
Escuche de un amigo ayer este comentario: “… la gente no ha cambiado, pareciera que las cosas vuelven a su curso normal.” Su comentario tenía que ver con las múltiples instancias en las que se había dado cuenta que los que se dedicaban al mal seguían buscando ese camino sin una aparente convicción de que ese camino no les traería ningún bien. Inclusive, existe la sospecha en algunos de que el cartel de Juárez ha vuelto a afirmarse en la plaza y que sus sicarios simplemente se escondieron o salieron de la ciudad pero no se encuentran muy lejos de Cd. Juárez. Además, siguen habiendo demasiadas ejecuciones, secuestros y asaltos. ¿Habremos realmente avanzado? Probablemente, pero solo un poco y aún falta muchísimo por avanzar.
Si los promotores del mal han aprovechado este tiempo para reorganizarse, reabastecerse y fortalecerse. ¿Qué es lo que hemos hecho los que queríamos promover el bien? ¿Nos habremos organizado, fortalecido y preparado? ¿Estaremos aprovechando bien este tiempo para avanzar nuestras iniciativas? ¡Espero que si! De lo que si debemos estar seguros es que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, ni tampoco van a cambiar con un mínimo esfuerzo, ni tampoco van a cambiar sin que nos cueste nada. Si queremos ver un cambio es necesario perseverar hasta el final.
Amigos, Juárez aún no ha cambiado.
Aún no se elimina el crimen, la violencia, el narco, la impunidad, la ilegalidad, la indiferencia, la desigualdad, la injusticia, la corrupción, el pandillaje, los antros, los picaderos, el abuso, la voracidad, etc.
Además, todavía no tenemos una policía capaz y honesta, autoridades competentes, leyes justas, vigilancia ciudadana, iniciativa privada responsable, valores morales en la sociedad, espacios públicos dignos, etc.
¿Por qué creo que es necesario mencionar lo obvio y recordarles esto? Porque he visto en mi propia vida y en la de otros, que por el respiro temporal que estamos viviendo desde que el ejército entró a la ciudad, hemos bajado un poco la guardia en el despertar ciudadano que empezábamos a experimentar. Cuando la situación de la ciudad se veía más oscura, muchos levantamos la voz e hicimos un llamado a luchar por nuestra ciudad. Además múltiples nuevas organizaciones e iniciativas fueron lanzadas, muchas de ellas muy buenas y muy necesarias. Sin embargo, cuando el gobierno federal intervino para traer una semblanza de paz a la ciudad, pareciera que todo se calmó y me temo que algunos hasta caímos en la complacencia o hasta la indiferencia de nuevo.
Sin embargo, la lucha apenas empezaba y aún queda lo más difícil por delante, pues la meta es ver a nuestro país y sociedad cambiados, a construir un país en donde impere la ley y la justicia. No podemos ni debemos abandonar el frente de batalla hasta que veamos cambios reales y permanentes. No podemos ni debemos dejarles a nuestros hijos y nietos un país y una ciudad en el estado en el que se encuentra hoy. La batalla apenas empieza.
Escuche de un amigo ayer este comentario: “… la gente no ha cambiado, pareciera que las cosas vuelven a su curso normal.” Su comentario tenía que ver con las múltiples instancias en las que se había dado cuenta que los que se dedicaban al mal seguían buscando ese camino sin una aparente convicción de que ese camino no les traería ningún bien. Inclusive, existe la sospecha en algunos de que el cartel de Juárez ha vuelto a afirmarse en la plaza y que sus sicarios simplemente se escondieron o salieron de la ciudad pero no se encuentran muy lejos de Cd. Juárez. Además, siguen habiendo demasiadas ejecuciones, secuestros y asaltos. ¿Habremos realmente avanzado? Probablemente, pero solo un poco y aún falta muchísimo por avanzar.
Si los promotores del mal han aprovechado este tiempo para reorganizarse, reabastecerse y fortalecerse. ¿Qué es lo que hemos hecho los que queríamos promover el bien? ¿Nos habremos organizado, fortalecido y preparado? ¿Estaremos aprovechando bien este tiempo para avanzar nuestras iniciativas? ¡Espero que si! De lo que si debemos estar seguros es que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, ni tampoco van a cambiar con un mínimo esfuerzo, ni tampoco van a cambiar sin que nos cueste nada. Si queremos ver un cambio es necesario perseverar hasta el final.
martes, 26 de mayo de 2009
Un Triste Espectáculo
Qué triste fue atestiguar el verdadero carácter de la mayoría de los juarenses que asistieron ayer (jueves 21 de mayo) al juego de los Indios. Solo había asistido a un partido una vez anterior cuando peleaban por ascender, pero quería ser parte de lo que creía iba a ser una fiesta histórica para Juárez. Pero desgraciadamente salí decepcionado. No por el desempeño del equipo, nuestros Indios jugaron bien y creo que hicieron un muy digno papel. Pero sentí vergüenza al haber sido testigo del comportamiento de la afición en las tribunas.
Aquello se convirtió en una gran cantina. Se vendieron cerca de 24,000 litros de cerveza. O sea el equivalente a 3 cervezas por cada persona asistente. Yo mismo me sorprendía ver a las jovencitas “fresa” que con su camiseta nueva de los Indios no dejaban su cigarrillo y se tomaban 5 o 6 litros. El partido parecía haber sido solo una excusa para emborracharse y por consecuencia actuar como salvajes disolutos. Me enteré que el distintivo de la afición en Juárez era precisamente celebrar el desempeño de su partido arrojando miles de vasos de cerveza a sus vecinos en las tribunas. Esa es nuestra distinción, así se nos conoce en el País.
Ir a un juego no es para nada un espectáculo familiar ni deportivo. Es ir a cuidarse de los borrachos. Lo triste de esto es que Juárez estaba siendo reconocido por todo el País por la esperanza que habían traído los Indios a su ciudad. Hasta parecía que el turismo podría volver a Juárez al querer ser parte del milagro de los Indios. Pero mucho de la afición mostró la verdadera cara de Juárez: violencia, abuso y disolución. Tristemente TV Azteca se encargó de mostrarle a todos lo bajo y corriente que podemos ser al transmitir en cadena nacional el actuar de la afición: guerra de vasos entre todos, mujeres gritando obscenidades y peleando, pleitos, golpes y empujones entre puros fanáticos de Juárez y hasta un tipo que idiotizado por el alcohol se atrevió a darle un puñetazo a una mujer. No vi para nada un espíritu de “Unidos por Juárez” o de “Amor por Juárez”. Ese es nuestro mal, no amamos nuestra tierra, no respetamos el derecho ajeno y nos vale la justicia y la legalidad.
Según las encuestas nacionales, la mayoría de los mexicanos deseaban que los Indios ganaran la liguilla. Eran la “cenicienta” del torneo y todos aman a la cenicienta. Pero me pregunto ¿qué pensará el País acerca de Cd. Juárez después de haber visto la forma en que nos comportamos ayer en el estadio? Probablemente piensen que Juárez no merece tener un equipo campeón. O tal vez concluyan que ese comportamiento deplorable sea parte de la razón de la crisis que estamos viviendo. Muchos estábamos animados de que la imagen de Juárez estaba siendo cambiada por nuestro equipo de futbol. Ahora me siento avergonzado por el triste espectáculo que dimos.
Creo que le debemos una disculpa a los Indios, al Profe Eugui, a la familia Ibarra y a los verdaderos y fieles aficionados de los Indios por el pobre espectáculo que se dio ayer en las tribunas. ¡Qué Lástima! Cuando más necesitaban nuestras porras, los jugadores veían a los “aficionados” peleándose entre ellos. Y lo que han logrado como equipo en el País, fue manchado por muchos de esos “aficionados”.
Ahora para los Indios solo queda un posible milagro en Pachuca. Tengo sentimientos encontrados porque quiero a mi ciudad y quiero que tenga muchas cosas de que alegrarse, pero también quiero que la gente recapacite, que la gente cambie y crezca, porque si no lo hace seguiremos de mal en peor. Aunque digan que es imposible, quiero que ganen los Indios y que comprueben que aún hay milagros. Y para mi ciudad muchos dirán que es imposible que cambie la gente, pero sigo pidiéndole a Dios el milagro de que Juárez sea una ciudad de paz y justicia verdadera.
Que Dios bendiga y perdone con gran misericordia a nuestra ciudad…
Aquello se convirtió en una gran cantina. Se vendieron cerca de 24,000 litros de cerveza. O sea el equivalente a 3 cervezas por cada persona asistente. Yo mismo me sorprendía ver a las jovencitas “fresa” que con su camiseta nueva de los Indios no dejaban su cigarrillo y se tomaban 5 o 6 litros. El partido parecía haber sido solo una excusa para emborracharse y por consecuencia actuar como salvajes disolutos. Me enteré que el distintivo de la afición en Juárez era precisamente celebrar el desempeño de su partido arrojando miles de vasos de cerveza a sus vecinos en las tribunas. Esa es nuestra distinción, así se nos conoce en el País.
Ir a un juego no es para nada un espectáculo familiar ni deportivo. Es ir a cuidarse de los borrachos. Lo triste de esto es que Juárez estaba siendo reconocido por todo el País por la esperanza que habían traído los Indios a su ciudad. Hasta parecía que el turismo podría volver a Juárez al querer ser parte del milagro de los Indios. Pero mucho de la afición mostró la verdadera cara de Juárez: violencia, abuso y disolución. Tristemente TV Azteca se encargó de mostrarle a todos lo bajo y corriente que podemos ser al transmitir en cadena nacional el actuar de la afición: guerra de vasos entre todos, mujeres gritando obscenidades y peleando, pleitos, golpes y empujones entre puros fanáticos de Juárez y hasta un tipo que idiotizado por el alcohol se atrevió a darle un puñetazo a una mujer. No vi para nada un espíritu de “Unidos por Juárez” o de “Amor por Juárez”. Ese es nuestro mal, no amamos nuestra tierra, no respetamos el derecho ajeno y nos vale la justicia y la legalidad.
Según las encuestas nacionales, la mayoría de los mexicanos deseaban que los Indios ganaran la liguilla. Eran la “cenicienta” del torneo y todos aman a la cenicienta. Pero me pregunto ¿qué pensará el País acerca de Cd. Juárez después de haber visto la forma en que nos comportamos ayer en el estadio? Probablemente piensen que Juárez no merece tener un equipo campeón. O tal vez concluyan que ese comportamiento deplorable sea parte de la razón de la crisis que estamos viviendo. Muchos estábamos animados de que la imagen de Juárez estaba siendo cambiada por nuestro equipo de futbol. Ahora me siento avergonzado por el triste espectáculo que dimos.
Creo que le debemos una disculpa a los Indios, al Profe Eugui, a la familia Ibarra y a los verdaderos y fieles aficionados de los Indios por el pobre espectáculo que se dio ayer en las tribunas. ¡Qué Lástima! Cuando más necesitaban nuestras porras, los jugadores veían a los “aficionados” peleándose entre ellos. Y lo que han logrado como equipo en el País, fue manchado por muchos de esos “aficionados”.
Ahora para los Indios solo queda un posible milagro en Pachuca. Tengo sentimientos encontrados porque quiero a mi ciudad y quiero que tenga muchas cosas de que alegrarse, pero también quiero que la gente recapacite, que la gente cambie y crezca, porque si no lo hace seguiremos de mal en peor. Aunque digan que es imposible, quiero que ganen los Indios y que comprueben que aún hay milagros. Y para mi ciudad muchos dirán que es imposible que cambie la gente, pero sigo pidiéndole a Dios el milagro de que Juárez sea una ciudad de paz y justicia verdadera.
Que Dios bendiga y perdone con gran misericordia a nuestra ciudad…
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